---¿Donde estoy?--- cuestionó Zack para si mismo. Su rostro estaba sangrando y sus costillas le dolían como el infierno, sus ojos ahora negros por los moretones solo miraban las calles a su alrededor. Los callejones sucios y llenos de basura lo rodeaban por completo. El joven se puso de pié lentamente y soltó un pesado suspiro. ---Solo soy un idiota...---
Un leve recuerdo llegó hasta su mente. Ahí estaba Gracy, aquella chica que había sido la única en darle un poco de esperanza en que las cosas podían mejorar. Sin embargo ahora ya no había vuelta atrás.
---Lo siento Zack...Y-Yo no te veo de esa forma...eres mi amigo y...eres dulce y amable. Detrás de esa faceta hay alguien con un corazón tierno...pero no puedo. Eres mi amigo y...nada más---
Esas fueron las últimas palabras que Zack escuchó de Gracy antes de separarse. Ese día el joven había tenido el impulso de detenerla, e incluso de pedirle por favor una oportunidad. Pero sabía que aquello solo causaría más problemas.
Al volver a casa, Zack notó que su casa estaba en absoluto silencio. Al parecer Luna no había llegado.Avanzando rapidamente hasta su cuarto, Zack vió que su hermana no estaba en su cuarto, por lo que entró al suyo propio. La dura cama ahora se sentía incómoda y al mirar al suelo, ahí estaba su pesa. La levantó y comenzó a hacer ejercicios de forma constante. El chico seguía recordando a Gracy una y otra vez. La amable sonrisa que había desaparecido al confesarse, los ojos llenos de cariño que se habían vuelto fríos y distantes.
---Debí haberme quedado cállado--- dijo para si mismo. Solo faltaba que el día siguiente lo molestarán. Sabía perfectamente que en cuanto pisara la escuela empezarían las burlas.
El chico miró hacia la ventana notando una fuerte tormenta y como si fuera por inercia, abrió la misma llegando a su patio trasero. Avanzando hasta salir a la calle, Zack simplemente caminó sin rumbo. La lluvia ya había empapado sus ropas y el frío aumentaba.---Vaya. ¿Qué tenemos aquí?--- Dijo una voz ronca.
Zack se dió cuenta que se había metido en un callejón de mala muerte. Dando la vuelta, el pelicastaño avanzó hacia la salida, pero dos más aparecieron y le cortaron el paso.
---¿Pero adónde vas amigo? Esa sudadera se ve de marca. ¿Por qué no me la prestas?---
El joven sabía que las cosas iban a terminar mal. Pero algo dentro de él le decía que eso es lo que quería. Los recuerdos de todos esos años siendo acosado, molestado por los demás, denigrado por cada cosa que hiciera estaban pasando factura.
---¿No escuchaste? Presta la sudade ghaaaa!!--- un quejido de dolor se escuchó por parte de uno de esos sujetos, quien había chocado contra un muro por haber recibido un puñetazo en toda la cara. Zack respiraba de manera agitada y no se detuvo. Agarró a ese tipo de la ropa y lo levantó, empezando a golpearlo una y otra vez sin compasión. Por supuesto los demás no se quedarían de brazos cruzados y sostuvieron a Zack, quien trató de liberarse pero solo recibió un rodillazo en el estómago. La falta de aire hizo que se ahogara parcialmente, pero como si la adrenalina más pura recorriera sus venas, se liberó y se defendió de manera constante. La ira salía de su interior hasta agarrar a uno del cuello y empezar a golpearlo de manera bastante cruel. Sus nudillos sangraban y de sus labios solo escapaban gruñidos de enojo al igual que vapor por la fría noche. Lastimosamente y por mucho que luchará bien, Zack no podía contra tantos al mismo tiempo, por lo que lo acorralaron y lo golpearon. Cayendo al suelo solo atinó a cubrirse la cabeza, recibiendo una enorme cantidad de patadas, pisotones y golpes que lo hacían preguntarse. ¿Qué estaba haciendo?
---Aprende idiota--- Escupiendole encima, aquellos tipos solo se fueron y lo dejaron ahí tirado. Poco a poco su conciencia se fué perdiendo hasta quedar completamente desmayado.