" No te detengas y no tengas miedo de chocar."
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Las últimas semanas del verano de Caellum habían sido bastante tranquilas. El Caldero Chorreante era un lugar muy acogedor, y el gentío que frecuentaba el local permitía que la muchacha pasara desapercibida. Tom, el cantinero clavo, era mejor persona de lo que parecía y había recibido a Caellum sin ningún problema. La había hecho sentir bienvenida y cómoda, lo que a ella le resultaba extraño ya que no estaba acostumbrada a ello. Cuando la chica se ofreció, la segunda noche de su estadía, a lavar la vajilla que quedaba pendiente, el cantinero le respondió, muy amablemente:
— Querida Cae, no hace falta que te ganes tu estadía aquí, deberías saberlo. —
Desde ese momento, Tom le había tomado un profundo cariño a la niña, quien le ayudaba sin permitirle negarse, ambos se quedaban hasta tarde jugando cartas en el pub, y él incluso le había comprado algunas decoraciones a su cuarto con lo que alcanzaba de su salario.
La noche del 31 de agosto había incluido una despedida profunda entre ambos, que había terminado en Tom entregándole a Cae una gata negra, preciosa como la noche oscura, que estaba abandonada en el callejón. Caellum la nombró Nix, en honor a la magnífica diosa de la noche, antes de dejarla a un lado y abrazar a Tom con todas sus fuerzas.
Una vez cerraron la cantina, Cae se fue a acostar, terminando de guardar cosas en su baúl («cortesía de la casa» había dicho Tom) como su cepillo de dientes y otros objetos de último minuto. Había doblado cuidadosamente su uniforme (el actualizado, con la falda gris) y había descolgado el último póster deLos Smiths, una banda muggle que adoraba cuyo letrero había aparecido junto al basurero de la calle muggle que salía del Caldero. Guardó Los Cuentos de Beedle el Bardo junto a la poca ropa muggle que tenía, y cerró el baúl café con aldabas negras.
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El primer día de Septiembre había llegado. La estación de King's Cross estaba repleta, pero no de estudiantes con baúles gigantes y gatos encima, si no de hombres de traje y mujeres al teléfono que caminaban en busca de sus viajes. Caellum se aferró al pergamino sucio que Tom le había entregado el día anterior, una carta de buena suerte donde indicaba su dirección para que le escribiera y un manual de instrucciones exactas sobre cómo llegar al andén 9 3/4.
Por muy tonto que pareciera, correr directo hacia un muro entre las plataformas 9 y 10 de la estación más conocida de Londres llevó a Cae a un andén mucho más pequeño, repleto de familias y gritos, despedidas, llantos, abrazos, búhos, un sapo perdido y un magnífico tren rojo cuya partida indicaba a las 11:00.
Uno por uno, cinco chicos de pelo rojizo, casi naranjo, cruzaron la pared tras ella, dos de ellos tan parecidos que Ce creyó que eran la misma persona, riéndose de uno claramente mayor, aunque más bajo, que removía una insignia en su ya puesto uniforme de Hogwarts. Cae se rió ante las burlas de los gemelos, creyendo que sus chistes calzaban bastante con el muchacho que ahora se acercaba a una mujer, regordeta y bajita, que le sonreía con tristeza. «Uy, amor familiar» Caellum se alejó incómoda ante el recuerdo de su inexistente familia y su tan anhelado cariño de infancia. Subió al tren, de cuyas ventanas varios niños se asomaban despidiendo a sus padres y, en el caso de los pelo de zanahoria, de su hermana que lloraba desesperada.
El tren se dividía en compartimentos con asientos que parecían cómodos a pesar de ser viejos, habían unos ocho compartimentos por vagón. Deambuló un buen rato tratando de encontrar uno vacío donde pasar su viaje, pero se tuvo que conformar por la cabina de la esquina del tercer vagón, donde un chico ya se encontraba subiendo sus pies cubriendo tres asientos.
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Astronomy h.p
FanfictionHemos viajado por los mares, hemos montado las estrellas Hemos visto todo desde Saturno y Marte Por mucho que parezca que eres dueño de mi corazón Es astronomía, somos dos mundos separados - 𝚀𝚞𝚎 𝚝𝚞 𝚟𝚒𝚍𝚊 𝚜𝚎𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊 𝚗𝚘 𝚜𝚒𝚐𝚗...