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El corazón del castaño estaba hecho trizas, que se le haya negado volver a ver a Sugawara era sin duda la peor experiencia que pudo haber conocido.

Era un cruel castigo que se lo había ganado con alevosía.

Había matado toda ilusión posible en ese chico del que estaba enamorado desde la secundaria. Todas sus decisiones fueron equivocadas y un gran error que los condujo a que ambas oartes sufrieran en silencio.

Durante años calló sus sentimientos porque temía que no fuese correspondido y prefería hacerse ensoñaciones en su cabeza donde las canciones que cantaban eran sólo para él. Era una tontería, pero su corazón se llenaba de dulzura cada que lo escuchaba.

Sí, eso era y por esa misma razón decidió que lo ayudaría incondicionalmente a brillar, quién diría que sería él el que terminará por apagarlo.

Todo lo que había hecho... ¿había sido un error? Callar sus sentimientos, amarlo en silencio, negarse a acercarse y fingir que no sentía lo mismo; todo, todo estaba mal.

En aquel cumpleaños cuando se besaron por primera vez sintió que el universo se revelaba frente a sus ojos y aún así... sus inseguridades sobre arruinar todo lo que habían logrado pudieron más con él y los pensamientos sobre que todo había sido por el alcohol y la emoción del momento llegaron a él y lo azotaron contra su cruel realidad.

Era su manager y su mejor amigo. No podía permitirse el codiciar algo más, así que decidió fingir que nada había pasado esa noche, que la pequeña esperanza de ser correspondido era tan minúscula que resultaría ridículo el afirmarlo. Pero... no era de esa forma, Suga lo quería de esa misma forma pues tiempo después se le había confesado reavivando la emoción de ese primer beso con sabor a licor y a miel.

Casi se lanzaba a besarlo en ese mismo instante, sino fue porque volvió a recordar cuál era su lugar y tuvo que retroceder veinte pasos. Monto murallas demasiadas altas y las cubrió de espinas, jamás se puso a pensar que Koushi trataría de escalar y en cada movimiento se lastimaría con las mismas trampas qué él había puesto.

Vio como sus manos sangraban por él y aún así decidió callar y alejarse, igual que un jodido cobarde que no merecía ser amado. Lo lastimó y se lastimó a él también porque nada le dolía más que estar lejos de él, que no poder llamarlo igual que antes y llevarle flores al término de cada presentación.

Estaba perdiendo no solo a su primer amor, sino también a su mejor amigo.

Y cómo si no pudiese poner peor decidió aceptar una propuesta realmente estúpida que terminaría de consumirlo en su propia agonía; ahora estaba en una relación con Semi, con alguien que se parecía inmensamente a Koushi, que lo besaba con amor y pasión y con el que podía compartir las sabanas, pero había un problema y es que Semi no era Koushi.

No eran sus ojos avellana quienes lo veían, ni eran sus manos quienes lo acariciaban, no era su voz que amaba escuchar y mucho menos era el sabor de los labios qué añoraba probar.

Sugawara se había ido y nadie quería decirle dónde. Era un idiota, un idiota que no sabía lo que quería y que estaba protegiendo las cosas equivocadas.

Todo se había vuelto un caos, la prensa no dejaba de hostigarlo y menos cuando su relación con Eita se había hecho pública por accidente.

No quería que las cosas escalaran hasta esas magnitudes, pero ya no sabía que hacer ni como salir del problema en el que estaba. Quizás esa era la razón por la que estaba tratando de hundirse un poco en el sabor de un vino tinto mientras se reproducía la primer canción que su Mr. Refreshing había lanzado.

Baila mi corazón.

Todo había sido demasiado obvio, todos los años que estuvieron juntos sólo sirvió para que se siguiera enamorando lentamente y al mismo tiempo de destruirse mutuamente.

¿Cómo iba a solucionar todo este lío?

Sabía que en el momento en el que Koushi regresara a su carrera podría impulsarla de nuevo y seguiría siendo esa gran estrella, pero... ¿Que pasaría con ellos? ¿Jamás podría estar cerca de él de nuevo? ¿Ya no serían amigos?

Por supuesto que no. Él lo había lastimado hasta límites tolerables y era evidente que no merecía ni una mirada suya.

No podría codiciar algo así de nuevo.

Sugawara lo iba a olvidar y serian dos extraños. No obstante, ser consciente que en cualquier momento perdería su amor le resultaba abrumador, no quería que lo dejara de amar, no quería perderlo, no quería... pero ya lo había hecho.

La había cagado en grande.

El vino resbaló por su garganta y el reproductor empezó a reproducir Rosa Pastel, la canción con la que declaraba el fin de algo que jamás existió y el pecho se le apretó y por fin... por fin las lágrimas llegaron a ensuciar sus mejillas.

No podía aceptarlo, no quería. No...

No iba a ser un jodido extraño para quien era y sería el amor de su vida.

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⏰ Última actualización: Nov 28 ⏰

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Rosa PastelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora