Capítulo 13 "Cartas al corazón"

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Pasé días dándole vueltas a la idea. Había vivido demasiado tiempo con estos sentimientos guardados, enterrados en un lugar tan profundo que apenas podía respirarlos sin que dolieran. Pero ya no podía seguir así. Amar a Ochaco y a Midoriya al mismo tiempo era como sostener un cuchillo afilado por el filo: cuanto más lo apretaba, más me lastimaba.

Cada día era una lucha interna, una batalla constante entre lo que sentía y lo que debía hacer. Pensaba en Ochaco, su sonrisa llena de vida, su energía inquebrantable. Pensaba en Midoriya, en su bondad, en su deseo de proteger a los demás, en lo fácil que era admirarlo. Pero lo peor era saber que no podía tenerlos a ambos, que debía tomar una decisión que jamás quise enfrentar. El dolor de amarlos de manera tan profunda y a la vez tan distante era insoportable, y aunque me ahogaba en ese mar de emociones, no podía escapar.

Una noche, después de horas sin poder dormir, me senté en el escritorio de mi habitación, encendí la lámpara y tomé papel y pluma. Si no podía decirlo con mi voz, entonces lo escribiría. Dos cartas. Dos confesiones. Dos despedidas anónimas.

**Carta para Ochaco**

Cuando nos conocimos, no entendía lo que significaba tener a alguien que realmente me viera. Siempre fui diferente, rara, alguien que encajaba mal en este mundo, y por mucho tiempo pensé que nadie podría aceptar lo que soy, lo que siento. Pero entonces llegaste tú.

Tú, Ochaco, eres luz en un mundo que siempre ha sido tan oscuro para mí. Me enseñaste lo que significa la amistad, lo que significa reír sin miedo a ser rechazada. Estar contigo hizo que el peso que llevo dentro se sintiera un poco más liviano. En tu presencia, sentí que podía ser yo misma, sin máscaras, sin fingir, y eso fue algo que nunca creí que encontraría.

No sé cómo explicarlo sin que suene extraño, pero… te quiero. No solo como una amiga, no solo como alguien a quien admiro. Te quiero de una manera que a veces me asusta, porque mi amor nunca ha sido como el de los demás. Mi amor duele, a veces quema, y me convierte en algo que la gente no entiende.

Quiero verte siempre, cuidar de ti, estar a tu lado en cada momento, aunque sea a la distancia. Quiero verte sonreír, porque tu sonrisa hace que todo lo malo desaparezca, aunque sea por un segundo. Pero nunca me atreví a decírtelo, porque tengo miedo. Miedo de perderte si supieras la verdad.

Por eso escribo esto sin firmarlo, porque prefiero que no sepas quién soy. Lo único que quiero es que entiendas que eres especial, que eres amada, y que alguien aquí en silencio piensa en ti cada día. Si alguna vez te sientes sola, si alguna vez te preguntas si importas… quiero que leas esto y sepas que sí. Importas más de lo que las palabras pueden decir.

Gracias, Ochaco, por existir. Por ser tan hermosa, por dentro y por fuera. Por darme un motivo para querer ser mejor, incluso si nunca lo llegas a notar.

Con todo mi cariño, 
Alguien que te quiere mucho.

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**Carta para Midoriya**

La primera vez que te vi, no entendí lo que sentía. Solo sabía que mi corazón comenzó a latir más rápido y que había algo en ti que brillaba de una forma diferente a los demás. Me quedé observándote desde lejos, sin entender por qué tu presencia me inquietaba tanto, por qué sentía esta necesidad de estar cerca.

Había escuchado de ti mucho antes, en las palabras de alguien a quien quiero profundamente. Ella hablaba de ti con admiración, con cariño, y yo no podía imaginar cómo sería alguien como tú. Pero cuando te vi, todo tuvo sentido. Eres todo lo que ella decía y mucho más. Eres fuerte, valiente y lleno de una bondad que parece infinita.

Y yo… me enamoré de ti. No sé cómo pasó, ni cuándo comenzó. Solo sé que me enamoré de una forma desesperada, caótica, como solo yo sé amar. Quiero verte, quiero escucharte hablar, quiero protegerte aunque no necesites que nadie te proteja. Quiero ser parte de tu vida, aunque sea en silencio, aunque sea desde las sombras.

Mi amor no es simple. Es oscuro y raro, como yo misma, y por eso nunca podría decírtelo en voz alta. Nadie entendería lo que siento, ni siquiera tú. Pero necesitaba que lo supieras. Porque llevo tanto tiempo guardándolo, tanto tiempo ahogándome en estos sentimientos, que necesitaba escribirlo.

Sé que nunca me verás como yo te veo. Sé que quizás ni siquiera te importe que exista alguien que te ama de esta forma. Pero está bien. Porque verte feliz, verte sonreír, es suficiente para mí.

Gracias por ser quien eres, Midoriya. Gracias por existir. Porque sin darte cuenta, te convertiste en otra razón para que yo siga adelante, incluso si nunca lo sabrás.

Con todo mi corazón, 
Alguien que te admira y te ama.

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No pensé que llegaría a este punto. Escribirles a ambos me había hecho sentir más ligera, como si por fin hubiera podido dejar salir algo que me estaba ahogando desde hacía demasiado tiempo. Pero lo que nunca imaginé fue que lo vería a él, sosteniendo la carta que había escrito con tanto cuidado.

Mi corazón dio un salto en mi pecho cuando lo vi. Midoriya estaba frente a mí, con la carta en las manos, sus ojos verdes mirando fijamente el papel como si intentara descifrar cada palabra escrita. No podía moverme, el miedo me paralizó. Me había sorprendido al encontrarlo, pero lo que me aterraba era lo que esa carta significaba.

Él levantó la vista, y por un instante, nuestras miradas se cruzaron. Mi mente estaba en blanco, no sabía si decir algo, si intentar explicar lo que había escrito o simplemente huir. Pero en lugar de las palabras que esperaba escuchar, sus ojos suavizaron su expresión.

—Toga… —dijo con voz baja, como si estuviera temeroso de romper el momento.

Yo no sabía si podía soportar lo que viniera después.

Solo una gota de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora