Las fotos.

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Un día después.

El sol se filtraba tímidamente por las amplias ventanas de la oficina central donde Malú trabajaba. Sentada frente a su escritorio, repasaba por tercera vez el artículo que debía entregar en unas horas, pero no podía concentrarse. Su mente estaba demasiado ocupada en los acontecimientos de los últimos días, especialmente en lo ocurrido con Oscar.
Había decidido regresar a su trabajo habitual esa mañana para intentar recuperar algo de normalidad, aunque temblaba cada vez que recordaba lo sucedido. Con cada palabra que tecleaba, sentía la sombra de su situación personal acechándola.
Un mensaje en su móvil la sacó de sus pensamientos. Era de Marta, una compañera de otro periódico.

—¿Estás en la oficina? Necesito hablar contigo. Es importante.

Intrigada, Malú respondió rápidamente.

—Sí, estoy aquí. ¿Qué ocurre?

—Mejor te llamo.

El teléfono no tardó en sonar, y Malú lo cogió inmediatamente.

—¿Qué pasa? —preguntó, intentando que su voz sonara tranquila.

—Malú, siento decirte esto, pero tienes que prepararte. He visto unas fotos que van a salir mañana en la prensa. Son tuyas... con Óscar.

Malú se quedó muda. Un nudo comenzó a formarse en su garganta.

—¿Qué fotos? —logró decir al cabo de unos segundos.

—Son de hace unas semanas, en una cena, en Galicia. Parecen bastante... íntimas. No sé cómo han llegado a manos de los periodistas, pero está claro que alguien lo ha filtrado.

Malú apretó los dientes, su mente trabajando frenéticamente.

—Gracias por decírmelo, Marta.

Colgó sin más, con la mirada fija en su escritorio. Sabía perfectamente quién estaba detrás de esas imágenes. No tenía dudas.  Malú entró en el despacho de Oscar sin tocar, cerrando la puerta con un golpe seco. Su mirada estaba cargada de furia, pero también de nerviosismo. Él estaba sentado en su silla, con una expresión relajada que a ella le resultaba insoportable.

—¿Qué clase de broma es esta? —espetó Malú, avanzando hacia su escritorio—. ¡Sabes perfectamente a qué me refiero!

Oscar sonrió con frialdad, dejando caer un bolígrafo sobre los papeles que revisaba.

—Claro que sé de qué hablas. ¿Qué esperabas, Malú?

—Esperaba que tu venganza absurda terminara en mi oficina. ¡Esto es demasiado, Oscar! —Malú lo señaló con un dedo, su voz alzándose—. Esas fotos no tienen que salir.

—Esas fotos saldrán, te lo aseguro. —Oscar se puso de pie, acercándose a ella lentamente, como un depredador acechando a su presa—. Lo que he hecho no es nada comparado con lo que tú me has hecho a mí.

Malú retrocedió un paso, cruzándose de brazos para no mostrar debilidad.

—Ya tuviste tu venganza por ello, Oscar. Lo que pasó con otro no te daba derecho a hacer esto.

—¿Ah, no? —dijo él con una sonrisa cínica—. Tú jugaste conmigo. ¿Esperabas que no respondiera?

—Esto no es responder. Es venganza.

Oscar se acercó más, ignorando por completo el espacio personal de Malú.

—Y me gusta llamarlo justicia. Lo hiciste a mis espaldas, Malú. Ahora todos van a ver quién eres realmente.

Ella intentó mantenerse firme, pero las manos le temblaban.

—No voy a permitir que arruines mi vida, Oscar. No voy a permitirme que la gente me conozca por ser la novia de...

Entre notas y secretos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora