Me quedé petrificada. ¿El jardín de lirios que fue sacado detrás del Internado? Oh dios. Esto se pone interesante, ¿qué podrá ser? ¿un demonio topo? ¿una cucaracha gigante? ¿una lombriz demonio? Pero a la vez me sentía un poco confusa . . .¿por qué habría demonios debajo de un jardín que ya no está?
- Alex, despierta. - dijo James moviendo su mano en frente mío. Supongo, que estaba en las nubes otra vez.
- Lo siento. Vamos. - dije caminando.
- Espera. - dijo James tomando mi muñeca. Su mano se sentía cálida sobre mi piel, sentí una conexión eléctrica que me puso los pelos en punta. Intenté no sonrojarme por solo el tacto de James. Por Dios, qué me está pasando . . .Yo nunca pienso en estas cosas, ni sé cómo tratarlas. Jamás he tocado a un chico, ni siquiera la mano. Siempre estuve entre mujeres, y los chicos me ponen nerviosa cuando me tocan. Retiré la mano rápidamente, y me giré hacia James, sin ver a sus ojos. Me ponían incómoda.
- ¿Qué sucede? - dije nerviosa.
- ¿No te olvidas de algo? -preguntó irónico.
- Mmm . . . - ¿Qué se me olvidaba? Tengo mi arco Elemental del Fuego, mi celular, un encendedor (no fumo, se los juro), una navaja . . .No. Ni la menor idea. - No sé, yo tengo todo. - dije segura.
- Las cámaras de seguridad. - dijo James como si fuera lógico.
¡Cierto! ¿Qué haremos si la directora nos ve? No quiero una visita de mi querida tía Rosallie . . .
- ¿Alguna idea? - le pregunté sin tener un plan.
- Si. - dijo sonriendo de lado a lado. ¿Qué estará tramando?
2 minutos después . . .
- No, no y no. - dije alejándome de James lentamente.
- Solamente, no mires abajo. Es sólo un poco de altura. - dijo James acercándose cada paso que yo retrocedía. - Además, será más rápido que canta un gallo. Sólo volaremos sobre el colegio hasta llegar al jardín.
- No, no quiero volar. - dije retrocediendo hasta chocar con una maldita pared. James estaba a tres metros de mí.
- Vamos, ¿confías en mi? - dijo James extendiendo su mano. ¿Que si confiaba en él? Déjame pensar . . .
- No. - dije seria.
- Agh, dale Alex. Me estás fastidiando. - gruñó James. Ha aparecido el gran gruñosito.
Genial, lo único que me faltaba.
- No, no y no. - dije negando con la cabeza, cruzándome de brazos.
- Si no lo haces por las buenas, tendré que hacerlo por las malas. - dijo James tomándome de la cintura, y me cargó como una princesa.
- ¡Bájame ahora! ¿Qué crees que soy? ¡Ya bájame James o te quedarás sin día del padre! - le amenacé pataleando como pez fuera del agua.
Rió.
Sentí el suelo alejarse de mis pies. Nosotros nos estábamos alejando del suelo. ¡Estamos muy alto! ¡Me dan miedo las alturas!
Mierda.
- ¡James! ¡Bájame ahora idiota! - chillé todavía pataleando. Oh por dios, estamos en el cielo. ¡Estamos volando maldita sea!
- ¿Le tienes miedo a las alturas? - preguntó con una sonrisa que quería deformarla ahora mismo con mi puño.
No le iba a mostrar mi debilidad. Nadie sabe sobre mi miedo a las alturas, y mi talasofobia.
Sí, talasofobia.
Consiste en el temor o miedo irracional al mar, los baños en el océano y los viajes en barco. Desde pequeña que tengo talasofobia, y no quiero que James sea el primero en saberlo. Nadie lo sabe. Tampoco mi tía Rosallie, ya que desde lo ocurrido, por años no abrí la boca para contarlo. La verdad, me dejó traumada.
- No, no le tengo miedo. - intenté decirlo firmemente, pero salió una voz muy nerviosa.
- No mientas. Le tienes miedo. - dijo burlón.
- ¡No le tengo miedo! ¡Sólo bájame de aquí si quieres ver a tus hijos crecer! - le amenacé con mi dedo índice.
- Ya entendí, ya entendí. Ya casi llegamos. - di una ojeada hacia abajo, y luego me arrepentí.
Estábamos muy alto. Demasiado para tener los ojos abiertos.
Cerré los ojos con fuerza, porque no me agradaban las alturas. Empecé a sentir mi estómago revolcarse, y las ganas de vomitar.
No. En frente de James no.
Contuve las náuseas, y pude sentir cómo estábamos descendiendo. Cuando no sentí tanto viento, abrí los ojos lentamente con el temor que todavía estuviéramos ahí arriba.
Suspiré.
Me salí del agarre de James, y me paré en frente de él. Levanté mi mano, y le di un golpe en la mejilla. Éste se volteó dolorosamente, y me miró confundido.
- Por no hacerme caso, imbécil. - le dije con el ceño fruncido.
- No exageres. No iba aparecer un dragón para comerte. - dijo frotándose la mejilla, que había una marca roja de mi mano.
- Pero no me levantes sin mi permiso. - ¿Qué se cree? Le dije que no lo hiciera, y él muy humildemente hizo lo contrario.
- No había otra forma. - se defendió. Lo miré como si dijera "Había mil y una posibilidades, idiota" .
Me giré dándole la espalda intencionalmente, y me dirigí hacia donde estaba el jardín. Escuché los pasos de James detrás mío, y yo seguí ignorándolo. En el jardín se podía ver un agujero sin fondo, y supongo que el demonio está ahí adentro.
- No perdamos el tiempo, y vamos a destrozar a ese demonio. - dije metiendo mi pie, pero James me lo impidió agarrando mi muñeca.
- Espera, espera, espera. No tan rápido. - dijo James alejándome unos pasos de ahí.
- ¿Qué? - dije confundida. ¿Ahora que pasa? Hoy no estoy de buen humor.
- ¿Quién dijo que vendrías conmigo allá abajo? - ¿qué? Él mismo me dijo que lo acompañara.
- Tú dijiste que te . . .-
- Pero no entrarás ahí. Te quedarás vigilando afuera. - dijo James con esa sonrisa que me provocaba golpearlo.
- ¿Qué? No. Yo entraré, y tú vigilas afuera. - le dije fría señalando el agujero.
- No. Yo te llamé para que vengas. Yo invito, yo mando. - dijo señalándose a sí mismo.
Agh. Me importaba un tremendo cacahuete.
- No. Yo entro, así que te jodes. - dije entrando en el agujero. Mi curiosidad me ganaba, no podía evitarlo.
James no pudo detenerme, ya que estaba cayendo entre la tierra. Parecía un tobogán, y se me hacía divertido. Pero cada vez que me deslizaba hacia abajo, empecé a ver una luz que provenía más abajo.
Cuando logré salir, me escondí inmediatamente detrás de una roca al ver una presencia que me hubiera visto si no me ocultaba. Di una ojeada hacia esas criaturas, y eran cosas extrañas. Parecían extraterrestres deformes grises, muy altos y flacos. El rostro era horrible: dos ojos negros pequeños como una semilla, y una boca tan grande como una piña, donde se podían ver muchos dientes pequeños pero afilados. Sus manos tenían seis dedos, y uñas largas afiladas de un metro.