Parte 1

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El Encuentro

Isabela estaba acostumbrada a las reglas, a las expectativas, a la rigidez de una vida construida sobre los cimientos de lo que era "correcto". Pero esa noche, en la oscuridad de un bar al borde de la ciudad, algo dentro de ella se rompió. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero sí era la primera vez que sentía una necesidad tan visceral de romper con su propia naturaleza.

El murmullo de las conversaciones y la música envolvían el aire denso, y allí, en el centro de todo, estaba él. Alejandro. Con sus ojos intensos, como si pudieran ver más allá de la fachada que ella había cuidado tan meticulosamente. Su mirada se cruzó con la de ella, y en ese instante, el mundo pareció detenerse. No hubo palabras, ni sonrisas tímidas. Solo una comprensión silenciosa de que lo que ambos querían no podía ser dicho en voz alta.

Isabela sintió un calor desconocido recorrer su cuerpo, una urgencia que la inquietaba. Se giró rápidamente, tratando de ignorar el magnetismo que lo envolvía, pero en sus entrañas algo despertó. Lo conocía, aunque no sabía cómo. El aire entre ellos parecía cargado de algo peligroso. Algo prohibido.

Alejandro se acercó con pasos firmes, su presencia llena de una seguridad que intimidaba y atraía a la vez. "No puedes huir de lo que deseas", dijo, su voz baja, casi un susurro, pero clara como el cristal. Isabela tragó saliva, intentando encontrar la compostura que siempre había tenido, pero algo en sus ojos le decía que esa noche las reglas ya no importaban.

"¿Qué quieres?" preguntó ella, más por el impulso de desafiarlo que por curiosidad.

"Lo mismo que tú", respondió Alejandro, y su sonrisa fue lo único que la hizo dudar.

Amanecer ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora