Epílogo

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El pasar de los años, tras la batalla, estuvo lleno de crecimiento. El final de la enemistad trajo el nacimiento de un tratado de paz entre Álfur y Tao, con el que ambas razas podrían volver a convivir en igualdad de nuevo y se formaría una alianza. El Pacto del Fénix haría resurgir una nueva era de calma donde Dunia volvería a brillar como antaño, renaciendo de sus cenizas.

En los primeros meses tras la guerra, muchos humanos se compadecieron del reino vecino y ayudaron a arreglar los daños que había causado su raza. Todo ello con ayuda de los elfos, hadas, enanos y magos. Por primera vez en mucho tiempo, todas las grandes razas colaboraron juntas.

Ya que la Niebla Eterna había desaparecido para siempre, Tao dejó de estar aislado del resto de los reinos. Los humanos recuperaron esa luz y alegría que habían perdido, y los recuerdos de lejanas épocas llegaron a las mentes de los más adultos y ancianos, como si siempre hubieran estado en lo más profundo de sus corazones.

Tanto la guerra como la charla de Diana fueron grabadas por periodistas infiltrados y transmitida por todas las televisiones hasta llegar inmediatamente a las redes. Por ello, la mayoría de las personas, después de recuperarse del shock de saber que existía de verdad Álfur y esas criaturas, empatizaron con los alfusianos y estuvieron dispuestos a convivir con ellos de nuevo. No tardaron en salir aquellos a los que no les gustó y que se pusieron en contra, tanto humanos como algunos orgullosos elfos. Tampoco faltaron los conflictos y choques culturales; pero al menos se creó un respeto entre ambas razas en una amplia mayoría. Fueron sobre todo las nuevas generaciones, que no conocieron la época de enemistad, los que aceptaron al reino vecino, llenos de curiosidad e ilusión.

Eric fue nombrado como el nuevo gobernante humano, y prometió a su gente un nuevo despertar de Tao. Juró nuevas épocas llenas de luz con la compañía de sus nuevos aliados, acompañado de la promesa de mejorar el mundo. No todos lo aceptaron al momento, pues había personas llenas de dudas y miedos, de falsas creencias y prejuicios... Pero tras mucho esfuerzo y perseverancia pudo mantener la paz y el orden en su reino.

Tanto Orym como Eric permitieron que la otra raza pudiera vivir y visitar su tierra, siempre y cuando respetaran las normas, leyes y costumbres de cada reino. Los intercambios comerciales se pusieron en marcha y el mar se llenó de barcos de mercancía y de pasajeros que iban de un lugar a otro. La seguridad en ambos lugares mejoró y el cuidado de lo perteneciente al otro fue lo más sagrado que hubo. Elfos y humanos volvieron a convivir a la vez que aprendían unos de otros y de cada cultura. No fue fácil al principio, por supuesto, pero el desgarrador recuerdo de la guerra les dio la paciencia y las ansias de intentarlo.

Los humanos, guiados por Eric, rogaron perdón a la Naturaleza y a las criaturas a las que habían herido en el pasado, que les concedieron una segunda oportunidad. Un Gran Árbol, con ayuda de los Cuatro Maestros, extendió el poder de la magia, ahora más fuerte que nunca, para que las criaturas corruptas volvieran a ser lo que eran antes. La Magia Oscura fue disminuyendo y reduciéndose a meras sombras, pues el odio había ido menguando también. Con el tiempo, los unicornios reaparecieron y volvieron a conceder el don de la magia a aquellos humanos elegidos para poseerla, por lo que nació una nueva generación de hechiceros. La Escuela de Magia volvió a resurgir, liderada por los magos.

Mano con mano, elfos y humanos plantaron más árboles, tanto en Álfur como en Tao, e hicieron que ambos reinos recuperasen el brillo que tenían antaño: Tao ahora tenía más vegetación y su economía cambió en muchos aspectos; y Álfur empezó a recuperar la belleza del ayer y la mayor parte de plantas y animales que había perdido.

Volvían a celebrar las fiestas al lado de los humanos mientras miraban cómo las hadas pixie volaban por todo el reino y los enanos descendían de las montañas a celebrar. Ahora los taonienses volvieron a llamar élfico al irián, y a los elfos les interesó aprender el lenguaje humano, cosa que no les pareció difícil.

Lo que la niebla ocultóWhere stories live. Discover now