El odio es placer para algunos XI

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(Mientras tanto, en otro rincón oscuro de la mansión...)

Seonghwa estaba sentado, su cuerpo cubierto de polvo y su cara marcada por el dolor. Mingi, el "Vaquero Tiro al Blanco", lo miraba desde arriba, burlándose de su sufrimiento.

—No encontraste a Wooyoung, ¿verdad? — dijo Mingi con una sonrisa cruel.

Seonghwa, exhausto y derrotado, le suplicó:

—¡Por favor! ¡Dame una oportunidad más! ¡Puedo hacerlo! ¡Sé dónde está! ¡Yo fui quien lo encontró, lo capture y lo torture como me lo pediste!

Pero Mingi solo se echó a reír, su risa llena de desprecio.

—Te dije que no me importaba. Si no encuentras a Wooyoung, no vales nada.

Con un movimiento rápido, Mingi lo golpeó sin piedad, dejando a Seonghwa tirado en el suelo. Las lágrimas de frustración y enojo cayeron en los ojos de Seonghwa, su rostro marcado por la rabia.

—¡Te maldigo, Mingi! —gritó entre sollozos, sintiendo que su mundo se desmoronaba.

Cuando Mingi se fue, Seonghwa quedó solo, el llanto mezclado con el enojo, sin saber cómo seguir adelante.

Wooyoung, San, Yeosang y Hongjoong estaban reunidos, cada uno con un aire de tensión y nerviosismo. El ambiente estaba cargado de la sensación de que algo grande estaba por ocurrir, pero nadie sabía con certeza cómo se desarrollaría.

Wooyoung miraba a sus compañeros con una seriedad que rara vez mostraba. Había algo en el aire que lo inquietaba. Algo que sentía podría alterar los planes que habían trazado.

—Tenemos que estar preparados para lo que venga —dijo Hongjoong con voz firme, mientras observaba los mapas dispersos sobre la mesa—. Si algo sale mal, no podremos seguir sin hacer ruido. Necesitamos encontrar a los demás y asegurarnos de que todo salga como lo planeamos.

Yeosang, con su mirada astuta, asintió en silencio, sus ojos analíticos ya buscando los puntos débiles en el plan. San, más cansado y con la mente aún nublada por sus recientes heridas, intentaba mantenerse concentrado, pero su cuerpo no dejaba de recordarle el dolor.

—Nos dividimos. Cada uno de nosotros tendrá que hacer algo en especial —continuó Wooyoung—. Yo iré a preparar las armas, me aseguraré de que todo esté listo para cuando llegue el momento.

San frunció el ceño, preocupado por la tensión en la voz de Wooyoung.

—¿Estás seguro de que quieres hacer eso solo? —preguntó San con un tono preocupado, pero Wooyoung le hizo un gesto con la mano para calmarlo.

—Lo haré. No te preocupes.

Los demás asintieron, sabían que Wooyoung podía encargarse de la tarea. Sin embargo, ninguno de ellos imaginaba que esa decisión lo llevaría a una confrontación inesperada.

Después de un rato, todos se separaron para llevar a cabo sus respectivas misiones. Wooyoung se dirigió al armario de armas, decidido a preparar las espadas y otros equipos que necesitarían. Estaba solo en la sala de armas, el sonido del filo afilándose rompiendo el silencio de la mansión.

La tensión en su cuerpo era palpable, pero algo dentro de él seguía empujándolo a seguir adelante. Sabía que el enfrentamiento era inevitable, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario.

De repente, un ruido rompió la calma. Wooyoung levantó la vista justo cuando escuchó unos pasos acercándose rápidamente. Sin tiempo para reaccionar, una figura apareció en la entrada de la sala.

—¿Te has quedado solo? —preguntó Yunho, con una sonrisa fría en el rostro, su mirada fija en Wooyoung.

Wooyoung no tuvo tiempo de pensar. En un solo movimiento, Yunho cruzó la distancia entre ellos, y antes de que Wooyoung pudiera defenderse, lo golpeó en la cabeza con fuerza. La sala de armas se sumió en un caos momentáneo cuando Wooyoung cayó al suelo, desorientado y aturdido.

Genéticamente esclavo @pescadoconplatanitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora