Axel se acomodó en el asiento del tren, observando cómo el paisaje de la ciudad se iba quedando atrás. El traqueteo suave del tren le resultaba casi hipnótico, aunque no conseguía calmarle del todo. Tenía la cabeza llena de pensamientos y una mezcla de emociones que no había terminado de digerir.
Había comprado el billete hacía días con el pretexto de visitar a su familia y amistades, pero ahora, sentado en ese asiento de tela gris, la idea de alejarse de Jorge durante unos días le causaba un ligero desasosiego. Era extraño... después de esa última conversación con él, algo en su interior había cambiado. El peso de lo que Jorge le había dicho, de ese pequeño paso hacia la sinceridad, le daba vueltas en la cabeza.
El tren se detuvo en una estación intermedia, y Axel miró a su alrededor, observando a los pasajeros que subían y bajaban. Las escenas cotidianas le resultaban ajenas, como si él estuviera en una realidad paralela, absorto en sus propios dilemas. Llevaba tanto tiempo imaginando, esperando y temiendo que algo así sucediera con Jorge, que ahora que había pasado, lo asaltaba una pregunta inevitable: "¿Y ahora qué?".
Suspiró, apoyándose contra el respaldo. Intentó distraerse mirando el teléfono, escuchar algo de música, o ver algunas historias de sus amigas, pero pronto lo apagó y lo dejó sobre el asiento junto a él, como si temiera que una simple notificación lo devolviera a la confusión que había dejado atrás. Por más que intentaba concentrarse en el viaje y en las horas de descanso que tendría con sus amigas, su mente volvía una y otra vez a las miradas de Jorge, a las confesiones entre nerviosas y sinceras, a los momentos en los que habían estado a punto de cruzar esa línea y que ahora, finalmente, parecía que habían comenzado a traspasar.
Le quedaban un par de horas hasta llegar, y sabía que este tiempo en soledad, sin distracciones, no haría más que mantener vivos todos esos pensamientos que llevaba dentro. Cerró los ojos, tratando de encontrar algo de paz en el balanceo del tren, sin saber que el tiempo y la distancia podían traerle justo las respuestas que estaba buscando.
El sonido del teléfono le hizo abrir los ojos de golpe, sacándolo de sus pensamientos. Vio en la pantalla el nombre de su padre y dudó un segundo antes de contestar. Era temprano, se suponía que debía estar trabajando.
—¡Hola, papá! —Saludó Axel, tratando de sonar despreocupado.
—¡Axel! —La voz de su padre era cálida, aunque notó un tinte inusual en su tono, como si estuviera decidiendo cómo comenzar a hablar—. ¿Todo bien? ¿Ya en el tren?
—Sí, me quedan un par de horas... —Axel miró por la ventana, con el paisaje rural estirándose hasta donde alcanzaba la vista—. ¿Qué tal por casa?
Hubo una pausa antes de que su padre tomara aire y contestara, dejando caer las palabras con cierta lentitud.
—Axel, quería contarte algo... Antes de que llegues, y así lo hablamos con calma.
Axel sintió que la sangre le subía a la cabeza. Algo en la voz de su padre lo ponía en alerta.
—Verás, hijo... Lucía y yo ya no estamos juntos. —La frase salió rápida, directa, como si la hubiera ensayado. Axel se quedó en silencio, procesando las palabras.
—¿Qué...? ¿Cómo? —Fue todo lo que consiguió decir, una respuesta automática mientras intentaba asimilar lo que acababa de escuchar.
—Nos hemos separado, hace algunas semanas. Ha sido sin juicio ni conflictos. Acordamos turnarnos cada dos semanas la casa para que... para que Marcos no se vea afectado.
Axel parpadeó, sorprendido, sintiendo una mezcla de incredulidad y cierta incomodidad al no haberlo sabido antes. ¿Cómo era posible que le estuvieran contando algo así justo ahora?. Pudo recordar que hacía escasos días estaba hablando con su madre por WhatsApp. Y tampoco le había comentado nada, su voz incluso sonaba como siempre.
ESTÁS LEYENDO
Entre Dunas y Olas
RomanceAxel, un joven de 25 años, intenta dar sentido a su vida en medio de un torbellino emocional. Tras una ruptura que lo ha dejado marcado, se enfrenta a un presente en el que aprender a vivir consigo mismo se vuelve tan crucial como superar el pasado...