CAPÍTULO SIETE

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LA DECLARACIÓN.
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Vladímir tenía miedo, pero debía de ir a busca ha Saúl y Raúl, y llevarlos con él. Pero tampoco quería dejar sola a Karla, pues sentía que si la dejaba sola, el "mounstro" como ya lo había bautizado Vladimir, también se la comería como lo hizo con Jos e Isabella.

Dudoso, llevo su mano a la de Karla y la tomó sin antes él ver por la puerta entreabierta a ver si ya no estaba el monstruo. Al ver, según él, que ya no estaba, abrió la puerta con lentitud y salieron ellos también con lentitud.

Al llegar abajo escucharon unos sollozos, pensaron que era Raúl y Saúl, así que se acercaron con toda la confianza del mundo, pero al llegar notaron que no eran ellos.

Vladímir tomó con todas las fuerzas la mano de Karla y salieron corriendo. La adrenalina drenó por todo su cuerpo, tanto como el de Karla como el de Vladimir al ser perseguimos por el mounstro.

Corrieron derecho, luego doblaron a la izquierda entrando a la que era la cocina para meterse debajo de una mesa la cual tenía un mantel largo que lograba tocar el suelo.

El mounstro logro entrar a la cocina también, quedándose parado un par de segundo que para Karla y Vladimir fueron eternos y desesperantes.

Toda la cabaña se quedó en silencio, dejando solo el ruido respiratorio de éstos dos.

Desesperación, eso era lo que sentía Karla. Lo único que quería era estar en su habitación bailando o cantando esa canción que tanto amaba, estar en el parque con sus amigos mientras echaban carreras con sus bicicletas o simplemente estar con su pequeña hermana de cinco años.

—Solo quiero volver a casa... jugar con mi hermanita, enseñarle las cosas hermosas de la vida. Quiero verla crecer y estar presente para ella todos los días. ¿Qué va a decir cuando no me vea regresar a casa? Dirá que la abandoné o simplemente mis papás dirán que nunca existí. Claro, ella no me recordara, al pasar el tiempo me olvidará, pero yo, yo siempre la recordaré... —admitió llorando.

—Regresaremos a casa, ya lo verás. Regresaras y lo primero que veras será a tu hermanita en la puerta esperándote con sus pequeños brazos abiertos.

—...Tengo algo que decirte, —dijo Karla susurrando mirando a Vladimir a los ojos— porque sé que ya no habrá otro momento para hacerlo.

El silencio que Karla dejo flotar en el aire, hizo que Vladimir adivinará al instante de lo que se trataba. Era obvio, esa mirada luminosa y llena de ilusión hizo que lo supiera.

—Sabes que no puedo verte de la forma que tú quieres que te vea, para mí siempre serás mi amiga, solo eso.

—Lo sé... sé que siempre me verás como tu amiga y no como yo quisiera. Solo quería decírtelo porque sé que no saldré con vida de aquí. Algo me dice que no...

—No digas eso... no vuelvas a decirlo —tomó las manos de Karla para consolarla—. Vamos a salir de aquí, te lo prometo.

Después de dos minutos Vladimir soltó las manos de Karla para tomar el mantel de la mesa, subirla un poco y verificar que el mounstro ya no estubiera ahí, al ver que no estaba empezó a buscar un escondite con su vista para salir corriendo hacía allá y así poder llegar a los otros.

Después de dos minutos Vladimir soltó las manos de Karla para tomar el mantel de la mesa, subirla un poco y verificar que el mounstro ya no estubiera ahí, al ver que no estaba empezó a buscar un escondite con su vista para salir corriendo hacía al...

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Mientras tanto, Saúl y Raúl, corrieron directo al cuarto, azotando la puerta y así cerrarla,  pero esta no se cerró pues la cerradura estaba rota.

El mounstro al escuchar ese ruido corrió de la cocina hacia el cuarto, dónde estos dos se encontraban mirando hacia la puerta esperando la entrada triunfal del mounstro. La desesperación de estos dos por esconder y no saber dónde incrementó al escuchar cada vez más de cerca las pisadas pesadas que se acercaban a ellos.

