Hagamos un experimento...
¿Si les dijera que me dieron un mes de vida que dirían?
Solo respuestas incorrectas.
Por cierto, hagamos un podcast de libros ¿no?
Génesis.
Supe cuando me sacaron de mi celda con esposas en los tobillos que algo había sucedido, sé que los abogados no son tan rápidos, lo que solo me quedaba asumir que encontraron las pruebas de mi inocencia o más causas para sumarme.
Tengo varias que deberían ser contadas, pero como estamos aquí de forma turbia no me las contarán, en cambio se conforman inventandolas. Pensar que si tomarán en serio las pruebas verdaderas en mi contra sería condenada a la silla eléctrica hace que una sonrisa se haga presente en mi rostro, son tan estúpidos, si querían descartarme tenían tanto de dónde agarrarse y usaron las mentiras.
Oficial: ¿De que te ríes?
Génesis: Eso no parece ser un problema tuyo ¿Verdad?
Me empuja y casi caigo por las esposas en mis pies lo cual me hace apretar la mandíbula.
Respira Génesis, uno, dos, tres…
Alexandros: ¿Qué mierda haces? Vuelve a empujarla y meteré esa misma mano en tu trasero más profundo de lo que llega la colonoscopia.
Eso sería divertido de ver.
Génesis: Mándame vídeo de eso, suena como algo que me gustaría ver.
Alexandros: Apuesto a que si princesa.
Con una sonrisa en el rostro acaricia mi cabello en un gesto tan paternal que me deja descolocada, no es mi padre, lo sé porque lo recuerdo vívidamente, lo he imaginado a lo largo de los años torturandolo por haberme abandonado desde pequeña, aunque físicamente se haya ido a mis dieciocho años de mi vida dejó de preocuparse desde mis seis, él fue de esos padres presentes, pero ausentes y dolió, porque mi madre tampoco podía cuidarme del modo que necesitaba, ni de ningún modo.
Antes de que pueda decir algo o preguntarle porque tiene esas actitudes conmigo me ayuda a subir a la patrulla que me llevará a lo que él mismo me dijo será un juicio privado, hay asuntos que los militares no quieren que salgan a la luz y que hayan apresado a una de las mejores soldados con acusaciones falsas es una de ellas.
Génesis: Alexandros ¿Que?
Debí haberlo preguntado desde el principio, pero no me importan mucho las personas. El hecho de que tenga actitudes paternales conmigo delata lo mal que hago al no preguntar la historia completa está vez, no es como si esperara que me dijera absolutamente todo, pero con su nombre completo yo puedo encontrar el resto.
Una sonrisa orgullosa se planta en su rostro al mirarme desde el asiento de copiloto, es curioso como siento que lo conozco de toda mi vida aunque nunca lo haya visto antes.
Alexandros: Mavros.
Una palabra, dos latidos perdidos.
Un apellido, miles de significados.
Génesis: No.
Imposible.
Eso tiene que ser mentira, está jugando con mi mente por alguna razón que desconozco y no le daré lo que quiere, no me hará flaquear, mis paredes quedarán en su lugar, nadie excepto yo misma puede torturarme y menos psicológicamente.
Alexandros: Sí, soy Alexandros Mavros princesa.
Génesis: No se que buscas de mi o porque mientes, pero no te daré lo que buscas, si quieres verme derrotada puedo asegurarte que buscaste a la persona equivocada para destruir.
Alexandros: Es imposible destruir al mismo diablo princesa.
No respondo, me limito a observar por la ventana hasta que llegamos a la fiscalía, en la puerta mis hermanos están junto a Dmitri, Alexander y Mikhail, sorprendentemente parecen más en confianza de lo que recuerdo, pero conociendo lo confianzudos que son mis hermanos no es algo que asombre demasiado. Lo raro son aquellos tres, bueno, en realidad Mikhail, Alex es carismático y tiende a sonreírle a todo el mundo, Dmitri en cambio es reservado aunque no es hostil y si no hay razones para odiarte también sonríe bastante, en cambio el otro no, es hostil, cortante y su mirada dice te odio y te mataré si te me acercas, pero mis hermanos son capaces de llegar hasta la persona más hija de puta y hacer que sonría.
Me sacan de la patrulla y formando un camino a cada lado de mi de oficiales alejan a los cinco hombres que intentan acercarse, me meten en la fiscalía donde soy interceptada por cuatro abogados que me dicen que guarde silencio y ellos se ocuparan de todo.
Cómo si fuera a decir algo.
Me sientan junto a mis abogados que estoy segura que mis hermanos pagaron, no entiendo porque gastan tanto en cuatro si con ninguno igual estaba bien, está vez no hice nada, soy completamente inocente de lo que se me acusa.
Para quedarme callada igual y no hubieran pagado la verdad.
El juicio comienza, con testigos que no conozco o eso creo y pruebas a mi favor, mis abogados no hacen más que presentar lo que estoy segura consiguieron los demás y no ellos, pero que se yo, no soy abogada.
Podría, pero no lo soy.
Los minutos pasan condenadamente lentos mientras intentan seguir culpandome y desacreditando las pruebas, veo de reojo como los cinco hombres que estuvieron haciendo lo posible para sacarme de prisión empiezan a impacientarse y gritarle con cada estupidez que dicen sobre las pruebas y los hechos.
Lo cierto es que todos ellos estuvieron en el lugar de la misión, bien podrían haberlos tomado de testigos, pero no querían a nadie que pudiera perjudicar mi supuesta causa.
No les salió muy bien, ninguno de ellos pensó muy bien echarme la culpa, asumieron que nadie se tomaría el tiempo de buscar pruebas, subestimaron la determinación de aquellos cinco hombres y por ello hoy, estoy saliendo en libertad.
Juez: Declaró a la acusada inocente.
El martillo se escucha como un eco mientras mis abogados se abrazan entre ellos al igual que algunos más, los rostros de los demás parecen enojados por mi libertad, pero no me concentro en eso, cuando veo que mis hermanos saltan la barrera que los aleja de mí y corren hasta que me tienen en sus brazos.
Konstantin: Extrañe tanto tenerte entre mis brazos.
Sergei: Nunca vuelvas a alejarte de nosotros.
Antes de que pueda prometerles que no lo haré intencionalmente o que pueda decir cualquier otra cosa los labios del primero que hablo están sobre los míos y mis ojos están abiertos tan grandes que podrían salirse de mis cuencas, no hay tiempo para comprender lo que hacen cuando me deja de besar y es el otro el que tiene su boca sobre la mía ahora besándome con tanta abrumadora ternura que sin darme cuenta como en sus labios.
Cuando caen en cuenta de lo que hicieron ambos se alejan de mí tan sonrojados que parecen dos tomates.
Tan tiernos.
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Génesis.
RomanceEl miedo es tan paralizante como el trauma, yo supere los míos, vencí con convicción todo para ser lo que se necesitaba de mi, me perdí en el proceso y me encontré en la oscuridad, pero no me arrepiento, hice lo que tenía que hacer, mate a quien deb...