El ángel de invierno

24 5 15
                                    


Era tarde noche, fuera hacía un frío increíble y no paraba de nevar.

- ¡Para Felix, por favor! – le dije entre la timidez y la risa intentando escapar de aquella trampa del espejo que me había puesto ¿mi novio? creo que nunca le había llamado así antes.

Felix y yo nos conocimos el año anterior en unos billares de Madrid gracias a que su amigo y compañero de grupo Changbin había estado a punto de atropellar a mi mejor amiga. Parecía que de aquello había pasado una eternidad, y ahora, después de más de dos meses sin vernos, había podido escaparse y quedar conmigo a escondidas en una preciosa casa de los Alpes suizos.

Había elegido aquel destino porque en invierno el entorno es incomparable y, además, era un lugar privado y discreto en el cual podríamos salir sin correr demasiado riesgo de que nos vieran juntos. He de decir que tampoco llegamos a salir, no hizo falta.

- Venga cariño, mírate, estás increíble, esta lencería está hecha expresamente para tu hermoso cuerpo- me decía mientras me tenía frente al espejo agarrándome por la cintura sin dejarme escapar.

Yo estaba muerta de la vergüenza, a pesar de que nos habíamos visto desnudos muchas veces, ponerme esa exquisita lencería y verme en aquel enorme espejo me hacía sentir totalmente expuesta.

Me agarró la cara y me la puso de frente al espejo, con el otro brazo me rodeaba la cintura. Se acerco a mi oído y con su grave voz convertida en un sensual susurro me dijo:

- Esta visión ha sido mi motivación estos meses, día y noche pensaba en ver a mi diosa dentro de esta ropa. Te lo suplico admira tu belleza, así como lo hago yo- el susurro terminó con un tierno beso en mi hombro derecho.

Me miré y la visión que tenía delante de mí era idílica, mi cuerpo con todas sus cicatrices vestido por un body negro de lencería francesa y siendo rodeado por el hombre más hermoso de universo. No sé por qué tanto complejo, después de todo él amaba e idolatraba cada centímetro de mi ser. En aquel momento me di cuenta y me sentí tremendamente poderosa, me di la vuelta y le miré a los ojos.

- Gracias, por el regalo y por hacerme mirar- le dije mientras me acercaba a sus labios para entrelazarlos en un intenso beso con los míos.

Tras unos segundos se apartó y miró al espejo, vi una risita pícara y sentí una palmada en mi nalga y luego un fuerte apretón.

- No te lo vas a creer, pero la vista trasera no desmerece en nada a la delantera- me dijo riendo.

Me cogió de la mano y me llevó frente a la chimenea, nos pusimos sobre una enorme manta blanca de pelo. Me miró fijamente a los ojos y me dijo:

- No sabes cuánto he esperado este momento.

- ¿Qué momento exactamente? – le pregunté con picardía.

- El momento de juntar nuestros cuerpos en uno y hacerte gritar de placer.

A penas había terminado la frase yo ya estaba en el suelo con Felix encima besándome y dándome pequeños mordiscos por todo el cuerpo. Un escalofrío me hizo estremecerme y sentí el fuego recorriendo todo mi ser.

De repente se levantó y me dejo allí tumbada como una boba, no sabía a dónde había ido. Me quedé allí quieta esperando, pero mi mente iba a mil.

Estaba tan excitada que, a pesar de no saber dónde se había metido Felix, empecé a acariciar mi propio cuerpo. En la lejanía escuché sus pasos volviendo hacia mí, pero se detuvo cuando casi ya había llegado. Me distraje de mi cometido y levanté la vista hacia él.

El ángel de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora