Para recapitular, la última vez en:
Itachi cerró los ojos brevemente, una expresión de conflicto cruzó su rostro. "Si esto es lo que quiere el clan", pensó, "entonces haré lo que pueda para protegerlo".
Mikoto se acercó a su hijo y le puso una mano en el hombro. "Todos tenemos que tomar decisiones difíciles. Eso forma parte de ser jefe de clan, y es tu trabajo como heredero del clan, Itachi."
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Actualidad:
El bosque era una fortaleza de sombras y silencio, que se cernía a su alrededor. Zabuza Momochi se movía con la gracia de un espectro, su enorme espada, la Kubikiribōchō, colgada del hombro como si no pesara más que una pluma. Sus ojos estaban fijos en el Libro de Bingo que tenía en las manos, escudriñando sus páginas con mucha concentración. Detrás de él, Haku Yuki le seguía, con sus pasos suaves como el soplo del viento, pero su mirada aguda, atenta a cada parpadeo de movimiento entre los árboles. Estaban cumpliendo un contrato, rastreando una cantera en el País de los Colmillos: un trabajo bastante trivial, pero muy gratificante.
Pero Zabuza estaba distraído. Estaba absorto en el Libro de Bingo, e inusualmente callado, con una tensión que incluso Haku podía sentir. Le observó, fijándose en cómo tenía los hombros encorvados sobre el libro y cómo lo agarraba con tanta firmeza.
"¿Hay algo que deba saber, Zabuza-sama?". La voz de Haku era suave, como una ondulación en un estanque en calma, pero rompió el silencio que había entre ellos.
Zabuza no respondió de inmediato. Siguió leyendo, con los ojos entrecerrados, como si las palabras de la página fueran algo más que tinta y papel, como si fueran un acertijo que se complicaba con cada línea. Finalmente, levantó la vista, echando un vistazo por encima del hombro, con ojos oscuros y tormentosos.
"Otro monstruo ha roto sus cadenas", dijo con voz grave, casi un gruñido. "Y ahora está suelto".
Las cejas de Haku se alzaron ligeramente, su habitual calma dando paso a un atisbo de curiosidad. "¿Quién, Zabuza-sama?".
Los labios de Zabuza se curvaron en una sonrisa irónica, su expresión insinuaba una pizca de amargura. "El hijo del Relámpago Amarillo y del Habanero de Sangre Ardiente. Un linaje maldito donde los haya".
Los ojos de Haku se abrieron de par en par y su calma habitual se esfumó al reconocerlo. Ella conocía esos nombres. Todo el mundo los conocía. El Relámpago Amarillo, cuyo solo nombre bastaba para paralizar ejércitos, y el Habanero de Sangre Caliente, una tempestad con forma humana, temida en todas las naciones. "Suelto, como... ¿un nin desaparecido?", preguntó, con voz casi incrédula. "¿Por qué?"
Zabuza soltó una risita oscura y sin gracia, un sonido como de acero raspando la piedra. "Sí, una nin desaparecida. Se dice que el propio Daimyo del Fuego tuvo algo que ver. Probablemente sólo sea política. Quizá ya no podían soportar el linaje del chico, o quizá los pecados de su madre son demasiado pesados para ellos. De cualquier manera, se ha vuelto un pícaro. Y dicen que su recompensa es lo bastante alta como para ser una de las más altas, haciendo que hasta el shinobi más valiente se lo piense dos veces".
Le lanzó el Libro de Bingo a Haku, que lo cogió con facilidad. Hojeó las páginas hasta que encontró la entrada, sus ojos recorrieron el rostro de Uzumaki Naruto, la lista de sus habilidades y las enormes sumas de recompensa adjuntas a su nombre. Cuanto más leía, más se le aceleraba el pulso y un leve escalofrío le recorría la espalda.
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Entrada del Libro de Bingo
Nombre: Naruto Uzumaki Namikaze
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Naruto - El Último Portador de la Tormenta:
Random¿Y si Minato hubiera elegido a Konohamaru como jinchuriki en lugar de a Naruto? El resultado habría sido distinto para Naruto. Habría nacido dos años antes del ataque, habría crecido sin ser consciente de su herencia y habría experimentado desafíos...