"La verdad es esta: cada monstruo que has conocido, o que vayas a conocer, alguna vez fue un ser humano con un alma que era tan suave y liviana como la seda. Alguien robó tal seda de su corazón y los transformó en esto" (Nikita Gill).
Llovía con violencia. El calor había amainado, de hecho, el cambiante clima del mar hacía que ahora sintiera muchísimo frío. Despertó por el estruendo de un trueno, con la cabeza latiendo y con los músculos entumecidos. Le dolían muchísimo las costillas, como si se le hubiesen roto todos los huesos, y le costaba respirar. Abrió los ojos sintiendo que la lluvia lavaba sus lágrimas. Estaba en una azotea, no estaba segura de en cuál, y el paisaje circundante era gris y lleno de nubarrones oscuros.
—¿Dónde estoy? —susurró—. ¿Qué pasó?
—Estás a salvo. Estamos en tu casa —contestó una voz familiar.
Se incorporó como pudo, sentándose en la superficie fría, y levantó la vista hacia él. Una criatura peluda y extraña estaba a su lado, con las piernas cruzadas en posición de loto. Tenía ropa humana, y cierta apariencia humana también, pero era más que obvio que humano no era.
—¿Q...? ¿Qué...? ¿Quién...? ¿Qué es lo que...? —las lágrimas empezaron a brotar solas de sus ojos, sus labios siguieron balbuceando preguntas a la mitad. Estaba petrificada. Había algo junto a ella, algo parecido a un animal, pero estaba segura de que la voz había provenido de eso. Los rayos caían uno tras otro, y su resplandor dejaba ver parcialmente ese rostro de ojos amarillos y los afilados dientes de su boca.
—¿Estás herida?
No contestó. Se quedó mirándolo. Temblando. Muerta del terror. Había suficiente luz de día para estar segura de lo que veía, suficiente resplandor de la tormenta para pensar que estaba equivocada. ¿Estaba soñando o algo así? ¿Qué estaba pasando?
—Ao Kuang. El dragón. ¿Te hizo algo? ¿Te dijo algo importante? ¿Te dijo para qué te quería?, ¿qué estaba buscando?, ¿algo?
—Habla... —balbuceó ella. Espantada, observó que tenía la apariencia de un hombre joven, pero la nariz bastante achatada, casi como la de un simio, y sus grandes colmillos afilados eran desproporcionales para su rostro. ¿Era alguna especie de animatrónico?, ¿un títere de alta tecnología para el trabajo? No tenía sentido y, no obstante, se le ocurrieron mil teorías locas de lo que pudiera ser.
—Sí. Habla. Pero hasta donde sé tú también. Patrisha contesta —dijo él tomándola del brazo con impaciencia—. Es importante.
Path se arrancó de su mano asustada. Se alejó como pudo arrastrándose hacia atrás, resbalando sobre el concreto mojado. Las lágrimas se hicieron más grandes, tan copiosas como la lluvia.
—Patty... Necesito que me digas qué te dijo ese loco —insistió él poniéndose de pie.
Y era alto, demasiado alto, estirado como de dos metros. La mujer siguió impulsándose con las palmas de las manos para alejarse de él, sintiendo que no le funcionaban las piernas, y en un arranque de histeria comenzó a chillar y a llorar.
Sun Wukong notó entonces que era su aspecto el problema. —Ya, ya, okey —se quejó y se transformó en su alter ego humano frente a ella—. ¿Así está mejor? —insistió con las manos en alto. La chica gritó con más fuerzas que antes al ver a Sung Sam—. ¡Está bien, está bien, está bien, entonces no! —dijo retornando a su forma original. Un hombre mono que no pasaba de la altura de ella. Y no había manera de calmarla. La mujer lloró cerrando los ojos.
Se acercó a ella lentamente y agarró sus manos mientras ella forcejeaba y maldecía. —Está bien. Estás a salvo. No pasa nada...
—¡Era un dragón! —susurró ella con incredulidad.
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Sun Wukong & la mujer de los ojos inmortales (En proceso de corrección)
FantasyNadie nunca te ha dicho que el hilo rojo pueda ser también una cadena. 🌸🍑🌸 El dios chino Sun Wukong vivía tranquilo. Pasaba sus días divirtiéndose y fastidiando a otros en el Cielo de Jade, plenamente satisfecho por todo y preocupándose por absol...