C A P I T U L O - V E I N T I N U E V E

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Pasó un par de días desde que Jimin fue encerrado en esa habitación. Estuvo realmente alterado y nervioso, pateó, gritó, maldijo. Y nadie llegó a abrir la puerta.

Conforme pasaban los días, Jimin pasó de comer una vez al día, a tres veces. Era el ruso, su supuesto hermano, quien abría la puerta y le dejaba un plato de comida en el piso. Alexei esperaba a que termine de comer para llevarse todo. Al  principio el ruso no le hablaba, se limitaba a mirarlo y a ordenarle comer; pero después llegó directo a hacer preguntas.

No pasó mucho tiempo para que Jimin se sienta menos sofocado, incluso llegó a apreciar la compañía de Alexei, ya que era la única persona que entraba a esa habitación. Con los días siguientes, Alexei no parecía interesado en amenazarlo y mucho menos en golpearlo. La última vez le llevó cobijas y una almohada.

— Pareces una mariposa — le dijo esa noche de viernes. Lo mencionó repentinamente, y Jimin se sorprendió mucho ya que antes habían estado hablando de los Jeon, como los últimos días. — eres una mariposa parlante y molesta. — gruñó.

— ¿Debería sentirme ofendido?— Jimin le preguntó y no pudo evitar soltar una risilla en voz baja. Alexei le dió una fea mirada, mortal y amenazadora. — No me das miedo.

— Aún puedo cortarte las manos— Alexei le responde, y Jimin cree ver un atisbo de sonrisa que es envuelta en una mueca rápidamente.

Alexei se levanta y sale de la habitación sin decir nada, más molesto de lo que se veía. Y Jimin volvió a soltar una risilla nasal, mirando a la puerta en esa oscuridad. Se levantó del piso y se acostó en la cama, su sonrisa poco a poco desapareció y una sensación culpable se instaló en su pecho. Soltó un suspiro pausado y lento, se dio la vuelta y cerró los ojos.

Sabía que no podía bajar la guardia con Alexei. Era el enemigo. ¡Lo secuestró! Pero había algo en Alexei que le obligaba a confiar, tal vez era la mirada gris de sus ojos, tan parecido a Jessi... O quizá, la manera en que el ruso le miraba, como si intentara ver algo a través de él.

Cada día habían más preguntas que respuestas, más delirios en esa habitación a oscuras, y, entre todo, más miedo reprimido que Jimin se obligaba a esconderlo en lo mas profundo de su ser.

Debía ser fuerte. Pero no sabía cómo, así que, sin poder evitarlo, copió la confianza desmesurada de Alexei y empezó a tratarlo como su igual. Y eso había funcionado ya que el ruso perdió el interés en causarle miedo y ahora sacaba temas de conversación.

Aunque la mayoría de las conversaciones abordaban a Jeon Hansen. Y Jimin se aburría de repetir que apenas lo conocía y que no le caía bien.

Se durmió un par de horas después, y como todas las noches, no pudo controlar sus pesadillas. Al principio era del atentado que sufrió a los cinco años, pero con los días posteriores, las pesadillas empezaron a ser de cuando tenía diez años y fue al orfanato. Y su mente subconsciente parecía tener una obsesión con hacer de sus pesadillas cien veces más horribles de lo que realmente eran.

Y al despertar, con el cuerpo empapado de sudor y temblando, Jimin se tocaba el pecho revisando que su ropa esté en su lugar correcto. Se revisaba todo el cuerpo, palpaba y verificaba que no haya ningún lugar que duela más de lo normal.

Y solo ahí, cuando estaba seguro que nadie lo había tocado, podía respirar.

Era el ritual de los últimos días.

Se levantó a oscuras, caminó a tientas hasta la pared y apoyó la frente en la frialdad del cemento. Y una vez que su corazón se tranquilizó y ya no estaba asustado, por fin se fue agachando hasta el piso y se quedó ahí hasta que la puerta se abrió.

LAS REGLAS DE LA MAFIA | Kookmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora