Un mes pasó casi volando. Se podría decir que Jeon Jungkook mantuvo solo su nombre, ya que había decidido optar por el apellido de sus verdaderos padres, pero sentía que aún no era el momento para enfrentar a quienes lo criaron. Había asuntos pendientes, sí, pero el aun era joven abia tiempo suficiente para eso ¿verdad? . Por ahora, lo único que deseaba era disfrutar de su esposo y de sus padres biológicos, de quienes tanto se había perdido en su vida anterior.
Gracias al esfuerzo de Taehyung, los padres de Jungkook pudieron comprar un departamento amplio y cómodo, un espacio que ahora se sentía como un verdadero hogar para todos ellos. Su padre seguía trabajando en su restaurante, y Jungkook, buscando reconectar con las cosas que le hacían sentir bien, descubrió que Taehyung aún mantenía su floristería. Así que decidió visitarla.
Al entrar, el aroma de las flores frescas lo envolvió, y una paz profunda lo invadió. Jungkook sintió cómo aquellas flores, cuidadas con tanto amor y dedicación, le devolvían una sensación de bienestar.
Taehyung, por su parte, se encargó de presentar a Jungkook en su empresa como su esposo. La emoción y el orgullo brillaban en sus ojos mientras compartía con sus colegas la historia de su amor y todo lo que habían superado juntos. Además, tenía planes de volver a pedirle matrimonio, un gesto que significaba mucho para él. Deseaba no solo reafirmar su amor, sino también hacer de esa promesa algo aún más especial.
Taehyung quería que esta vez fuera diferente; planeaba pedir la mano de Jungkook a sus suegros. Aunque sabía que podría ser un poco extraño, ya que llevaban viviendo juntos todo ese mes, no le importaba. No quería separarse de él. Después de haber pasado cinco largos años anhelando este momento, estaba dispuesto a esperar mil años más si eso significaba estar junto a su amado.
Así, cada día se sentía más decidido a hacer de su amor un compromiso eterno. La idea de una segunda boda lo llenaba de alegría, y ya podía imaginarse a Jungkook vistiendo un hermoso traje, sonriendo mientras aceptaba la propuesta. Taehyung estaba seguro de que, sin importar lo que el futuro les deparara, su amor siempre prevalecería.
Con el paso de los días, el amor entre Taehyung y Jungkook florecía en cada pequeño gesto compartido. Las citas en los cafés escondidos de la ciudad, las noches de cine en la comodidad de su hogar y las cenas con los padres de Jungkook parecían alimentar ese amor que, tras tantos años de espera, ahora los envolvía en una dicha inigualable. Jungkook se sentía en la cúspide de la felicidad; cada momento parecía un sueño cumplido.
Una mañana, sin embargo, todo cambió. Jungkook despertó con una sensación extraña, un mareo repentino que le revolvió el estómago. Sin saber muy bien qué sucedía, se levantó apresuradamente y corrió al baño, donde el malestar no tardó en transformarse en náuseas intensas. Taehyung, alarmado, lo siguió, observando desde el umbral del baño mientras Jungkook intentaba calmar su respiración, el rostro pálido y las manos temblorosas.
—¿Estás bien, amor? —preguntó Taehyung, la preocupación en sus ojos evidente.
—Sí... sí, debe ser que algo me cayó mal anoche —respondió Jungkook, esforzándose por sonreír para no preocuparlo. Confiaban en que sería algo pasajero, una incomodidad temporal que pronto olvidaría.
Taehyung se alistó para el trabajo, dejando un beso en la frente de Jungkook antes de marcharse. Aunque el amor de su vida aseguraba estar bien, algo en el corazón de Taehyung sintió una leve inquietud, una sombra de preocupación que intentó disipar para no angustiarse. Jungkook, por su parte, también intentó ignorar lo ocurrido. Después de despedirse de Taehyung, se cambió de ropa y se dirigió a la floristería, esperando que la fragancia y la paz de las flores lograran aliviar su malestar.
