Cautivo de la Imagen.

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La sala de exposiciones de la universidad bullía con la energía nerviosa de los estudiantes de último año. Las fotografías, cuidadosamente dispuestas en las paredes blancas, captaban fragmentos de vida a través de lentes diversos, cada una contando su propia historia.

El joven inglés ajustaba meticulosamente el marco de una de sus fotografías, consciente de la presencia de su profesor a unos metros de distancia, aparentemente absorto en una conversación con otros profesores del departamento. Sus miradas se encontraron brevemente a través del espacio, y el rubio sintió ese ya familiar cosquilleo en el estómago al recordar la noche anterior.

Así como muchas noches anteriores.

– Tu serie sobre claroscuros es excepcional, la forma en que capturas la luz... – comentó el austriaco, acercándose con pasos medidos. Su voz, profesional y controlada, contrastaba con la intensidad de su mirada.

– ¿Te refieres a la manera en que las sombras danzan con la claridad, profesor? Como cuando algo... o alguien... emerge de la oscuridad – interrumpió el menor, permitiéndose una pequeña sonrisa. El más alto entrecerró los ojos ligeramente, reconociendo la referencia velada a sus encuentros nocturnos.

– Precisamente. Aunque me intriga más tu manejo de la... tensión, la forma en que algunos elementos permanecen deliberadamente... fuera de foco – su voz bajó un octavo mientras se acercaba para examinar una fotografía particular.

La cercanía era casi insoportable. El ojiazul podía percibir el aroma de su colonia, mezclado con ese olor único que había aprendido a asociar con noches de pasión contenida y promesas susurradas.

– A veces, lo que no se muestra es más... sugerente que lo evidente – murmuró el rubio, pretendiendo ajustar una fotografía que no lo necesitaba.

–Cuidado. Estamos en público – advirtió el castaño en voz baja, su aliento rozando el oído del más bajo.

–¿No es eso lo que lo hace más... emocionante?

La tensión entre ellos era casi palpable, un hilo invisible que amenazaba con romperse en cualquier momento. Los demás estudiantes y profesores circulaban a su alrededor, ajenos al intercambio cargado de significado que ocurría en su pequeño rincón de la exposición.

Christian estaba a punto de responder cuando una voz desconocida cortó el aire como un cuchillo afilado.

–Impresionante dominio del espacio negativo. Aunque me pregunto si has considerado explorar... perspectivas más arriesgadas – la voz era suave, cultivada, con un acento que sugería años de educación privilegiada.

El joven se giró para encontrarse con un hombre alto, impecablemente vestido, que sostenía una copa de vino como si fuera un cetro. Sus ojos, de un gris penetrante, escanearon al británico con una intensidad que resultaba tanto profesional como personal.

Al lado del hombre se encontraba Niki, que sonreía de una manera que le decía al rubio que tan entretenido estaba encontrando toda la escena.

La atmósfera en la sala cambió sutilmente, como si el aire se hubiera vuelto más denso. El británico sintió la tensión emanando del cuerpo del más grande, aunque éste mantuvo su expresión profesionalmente neutral.

– Me halaga su observación, ¿Qué tipo de... perspectivas sugiere? – respondió el rubio, permitiendo que una leve sonrisa jugara en sus labios, mirando al desconocido.

El hombre dio un paso más cerca, estudiando la fotografía con aparente interés profesional, aunque sus ojos ocasionalmente se desviaban hacia el ojiazul con una intensidad calculada.

– Verás, hay cierta... inocencia en tu trabajo. Técnicamente impecable, por supuesto, pero me pregunto qué sucedería si te permitieras explorar los... bordes más oscuros del arte – comenzó el desconocido, señalando con un gesto elegante hacia una de las fotografías.

Sombras en Foco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora