Alastor andaba por las calles del infierno, con su estilo despreocupado de siempre, cuando algo inusual llamó su atención. En un callejón oscuro, un libro brillaba intensamente, como si lo invitara a descubrir sus secretos. Sin pensarlo dos veces, s...
En algún lugar muy, muy lejano de Equestria, en un continente que pocos conocían, se encontraba un portal brillante y vibrante. De repente, este portal se abrió, dejando escapar una luz intensa que iluminó el entorno. De su interior emergió una pony de cabello rubio largo, que cayó al suelo con un golpe sordo, levantándose con dificultades y tratando de acostumbrarse a su nuevo entorno.
???: ¿Qué...?.
Se preguntó en voz alta, mirando con incredulidad sus patas. Se dio cuenta de que ya no tenía manos; en su lugar, había pezuñas. Miró su cuerpo de pony, con un cuerno en la frente y alas extendidas, y un grito de sorpresa y confusión resonó en el aire.
???: ¡No puede ser!.
Exclamó, corriendo en círculos, tropezando con árboles y rocas, luchando por adaptarse a su nueva forma. Su nombre era Charlotte Morningstar, aunque prefería que la llamaran Charlie. Mientras corría, su mente trataba de asimilar lo que estaba sucediendo. Había pasado de ser una criatura de un mundo completamente diferente a convertirse en una pony en un lugar que no reconocía.
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A pesar del caos, había algo en su nueva forma que la mantenía atenta: el smoking que aún llevaba puesto, un detalle que le otorgaba un aire de elegancia incluso en medio de su confusión.
Charlie: ¿Cómo llegué aquí?.
Se preguntaba mientras continuaba su frenética carrera, intentando encontrar un sentido a todo. Había una mezcla de miedo y emoción zumbando en su interior, y aunque el pánico la empujaba a seguir corriendo, en algún rincón de su mente sabía que había más en esta historia de lo que podía comprender en ese momento.
El misterio de su llegada a este nuevo mundo, al igual que el de Alastor, se iría revelando más adelante. Pero por ahora, Charlie se encontraba en medio de un frenesí, explorando su nuevo entorno y tratando de encontrar una manera de entender quién era ella en esta extraña y mágica realidad.
Charlie: ¡¿Qué carajos está pasando?!.
Gritó Charlie, llena de confusión mientras intentaba correr. Se dio cuenta rápidamente de que su cuerpo no respondía como esperaba; cada intento de moverse resultaba en un tropezón, como si estuviera aprendiendo a caminar por primera vez. Al mirar hacia atrás, vio que tenía alas en ambos lados, lo que la dejó aún más confundida.
Charlie:¿Qué es esto?.
Pensó, sin entender que en realidad era un pony, o más específicamente, una Alicornio.
Clamó, su voz resonando en el bosque que la rodeaba. La desesperación y la confusión la hacían sentir vulnerable, mientras luchaba por mantener el equilibrio en su nuevo cuerpo. Cada paso era un desafío, y sus alas, aunque aún incontrolables, se movían de manera torpe, como si no supiera cómo usarlas.
Mientras trataba de caminar con dificultad, comenzó a asimilar un poco más sobre su nueva forma. Su cuerno brillaba con un leve destello, y aunque no sabía cómo utilizar sus alas, empezaba a comprender que había algo más en ella de lo que había imaginado. Sin embargo, en ese momento, solo podía pensar en la urgencia de encontrar ayuda.
Charlie: Soy solo un caballo... bueno, un pony... o eso creo.
Reflexionó, sin comprender del todo la magnitud de su transformación. La realidad era que no solo había cambiado de forma, sino que había entrado en un mundo lleno de magia y criaturas extraordinarias.
A medida que avanzaba a través del bosque, sus pensamientos se agolpaban. A pesar de la confusión, una pequeña chispa de determinación comenzó a encenderse en su interior. Sabía que debía encontrar respuestas, y que la única manera de lograrlo era avanzar, aunque tropezara y cayera en el camino.
Charlie: Ay, Dios, ¿por qué tuve que tomar ese libro?.
Murmuró Charlie, recordando vívidamente el momento en que un libro misterioso había aparecido mágicamente en su habitación en el hotel Hazbin. Al abrirlo, fue absorbida por una luz brillante, y ahora se encontraba en este extraño mundo sin tener idea de dónde estaba exactamente. Mientras caminaba con dificultad a través del bosque, sus pensamientos giraban en torno a qué hacer a continuación.
Charlie: ¿Qué se supone que debo hacer ahora? Este lugar es un completo misterio *se detiene* Primero, necesito encontrar a alguien que me explique esto.
Pero la soledad del bosque la rodeaba, y la ansiedad comenzaba a apoderarse de ella mientras seguía avanzando, buscando respuestas en cada rincón.
...
..
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Mientras tanto, en Ponyville, Alastor se encontraba reclinado a la orilla de un pequeño lago, disfrutando del cálido sol que brillaba sobre su pelaje. Frente a él, un grupo de ponis. Twilight, Applejack, Rainbow Dash, Fluttershy, Rarity, Pinkie Pie y Spike, jugaban alegremente en el agua, riendo y chapoteando sin preocupaciones. Aunque el ambiente estaba lleno de risas y diversión, Alastor no podía evitar sentir una ligera incomodidad, una corazonada que le decía que algo había llegado a este mundo.
Alastor: ¿Qué será lo que se avecina?.
Pensó para sí mismo, sintiendo que el aire estaba cargado de una energía diferente. Sin embargo, decidió ignorar esa sensación y seguir disfrutando de su momento de relax. Con sus pezuñas detrás de su cabeza, se tumbó en el césped, buscando la paz del sol y el sonido del agua, confiando en que, si algo realmente necesitaba atención, se haría evidente más tarde.
Mientras Alastor disfrutaba de su momento de relajación al sol, una sombra oscura se despegó silenciosamente de su figura, deslizándose hacia un rincón apartado del lago. Era una manifestación de su propia esencia, un reflejo de su ser que se movía con sigilo.
La sombra se concentró, sintiendo una perturbación en la magia que provenía de lejos, más allá de las fronteras de Equestria. Con un susurro apenas audible, se dirigió a Alastor, cuyas orejas se aguzaron ante la presencia de su propia sombra.
Shadow: He estado sintiendo una alteración en la magia en un lugar distante. Algo ha llegado a este mundo, y podría ser un problema.
Alastor, sin cambiar su postura, dejó escapar un suspiro despreocupado.
Alastor: No te preocupes por esas pequeñeces.
Respondió con un tono relajado, manteniendo la mirada en el agua.
Alastor: Mientras no venga nada a Equestria que me fastidie, no tengo motivos para actuar. A veces, las perturbaciones son simplemente eso: perturbaciones. Ahora, ¿por qué no te unes a mí y disfrutamos del sol en lugar de preocuparnos por lo que no podemos controlar?.
Con esas palabras, la sombra se disolvió lentamente, volviendo a unirse a su forma, mientras Alastor se acomodaba aún más en el césped, decidido a disfrutar del momento y dejar de lado cualquier inquietud.