Raúl quedó paralizado sin siquiera soltar la mano de Saúl.

Saúl, Volteó a todas partes, trato de encontrar un lugar en donde esconderse pero era inútil, el cuarto no estaba amueblado, estaba que moría. Se quedó parado viendo a Raúl, hasta que giro sus ojos a la izquierda notando que la puerta hacia un pequeño hueco contra la pared, rápidamente Saúl apretó la mano de Raúl y lo jaló con brusquedad para que reaccionará y se adentrará.

Saúl al ver que solo había espacio para una persona, no se lo pregunto dos veces y arrinconó a Raúl hacia ese hueco para protegerlo, cuando sintió un jaloneo en su hombro de parte de Raúl para que él se escondiera en su lugar.

Saúl se le quedó mirando con confusión y asombro, ya que Raúl nunca había sido considerado con él. De nuevo jaló a Raúl para que este se adentrará pero este se rehúso diciendo que ya no había más espacio por más que lo intentará.

—De que cabemos, cabemos.

Lo tomo con fuerza, casi abrazándolo, para que cupiesen los dos, esto no era suficiente pues aún se encontraban a la vista. Así que Saúl lo tomó de la cintura por sorpresa pagando aún más sus cuerpos sintiendo sus respiraciones agitadas y otras cosas.

Raúl le hizo notar su "incomodidad" a Saúl a través de su mirada.

—Sé que esto te es incómodo pero no hay otra alternativa —exclamó Saúl entre susurros mirándolo a los ojos.

El mounstro entro ha ese lugar donde se encontraba Saúl y Raúl. Camino y camino inspeccionando el área, para luego quedarse parado como estatua cerca de la puerta. Después de un momento el mounstro retrocedió a la puerta aplastando a estos dos, Saúl estuvo a nada de dar un quejido pero Raúl lo impidió tapándole la boca con la mano que muy apenas pudo moverla.

Se estaban asfixiando, el lugar se empezó a sentir más caliente, ambos querían exhalar el aire que estaban guardando sus pulmones, pero se lo prohibieron pues sabían que si lo hacían el mounstro los encontraría y, se los tragaría.

Era demasiado bueno para ser verdad, el cuerpo de Saúl en algún momento reaccionaria ante tantas emociones que había y estaba pasado. Sus piernas empezaron a quedarse sin fuerzas y su visión comenzó a verse borrosa. Raúl al verlo entro en pánico, pues no sabía que hacer, lo único que se le ocurrió fue abrazarlo para sostenerlo.

—Estas muy delgadito pero pesas un verga.

El mounstro salió de ahí al escuchar una puerta abrirse, pero sin antes dejar un enorme rasguño en la puerta que hizo sentir a Raúl la muerte.

Raúl al ver que el mounstro ya no estaba, dejó caer con cuidado el cuerpo de Saúl al suelo para luego ir hacia la puerta y "cerrarla".
Tomó asiento junto a Saúl y comenzó ha echarle aire con las manos esperando que despertara.

—imagínate, si te hubieras quedado sin aire tendría que darte respiración de boca a boca —Admitió Raúl en una risita.

—En serio.

Raúl está vez si que se había puesto nervioso, se confío en que Saúl tardaría en despertar y para acabarla, lo había dicho en voz alta.

—E-en serio, imagínate, te quedas sin aire y mueres.

—Y porque no intentas practicar ahora mismo, ya sabés, por si acaso. —propuso Saúl de una forma juguetona acercándose a Raúl mientras miraba los labios de este.

El ambiente se puso tenso, Saúl se alejó de él diciéndo que era una broma y que se relajará un poco, pero Raúl se dejó llevar y lo tomó de las mejillas clavándole un beso intenso, provocando que el rostro y orejas de Saúl se calentarán al punto de tornarse rojizos.

EL ÚLTIMO SOBREVIVIENTE. [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora