CAPÍTULO 21

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Decidí contestarle el comentario a Renzo. No sé de dónde saqué el coraje para hacerlo, pero algo en mí se encendió. Ya había dejado que esta historia me atormentara demasiado tiempo.

"Tal vez hayas difundido un video mío, Landini, pero eso no te da derecho a intentar definirme con él. Ese video solo mostró un momento, pero no a mí como persona. Si crees que con tu comentario vas a lograr que me esconda, te equivocás. No te tengo miedo. Voy a seguir adelante con mis canciones y con mi vida. Todo lo que haces dice mucho más de vos que de mí."

Pulsé enviar y sentí como si me hubiera quitado un peso de encima. Sabía que responderle le daría atención, pero también necesitaba decir lo que sentía, defenderme, dejar claro que ya no iba a ser la Lali que él podía manipular o dañar.

Zack

En un momento, sin pensarlo mucho, me incliné y la besé. Fue suave, sin apuro, solo una manera de hacerle sentir que estaba ahí para ella. Y Lali se dejó llevar, cerrando los ojos y apoyando su cabeza en mi hombro después del beso. Sabía que todavía estaba dolida, pero quería que supiera que no estaba sola en esto.

¿Estás bien? -le pregunté en voz baja, acariciándole el cabello.

Ella asintió, pero luego dejó escapar un suspiro.

Es raro... como que siento que por fin me estoy defendiendo, pero al mismo tiempo... -hizo una pausa y bajó la mirada—... me duele igual, Zack.

Es normal, Lali. A veces decir las cosas que necesitamos decir no quita el dolor de inmediato. Pero créeme, con el tiempo esto va a dejar de doler. -La abracé un poco más fuerte—. Y mientras tanto, estoy acá.

Ella levantó la cabeza y me miró, con una leve sonrisa que parecía aliviada.

Gracias, Zack... No sé por qué te estoy contando todo esto, pero me hace bien.

Me hace bien a mí también, Lali. Y bueno, cuando necesites olvidarte un rato de esos tipos, no dudes en llamarme.

Nos quedamos ahí, en silencio, ella apoyada en mi hombro, mientras yo pensaba que haría lo que fuera para mantener esa sonrisa en su rostro.

Nos quedamos así por unos minutos, en silencio, sin necesidad de llenar el espacio con palabras. Era como si el mar y el cielo nos envolvieran, dándonos un lugar seguro, lejos de cualquier persona o recuerdo que pudiera hacerle daño.

Lali se incorporó un poco y, con una sonrisa traviesa, miró hacia el agua.

¿Te animás a una última zambullida? -preguntó, con esa chispa que me hacía querer decir que sí a lo que sea.

¿Vos decís? -contesté, levantando una ceja con una sonrisa.

Ella no necesitó insistir. En un segundo estábamos de pie en el borde del yate, riendo como si no hubiera pasado nada, como si ese comentario ni existiera. Nos tiramos al agua al mismo tiempo, y cuando salimos a la superficie, nos quedamos flotando, mirándonos mientras el sol comenzaba a bajar, pintando el cielo de colores cálidos. Era un momento perfecto, como una pausa de todo lo que pasaba en nuestras vidas.

Gracias por todo esto, Zack -dijo, de repente más seria—. Es más de lo que puedo pedir.

No tenés que agradecerme nada -le dije, mirándola a los ojos—. Solo quiero que seas feliz. Y si en algún momento sentís que algo te detiene, acordate de que siempre podés contar conmigo.

Me miró en silencio por un segundo, y luego sonrió. Era una sonrisa distinta, una mezcla de agradecimiento y paz que me hacía sentir que, en este momento, tal vez estaba logrando lo que había prometido: hacer que, aunque sea por un rato, olvidara todo lo demás.

LAS APARIENCIAS ENGAÑANWhere stories live. Discover now