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Charlotte estaba sentada en una silla, observando al mayor sobre la cama. Admirando su rostro durmiente, tocando sus orejas puntiagudas y suaves, viendo cómo en su descanso fruncía el ceño como si algo le estuviera molestando. ¿Qué podía ser? Pensaba. Charlotte miraba a su alrededor, ella sentía un par de ojos que la observaban. Algo ominoso que se acercaba a ella sin tocarla, podía sentir como entraba en su territorio y pasaba los límites que había establecido para proteger a su padre. Era una entidad que entraba y tocaba a su padre con tal descaro y confianza, demostrando sin la necesidad de palabras que "él" era más poderoso que ella.

Lo que la incomodaba no era eso, no era que entrara en su territorio y actuará como Pedro por su casa. ¡No! Lo que la ponía nerviosa y en alerta es que no podía verlo. No podía ni siquiera sentir el flujo de energía, no podía sentir nada más que la ominosidad que traspasó la pared y cayó sobre ella como una manta gruesa que la asfixia, robando todo su aliento... Haciéndole sentir desprotegida. Sus ojos miraron el cuerpo de su padre, quien poco a poco comenzó a tener movilidad. Su corazón saltó de alegría, pero fue una pena que no durará demasiado.

Alastor había abierto los ojos, comenzando a abrir la herida en su abdomen.

Charlotte sintió una opresión en el pecho cuando lo vio. Su mirada estaba fija en él, quería moverse, ir hacia él. Evitar que se lastimara, impedir que volviera a estar al borde de la muerte. Quería hacer lo que fuera necesario para que él no volviera a sufrir, para que su papá no volviera a tener esa mirada en sus ojos. No quería que ninguno de los dos se sintiera mal, no quería sentirse inútil... pero mírenla nomas, estaba congelada en su silla, viendo como la sangre de su padre no dejaba de brotar. Sus ojos carmesíes se llenaron de lágrimas, tenía un grito atorado en la garganta.

Y aunque quería apartar la mirada, girar el rostro. ¡Lo que fuera menos observar tremenda escena!

Era como estar atada de pies y manos, con dos tablas en el cuello y una tabla con clavos en la cabeza que la tenía sujeta. Intentaba moverse y sentía como sus huesos podían quebrarse en el proceso. Sus colmillos se clavaron en su piel, causando que sangrara. Miraba a su padre en la cama, gruñendo mientras se retorcía... Fue cuando lo vio.

Ese momento exacto cuando la figura de un hombre fue visible a sus ojos.

— ¡Mmm! — se movió, desesperada — ¡Mmmm! — ella se agitaba de un lado a otro, queriendo caer de lado para ver si así recuperaba la movilidad de su cuerpo.

Ese hombre se giró para verla. Abriendo los ojos con lo que ella interpretó como sorpresa.

¿Lucifer tuvo una hija?

La voz gruesa y profunda causó un estremecimiento bestial en su pequeño cuerpo. ¡Las lágrimas caían por sus pálidas mejillas! Charlotte comenzó a temblar, viendo con un miedo profundo al hombre pelinegro.

Charlotte miró a su padre en la cama, finalmente dejando de herirse y cayendo nuevamente en la inconsciencia pero en peor estado que antes.

El hombre pelinegro extendió la mano hacia ella. Tal parece que quería tocarla, apreciarla... ¿Quién podía descuidar las intenciones que albergaba el sujeto extraño? Ella solo tenía miedo, esa desagradable sensación de que podía morir en cualquier momento. Ese sentimiento de que no era nada en comparación con ese hombre... Se sentía como una presa en la boca del lobo, era tener la sentencia de muerte a un par de centímetros.

¿Eres un juguete nuevo? — una pregunta burlona. Él se estaba burlando del pánico, terror y miedo que mostraba tan abiertamente — Supongo que tu padre nunca habló de mí.

Epifanía. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora