Capítulo 26

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Mientras avanzaban, notaron que Hayami estaba en la entrada del gremio, con una expresión de alegría mientras miraba hacia un lado. Cuando notó la presencia de Aren, su rostro se iluminó aún más.

—¡Aren! —gritó, acercándose a ellos. Su cabello oscuro y lacio caía perfectamente sobre sus hombros, y su piel de porcelana contrastaba con la luz del día. Tenía una figura delgada pero atlética, y su mirada brillante y curiosa revelaba una mezcla de determinación e inocencia.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Aren, aún un poco sorprendido por su presencia.

—Escuché que es tu cumpleaños, y no podía dejar pasar la oportunidad. —dijo, sonriendo.

Makari sonrió también. —¡Claro que sí! Este es un día para celebrar. ¿Qué has traído, Hayami?

Aren no pudo evitar sentir que su corazón se aceleraba al ver la emoción en los ojos de Hayami. —Solo una sorpresa... —murmuró ella, pero no dejó que su timidez la detuviera.

De repente, Makari interrumpió. —¡Deberíamos tener una fiesta! ¡Con pastel, vino y todo!

—No, no es necesario. —Aren se apresuró a decir, sintiendo que todo se estaba volviendo demasiado.

Hayami frunció el ceño, pero no le hizo caso. —Solo déjame hacer algo pequeño. Siempre he querido organizar algo así, y si es tu cumpleaños, deberías permitirlo.

Aren sintió una mezcla de presión y apreciación. La idea de una celebración era aterradora, pero también un poco tentadora. Sin embargo, en su corazón, sabía que en medio de las sombras que lo acechaban, era difícil permitir que la luz entrara.

Mientras tanto, Makari, impasible, comenzó a planear el evento en voz alta, hablando de decoraciones y de cómo podrían hacer que el ambiente fuera festivo.

—¿Y si organizamos una competición de cartas para que todos se diviertan? —sugirió Makari, emocionado.

—¿Una competencia de cartas? —repitió Hayami, riendo—. Eso suena divertido. Pero Aren... tú deberías ser el centro de atención. Es tu día, después de todo.

Aren trató de sonreír, pero su mente seguía dándole vueltas a la conversación con Ryder y lo que le había revelado. —No quiero ser el centro de atención. Solo quiero que las cosas vuelvan a la normalidad.

Hayami se acercó a él, su tono se volvió serio. —Aren, la vida no se detiene. Debes aprender a vivir en medio del caos.

—Está bien, lo intentaré. Pero no prometo que seré el alma de la fiesta. —dijo, sintiéndose como si estuviera cediendo un poco.

Makari sonrió con satisfacción. —¡Eso es lo que quería oír!

—Solo no hagas que me ponga un sombrero ridículo. —advirtió Aren, en un intento de mantener la atmósfera ligera.

—¡No te preocupes! ¡Solo un poco de confeti! —replicó Makari, riendo.

Mientras los tres se reían y bromeaban, Aren sintió que, por un momento, las preocupaciones y la oscuridad que lo rodeaban se desvanecían. Quizás, en medio de toda esa lucha, había espacio para una pequeña celebración después de todo.

Mientras la conversación seguía fluyendo entre risas y planes, Aren sintió una punzada de inquietud al pensar en Damien. No había visto a su amigo en varios días, y la preocupación se instaló en su pecho.

—¿Dónde está Damien? No lo he visto desde hace un tiempo. —preguntó, su voz marcando un tono de seriedad que rápidamente rompió la ligereza del ambiente.

          

Makari se encogió de hombros, una expresión juguetona cruzando su rostro. —Quizás se ha ido a buscar a alguna chica. Estás celoso de que ahora estás aquí y no tienes su atención.

Hayami frunció el ceño, su tono tomando un giro más serio. —No creo que eso sea el caso. Damien está investigando por su cuenta.

—¿Investigando? ¿Sobre qué? —preguntó Aren, su interés despertando.

—Escuché que un grupo de pandilleros está extorsionando a varios dueños de locales comerciales en el centro. Damien se está infiltrando entre ellos para descubrir quién está detrás de todo esto. —respondió Hayami, su mirada fija en Aren.

Aren asintió lentamente. Sabía que Damien siempre había tenido una inclinación, un tanto retorcida, hacia la justicia, aunque su forma de buscarla a menudo cruzaba líneas que los demás preferían no tocar. Sin embargo, el hecho de que se arriesgara tanto le preocupaba.

—Eso es muy noble de su parte, —dijo Hayami, tratando de infundir un poco de optimismo en la conversación—. Preocuparse por cosas que otros asesinos consideran banalidades, es parte de lo que define a un asesino, es para lo que se fundó la orden en un primer lugar.

Aren miró a Hayami con un dejo de escepticismo. —No sé si eso se le puede considerar noble. A Damien le importa más la venganza que la justicia.

—A veces, esas dos cosas pueden ir de la mano, Aren. —intervino Makari, cruzando los brazos. —Pero entiendo lo que dices. Es fácil dejarse llevar por la ira.

Aren cerró los ojos, recordando momentos pasados en los que Damien había perdido el control por su deseo de venganza. Su amigo había sido un hombre marcado por el dolor y la traición. La idea de que buscara justicia a través de métodos tan peligrosos lo inquietaba.

—Espero que no se meta en problemas. —murmuró Aren, sin poder evitar sentirse culpable por no haber estado allí para frenarlo.

—Siempre se mete en problemas. Eso es lo que hace Damien. Pero a veces, hay que dejar que se enfrente a sus propios demonios. —respondió Makari, mirando a Aren con una mezcla de comprensión y desafío.

—Tal vez, pero no puedo evitar preocuparme. —Aren se pasó una mano por el cabello, sintiendo la presión creciente en su pecho. —Es su vida lo que está en juego.

Hayami se acercó un poco más, su expresión seria. —Aren, Damien sabe lo que está haciendo. Y aunque se enfrenta a sus propios demonios, tú no eres responsable de sus decisiones.

—Eso no significa que no me importe. —Aren replicó, su tono más intenso. —Él es mi amigo, y siempre lo he considerado así. Aun así, no puedo ayudarlo si se ha decidido a ir por su cuenta.

Makari sonrió con un aire de complicidad. —¿Qué tal si hacemos algo? En cuanto terminemos aquí, podríamos ir a buscarlo. Juntos, podríamos ofrecerle un poco de apoyo.

Aren se detuvo, considerando la idea. No estaba seguro de si Damien querría ayuda, pero al mismo tiempo, sabía que no podía dejar que su amigo se enfrentara solo a una situación tan peligrosa.

—Está bien. Si hay alguna posibilidad de que podamos ayudarlo, lo haremos. —dijo finalmente Aren, una determinación creciendo dentro de él.

—Eso es lo que me gusta oír. —Makari respondió, una chispa de entusiasmo brillando en sus ojos. —Vamos a buscarlo. Quizás podamos tener una fiesta con un propósito, después de todo.

—Primero, dejemos que Hayami se encargue de la decoración de la fiesta. —bromeó Aren, intentando suavizar la tensión que se había acumulado en el aire.

El Vacío de la Razón (parte 1)Where stories live. Discover now