A medida que se adentraba entre los colores vibrantes y los aromas delicados, Jungkook intentó relajarse, convencido de que la sensación incómoda desaparecería. Sin embargo, un sentimiento de duda comenzó a instalarse en su mente. No sabía por qué, pero había algo en esos mareos, en esa sensación desconocida, que no le permitía estar tranquilo. ¿Sería solo una molestia pasajera... o acaso era algo más profundo y misterioso que ni él ni Taehyung se atrevían a imaginar?
Alrededor del mediodía, la tranquilidad en la floristería era apenas interrumpida por los asistentes que regaban las flores con cuidado. Entre todas, había una en particular que capturó la mirada de Jungkook. Era una flor espléndida, y la admiraba con una intensidad que ni él mismo lograba entender. Una de las chicas se acercó con una sonrisa.
—Señor Kim, ¿no va a almorzar? —preguntó ella.
Jungkook se giró, sacudiéndose del trance. —Claro, pero vayan ustedes primero.
La chica asintió y, poco después, Jungkook sintió su teléfono vibrar. Era un mensaje de Taehyung: "¿Amor, dónde estás?"
Con una sonrisa, respondió: "En la floristería".
Taehyung no tardó en responder: "Bien, pasaré para que vayamos a almorzar, ¿sí?"
—Te espero, amor —contestó Jungkook, sintiendo una calidez recorrerlo al leer los cariñosos mensajes de su esposo.
Con una sonrisa que no podía ocultar, caminó hacia una sección de flores más apartada, pero un nuevo mareo lo atacó con fuerza. Esta vez, su cabeza comenzó a dolerle intensamente, y la vista se le nubló. Sentía que se desvanecía en medio de la tienda. Una de las empleadas lo vio tambaleándose y corrió hacia él, ayudándolo a llegar a un mueble cercano.
—¿Señor, está bien? —preguntó ella, con genuina preocupación.
Jungkook asintió, aunque apenas podía mantenerse firme. Intentó tranquilizarse mientras le contaba que estos síntomas llevaban molestándolo desde la mañana. Después de escuchar la descripción, la chica lo observó detenidamente, como si algo acabara de cruzar por su mente.
—Señor... ¿no será que está... en cinta? He oído que algunos hombres pueden quedar en cinta —sugirió ella en voz baja, casi susurrante.
La idea dejó a Jungkook atónito. ¿Podría realmente ser posible? Después de todo, él y Taehyung tenían una vida íntima activa, y últimamente no habían sido particularmente cuidadosos. Su corazón comenzó a latir con fuerza, los nervios apoderándose de él ante la posibilidad de que, efectivamente, estuviera esperando un hijo.
Sin perder tiempo, la chica desapareció y regresó con una prueba de embarazo en sus manos.
Justo en ese instante, el sonido del claxon del auto de Taehyung interrumpió la escena. Jungkook, con los nervios a flor de piel, escondió la prueba en su bolsillo y se apresuró a salir, esbozando una sonrisa que intentaba ocultar su turbación. Apenas entró en el auto, Taehyung lo recibió con un beso lleno de calidez y dulzura, y Jungkook se dejó llevar, sintiendo que, aunque su corazón latía con fuerza, nada en el mundo se sentía más reconfortante que los brazos de su esposo.
—¿Todo bien? —preguntó Taehyung, sonriéndole al ver el ligero rubor en las mejillas de Jungkook.
—Sí, claro —contestó, aunque en su mente la prueba de embarazo pesaba como un secreto oculto.
Se dirigieron al restaurante, y para su sorpresa, era nada menos que el de los padres de Jungkook
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POR FAVOR SOLO UNA SEMANA AMAME
Short StoryEL amor puede acabar y florecer a la vez pierdes lo que piensas que ya te pertenece eso paso a kim taehyung tubo a alguien que lo camo sin ser nada en este mundo lleno de competencia