⭒₊ ⊹ Epílogo: Bajo las estrellas ₊ ⊹⭒

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El mercado en la villa estaba decorado con guirnaldas de flores y telas doradas que brillaban bajo la luz del sol. Había música en el aire, risas y el bullicio de preparativos. Todo el pueblo parecía haber sido invitado, desde los más humildes campesinos hasta los artesanos y mercaderes. Se corría la voz de que el líder de la guardia, Lucio, había decidido finalmente casarse con la mujer que había llegado a su vida como una brisa inesperada y lo había transformado.

Nyssa estaba en una pequeña habitación detrás de la villa, rodeada de mujeres que la ayudaban a prepararse. Su vestido, sencillo pero elegante, estaba hecho de lino blanco con bordados dorados que resaltaban su figura. Una corona de flores frescas adornaba su cabello oscuro, y su mirada, aunque serena, mostraba rastros de nerviosismo.

—Estás hermosa, Nyssa. —le dijo una de las mujeres con una sonrisa cálida, mientras ajustaba los últimos detalles de su capa.

Nyssa agradeció con un asentimiento, pero su mente estaba lejos, atrapada en el momento que la aguardaba. No podía evitar pensar en todo lo que los había llevado hasta aquí: las batallas, los momentos de incertidumbre, el rescate de Edda y la lenta, pero constante, transformación de su relación con Lucio. Todo parecía tan irreal ahora.

Edda apareció corriendo en la habitación, con su pequeño vestido de lino azul, los rizos enmarcando su rostro radiante.

—¡Nyssa, ya están todos listos! —exclamó la niña, saltando de emoción.

Nyssa se agachó para abrazarla, notando cómo su corazón se calmaba con solo ver la felicidad en los ojos de la niña.

—¿Tú estás lista? —preguntó Nyssa, acariciándole el cabello.

—¡Sí! —respondió Edda, con una sonrisa que iluminaba la habitación.

En el exterior, Lucio esperaba bajo un dosel decorado con hojas de laurel. Vestía una túnica de tonos claros, adornada con una fíbula dorada que sujetaba su capa al hombro. Su postura era recta, pero había una tensión en su mandíbula que solo los más cercanos a él podrían notar.

—Nunca te había visto tan nervioso, amigo. —dijo Marco, uno de sus compañeros durante el viaje, dándole una palmada en el hombro.

Lucio no respondió, pero su mirada estaba fija en el camino por donde Nyssa aparecería. Sabía que no había nada en el mundo que pudiera apartarlo de este momento, nada que pudiera hacer que cambiara de opinión. Por primera vez en su vida, Lucio se sentía completamente seguro de algo.

La música cambió, y todos giraron para mirar a Nyssa, que caminaba hacia él con Edda sosteniéndole la mano. El mundo pareció detenerse. Lucio apenas podía respirar al verla, su mente registrando cada detalle: la luz que caía sobre su cabello, la forma en que sus ojos buscaban los suyos, la suave sonrisa que parecía hecha solo para él.

Cuando finalmente llegó junto a él, Nyssa sintió que todas las miradas desaparecían. Solo estaban ellos dos, como siempre había sido.

—Estás hermosa. —murmuró Lucio, con una sinceridad que hizo que Nyssa sintiera un calor en el pecho.

—Y tú estás más nervioso de lo que pensé. —respondió ella en un tono suave, intentando aliviar la tensión.

Ambos sonrieron, compartiendo ese momento que solo ellos entendían.

El sacerdote inició la ceremonia, elevando plegarias a los dioses y pidiendo su bendición para la pareja. Cuando llegó el momento de intercambiar promesas, Lucio tomó la mano de Nyssa, su mirada fija en la de ella.

—Nunca fui un hombre de muchas palabras, pero contigo aprendí que hay cosas que merecen ser dichas. —comenzó, su voz profunda y segura. —Eres mi fuerza y mi calma, mi igual en este mundo. Prometo protegerte, respetarte y amarte, como nunca he amado nada ni a nadie.

Nyssa sintió cómo las lágrimas llenaban sus ojos, pero su sonrisa permanecía intacta.

—Yo tampoco fui de muchas palabras. —respondió ella, su voz un susurro que todos escucharon. —Pero contigo aprendí lo que significa confiar, lo que significa amar sin reservas. Prometo estar a tu lado, en la calma y en la tormenta, como tu compañera, tu amiga, y la persona que siempre creerá en ti.

El sacerdote los unió oficialmente, y los vítores del pueblo llenaron el aire. Pero para Lucio y Nyssa, el ruido era un eco distante. Solo se tenían el uno al otro en ese momento, y al compartir un beso bajo la mirada de todos, sintieron que finalmente habían encontrado su lugar.

Edda, que había permanecido cerca durante toda la ceremonia, se lanzó a abrazarlos tan pronto como terminó, y la risa de los tres fue el sonido más puro que el pueblo escuchó ese día.

Más tarde, mientras la celebración continuaba con música y baile, Lucio y Nyssa encontraron un momento a solas, alejados del bullicio. Estaban sentados en un banco de piedra, mirando las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo nocturno.

—Nunca pensé que tendría esto. —dijo Lucio, rompiendo el silencio.

Nyssa lo miró, apoyando su cabeza en su hombro.

—¿Qué cosa? —preguntó suavemente.

—Paz. Familia. Tú. —respondió él, girándose para mirarla.

Nyssa sonrió, acariciando su rostro con ternura.

—Y yo nunca pensé que te harías el valiente para besarme aquel día. —bromeó, haciendo que Lucio riera suavemente.

—Tú me hiciste valiente. —admitió él, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de ella.

Edda apareció corriendo hacia ellos en ese momento, llevándoles flores que había recogido en el jardín cercano. Se sentó entre ellos, acurrucándose en el regazo de Nyssa, mientras Lucio extendía su brazo para rodearlas a ambas.

Bajo las estrellas, con las risas de los demás resonando en la distancia y el calor de su nueva familia junto a él, Lucio supo que no necesitaba nada más. Había encontrado su hogar.

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ℱ𝒾𝓃

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Y así llegamos al final de esta hermosa historia, gracias por acompañar a Lucio y a Nyssa en su gran historia de amor.

Bajo las estrellas - Lucio Vero & NyssaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora