Un libro de tapa dura y cargado con aproximadamente mil hojas en su interior oprimía la parte superior de la cabeza de Park Jimin.
—Señorito Kim, ¿cuánto tiempo más debo llevar esto encima? —se quejó, con la espalda destrozada por mantener la misma postura erguida desde hacía una hora. Trató de conservar un andar refinado y natural durante su práctica.
¿Es que todas las áreas de aprendizaje conllevaban sufrimiento corporal o qué? Ya demasiado había tenido el día anterior con la clase de tiro al arco, en la que tan mal le iba. Si contaban con él para defender el honor del imperio, con seguridad terminaría disparándole una flecha a uno de los suyos. Así de terrible era su puntería.
—Deja de quejarte como niña y sigue caminando —gruñó Seokjin, repantigado al lado de una mesita redonda de madera para tomar el té, con elegantes manteles estampados—. No me obligues a traer los cordones y atarte para que endereces esos hombros.
Jimin tragó saliva.
El institutor solía utilizar cordones para sostener sus delgados brazos tras la espalda. Una corta tira era suficiente para adherirse a su piel en la parte superior de la articulación del codo, permitiendo de esa forma que sus hombros se mantuvieran rectos.
El problema con eso radicaba en que, si el libro se caía de su cabeza al desplazarse, Seokjin se encargaría de asestarle un par de azotes en el trasero con el mismo libro. Y ni mencionar lo doloroso que se sentía.
—No hace falta —se apresuró a contestar, enderezándose más—. Trataré de hacerlo bien.
—Así me gusta, pequeñajo. Sigue la línea del piso sin mirarla.
Seokjin sonrió con maldad. Le gustaba hacer sufrir al menor, aunque también disfrutaba observando sus progresos.
—¿Qué me estás viendo, Park? —le increpó.
Es que, ¿cómo no quedarse viendo al señorito Kim si apoyó el pie izquierdo desnudo sobre la mesa de té mientras que, con un alicate sacado del bolsillo de su pantalón, comenzaba a cortarse las uñas de los dedos? "Todo un despliegue de refinamiento", rio Jimin mentalmente.
—No me parece para nada serio que usted sea mi enseñante de etiqueta, señorito Kim.
—¿Qué estás queriendo decir con eso, pequeñajo? ¿Qué no tengo modales? ¡¿Eh?!
El institutor hizo amague de levantarse. Jimin se sobresaltó y dejó caer el libro de su cabeza, el cual cayó al piso con un estruendo.
—Eso es todo. Traeré el cordón. Y prepara tu culo porque te daré unos azotes con el libro —el más alto dejó a un lado lo que estaba haciendo, calzó los zapatos y esta vez sí se puso en pie para salir en busca de lo que necesitaba.
El pobre doncel cerró los ojos, cansado. El día apenas comenzaba.
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Kivara (Kookmin / Vmin)
FanfictionEn el palacio de Kivara, la sucesión al trono entre los príncipes Jungkook y Taehyung se entrelaza con una batalla por amor. Unidos por sangre pero divididos por ambición, se disputarán no sólo el futuro del reino, sino el corazón del plebeyo Park J...