2

8 3 0
                                    

Aún recuerdo ese día. Malik me avisó que no vendría a la escuela. Dijo que tenía una cita con el doctor, y yo no le di mucha importancia. Después de todo, nos veríamos al día siguiente, ¿no es así?

No. Lamentablemente, no fue así. Malik no vino al día siguiente, ni el siguiente a ese. Una semana pasó, y luego otra. Esa semana se convirtió en un mes. La ausencia pesaba en el aire, como si me hubieran arrancado una parte de mí mismo.

Me empezaba a desesperar. Sentía que me faltaba algo vital, algo que no podía remplazar. Lo llamé incontables veces, le envié mensajes de texto, le escribí de tantas formas que perdí la cuenta. Incluso llegué a llamar a su madre, pero no hubo respuesta. Nada.

Cada día que pasaba sin noticias de Malik era un peso más que caía sobre mis hombros. Mi mente no dejaba de imaginar lo peor: ¿había enfermado gravemente? ¿Había decidido alejarse de mí por algo que hice? No podía sacarme esas ideas de la cabeza. A veces, por las noches, revisaba las conversaciones que habíamos tenido, como si buscar entre las palabras algún indicio de que algo estaba mal, algo que no había notado. Pero no había nada.

Pregunté a mis amigos, a todos los que lo conocían, incluso a mis profesores. Traté de disimular mi desesperación, pero cada vez que decía su nombre, cada vez que intentaba averiguar algo sobre él, lo único que recibía eran miradas de confusión o palabras vacías: "No sé nada", "No lo he visto", "Quizás solo está enfermo". Nada. Nadie me daba una respuesta, y ese vacío en mi pecho se hacía cada vez más grande, más pesado.

Me sentía perdido. Me sentía vacío. Era como si parte de mí hubiera desaparecido junto con él, y no había forma de recuperarla.

Finalmente, después de días de incertidumbre, un profesor se acercó a mí. Había notado lo preocupado que estaba, y su expresión me lo dijo todo antes de que pronunciara las palabras. "Malik está internado", me dijo.

Internado. Esa palabra retumbó en mi mente, como un eco interminable. ¿Internado? Me preguntaba, una y otra vez, incapaz de procesarlo del todo. ¿Qué significaba eso? ¿Había sido mi culpa? Las preguntas no dejaban de atormentarme.

¿Habrá intentado hacer algo estúpido por algo que dije o hice? ¿O quizá... simplemente por estar cerca de mí? ¿Había algo en nuestra amistad que lo había llevado a ese estado? No podía evitar culparme, aunque no tuviera pruebas de que fuera así. La culpa me consumía, y el vacío que sentía se volvió aún más profundo.

* * *

Recuerdo una noche en particular. Había pasado casi un mes desde la última vez que lo vi. Sentado en mi cama, sosteniendo el teléfono en mis manos, escribí un mensaje más:

"Malik, por favor, dime algo. Lo que sea. Estoy preocupado."

Y lo envié, aunque sabía que probablemente no recibiría respuesta. El silencio era ensordecedor, y la ansiedad me consumía.

Los días en la escuela eran peores. La ausencia de Malik se sentía como un agujero en el espacio que solíamos ocupar juntos. Mis compañeros notaron mi actitud, pero nadie se atrevió a decir nada. Incluso Charles, con quien había dejado de hablar hacía tiempo, intentó acercarse una vez para saber si estaba bien, pero yo lo alejé. No quería a nadie más, solo quería a Malik.

Pasaron unos días antes de que hubiera noticias. Finalmente, un mensaje suyo apareció en mi teléfono. Malik había visto uno de mis mensajes. Sentí como si, por un instante, el alma volviera a mi cuerpo. Por fin había un indicio de que estaba ahí, que seguía conmigo.

Pero esa sensación no duró. Abrí el mensaje con las manos temblorosas, y lo que leí me dejó helado:

"Estoy bien, gracias."

Era una respuesta que debería tranquilizarme, pero no lo hizo. No decía dónde estaba, qué había pasado, o si realmente todo estaba bien. Y la peor parte era que, aunque me había escrito, todavía sentía que estaba lejos.

Tres palabras, tan simples, pero tan llenas de distancia. Su tono era seco, sin ganas. Era como si estuviera poniendo un muro entre nosotros, uno que no podía cruzar. Algo no andaba bien. Lo supe con tan solo leer esas palabras.

Antes de que pudiera responder, de que pudiera pedirle explicaciones o intentar hablar con él, simplemente me bloqueó. Me dejó en silencio, otra vez.

Fragments of usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora