CAPÍTULO 3

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- El presidente Snow quiere que te reúnas con su familia para la hora del té – dijo la voz fría de Egeria esta mañana.

Las cosas no han cambiado realmente: Neptune sigue intentando acercarse a mí y yo sigo igual de indispuesta a dejarlo, la señora Cleothilde sigue vistiéndome como se le da la gana y maquillándome con el mismo estilo que estuvo de moda cuando ella aún tenía rodillas funcionales, veo a Peeta solo cuando vamos a ensayar para los propos, cada vez más delgado y su mirada cada vez más huidiza, lo cual me alarma, Gale sigue explotando contra mí de vez en cuando, llamándome "snob" odiando que sea hija del alcalde, que haya sido una profesional, que haya sido una vencedora, que haya sido influyente en el Capitolio y que no haya sufrido la misma necesidad que él y Katniss... pero ha cumplido su promesa y me ha leído notas de Cordelia, de Saffreen y de Citrio que parecen más que felices de saber que estoy bien. Tanto Gale como yo hemos acordado omitir la parte de Darian estando aquí, para evitar alarmar a nadie. También ha insistido en que es mejor no rebelar gran cosa a Finnick sobre mi estado.

- Está bien físicamente, pero no creo que pueda soportar saber dónde estás sin robar una nave e ir a buscarte – me dijo, y me temo que le doy la razón... pero como quisiera poder decirle que estoy aquí y que estoy bien, como quisiera verlo tan solo por un momento.

Las semanas se arrastran y me encuentro con que los únicos momentos que me mantienen cuerda son conversar con Rowan, el padre de Aliry, sobre libros, y extrañamente, con Gale, respondiendo todas sus preguntas sobre cómo funciona la mansión y ocasionalmente pudiendo sonsacarle información sobre mi familia, sobre Finnick y sobre el distrito 13.

Todo ello me está dando vueltas en la cabeza cuando llego al saloncito donde la familia Snow toma el té. Con mi conjunto de tweed azul cielo y un collar de perlas simple, uno de mis cuchillos rasguñando la piel por debajo de la ropa.

- Ah, me alegro que haya podido incluirnos en su agenda – dice Snow cuando entro, esto no es más que una broma cruel, él sabe que no hay manera en que pueda rechazar su oferta.

- Fueron amables de invitarme – respondo casi mecánicamente. Snow se dedica a leer, sentado a la mesita junto a la ventana.

- ¿Matar a un ruiseñor? – me atrevo a adivinar, con una sonrisa levemente socarrona, él me mira con su aire venenoso.

- El Gran Gatsby – el libro favorito de Neptune... el libro de Neptune, aunque la copia de Snow es por mucho más lujosa, con hermosas tapas de piel y hojas doradas ¿por qué lo está leyendo? ¿por qué ahora? su expresión es capaz de ponerme los vellos de punta, como si supiera algo que yo no, pero me limito a soltar una carcajada amable.

Drusilla está sentada con su postura perfecta en el sillón más grande sorbiendo su té con los labios fruncidos y el meñique levantado. Julius y la nieta mayor de Snow, Agrippina juegan ajedrez en un tablero; mientras Agrippina mira el juego con el ceño fruncido y mirada concentrada, Julius fuma de su puro con una sonrisa altanera, como si ya tuviera el juego ganado.

- ¡Nerea, ven a jugar! – me dice Celestia desde las pequeñas sillas que están frente al juego de ajedrez, donde Darian y ella juegan con unas muñecas de porcelana diminutas.

Sonrío con toda la dulzura que soy capaz de fingir y me siento entre ambos niños.

- ¿A qué jugamos? – Cordelia y yo habíamos tenido solo un par de muñecas, por lo que solo conozco algunos juegos: arreglarse para ir a la fiesta, arreglarse para ir a una cita y dos reinas rivales con poderes mágicos tienen una lucha a muerte por el control del reino.

- A los Juegos del Hambre – dice ella con una sonrisa radiante y yo me quedo de piedra.

- Claro – sonrío fríamente, Darian parece totalmente en su elemento, vistiendo a las muñecas de acuerdo a como Celestia le ha dicho sin chistar – ¿también te gusta jugar a los juegos del hambre?

EL TRIBUTO| Los Juegos Del Hambre (SEGUNDA Y TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora