Estaba en mi cuarto, revisando ropa en el armario con el celular en la mano, hablando con Dulce. Ella me hacía reír con sus comentarios sobre cómo siempre andaba "buscando joder", pero lo cierto era que estaba planeando algo.—Bueno, y al final, ¿qué te vas a poner? —preguntó Dulce.
—Algo casual... pero que lo deje claro. —respondí, sacando unos mini shorts que sabía que iban a dar de qué hablar.
—¿Claro qué? —preguntó riendo.
—Nada. —Me reí, dejando caer los shorts sobre la cama y agarrando un buzo suelto que caía justo donde terminaban los shorts. La combinación era perfecta: cómoda, pero suficiente para que Richard no pudiera quitarme los ojos de encima.
Cuando colgué con Dulce, me miré en el espejo y sonreí. Los shorts eran tan cortos que parecía que no llevaba nada debajo del buzo, y eso era justo lo que buscaba. Que Richard mirara, pero no pudiera hacer nada al respecto.
Bajé las escaleras con pasos tranquilos, sintiendo el aire fresco que subía desde la sala. Ahí estaba él, sentado en el sofá, revisando algo en el celular. Llevaba una camisa negra ajustada que resaltaba sus brazos tatuados, un pantalón beige que caía perfectamente sobre sus piernas y unos zapatos casuales pero de marca. El perfume que usaba siempre me llegaba incluso desde lejos.
—¿Y esa pinta, Malandro? —pregunté, apoyándome en el barandal mientras me aseguraba de que él notara mi presencia.
Levantó la mirada lentamente, y sus ojos recorrieron mis piernas hasta llegar al borde del buzo. Su mandíbula se tensó, y sentí que iba a decir algo... pero justo en ese momento, la abuela y el abuelo aparecieron desde el fondo del pasillo.
—Ah, sí, claro... yo me porto mal, pero ustedes siempre me dejan esperando. —Richard desvió la mirada hacia sus padres, levantándose del sofá.
Me mordí el labio para no reír, porque sabía que lo había puesto incómodo, pero él no podía hacer absolutamente nada con sus papás a solo unos pasos de distancia.
—¿Y usted qué? —me preguntó finalmente, girándose hacia mí con un tono serio. —¿Ese buzo le tapa algo o qué?
—Obvio, ¿no lo ve? —respondí, dándome la vuelta para subir el último escalón, asegurándome de que pudiera ver los shorts mientras lo hacía.
—Skyler... —dijo entre dientes, pero no pudo continuar porque su mamá, Sandra, lo interrumpió.
—Richard, ¿puede calmarse? Vamos tarde. —Ella pasó por su lado, ajustándose un collar y llamando a Juvena para que apurara.
—No sea tan intensa, Sandra, vámonos. —Richard suspiró, mirando de reojo hacia donde yo estaba. Me lanzó una mirada que lo decía todo, como si quisiera seguirme hasta el cuarto.
—Pásenla bien. —dije con una sonrisa inocente, antes de desaparecer por completo.
Narra Richard
Subí al carro malhumorado, y no era porque íbamos tarde. Esa pelada se la pasaba jugando conmigo. Sabía exactamente lo que hacía, cómo moverse, qué decir. Era una condenada provocación ambulante. Y lo peor es que no podía hacer nada porque mis papás estaban ahí.
—Mijo, ¿está bien? —preguntó mi papá desde el asiento de copiloto.
—Sí, sí, solo cansado. —respondí, ajustando el retrovisor.
Pero lo único que podía pensar era en cómo ese buzo caía sobre sus piernas, dejando ver lo justo y necesario para que me volviera loco.
"Skyler, cuando vuelva, más le vale estar dormida..." pensé, pero algo en mi pecho me decía que esa noche iba a ser muy larga.
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Prohibido - Richard Ríos
RomanceSkyler, una joven rebelde, es enviada a vivir con su tío Richard, un hombre tan seductor como prohibido. Entre miradas que queman y secretos que duelen, ambos cruzarán límites que nadie se atrevería a imaginar. Una atracción peligrosa en un juego do...