Parte cinco

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Albafica se dirigió al lugar donde las sirvientas estaban peleando, decidido a resolver el asunto de una vez por todas. Al llegar, se encontró con un grupo de mujeres que se empujaban y se gritaban entre sí.

- ¡Basta! - Gritó Albafica, autoritariamente - ¿Qué está sucediendo aquí?

Las sirvientas se detuvieron en seco y se volvieron hacia él, con una mezcla de miedo y desesperación en sus ojos.

- Señor Albafica - Dijo una de ellas - Estamos peleando por servirle a usted. Queremos asegurarnos de tener un trabajo digno y una vida mejor.

Albafica se sorprendió al escuchar sus palabras. No había esperado que las sirvientas estuvieran motivadas por la necesidad de un trabajo digno, Pero ¿Por qué?

-¿Cuál es la situación? Preguntó Albafica, intrigado - ¿Qué les hace pensar que servirme a mí les dará una vida mejor?

Una de las sirvientas se adelantó, con lágrimas en los ojos - Señor Albafica, nuestra situación económica es muy deplorable. No tenemos suficiente dinero para comer, ni para nuestras familias, pero si servimos a usted, sabemos que tendremos un techo sobre nuestras cabezas y comida en la mesa.

Albafica se sintió conmovido por sus palabras. No había imaginado que las sirvientas estuvieran pasando por tanto sufrimiento.

- Está bien - Dijo Albafica, después de un momento de reflexión - No voy a elegir a una sola de ustedes para servirme. En su lugar, voy a ofrecerles a todas un trabajo en mi servicio personal. Así, todas podrán tener un techo sobre sus cabezas y comida en la mesa, también si necesitan algo con gusto puedo ayudarles a resolver su situación - Finalizó con una sonrisa.

Las sirvientas se miraron entre sí, sorprendidas y agradecidas, nadie en ese lugar se había preocupado tanto por ellas. Luego, se volvieron hacia Albafica y se inclinaron en una reverencia.

- Gracias, señor Albafica - Respondió una de ellas - Le estamos eternamente agradecidas.

Albafica se volvió hacia Pandora, que había estado observando la escena con una sonrisa.

- Pandora, tengo un favor que pedirte. En tus tiempos libres, ¿Podrías enseñar a las sirvientas a leer y escribir?

Pandora se sorprendió por la solicitud, pero luego asintió con entusiasmo, es algo que nadie de aquellas damas sabía hacer, eran carentes en todos los sentidos.

- Por supuesto, señor Albafica. Me encantaría ayudarlas. Es una oportunidad maravillosa para ellas.

Albafica sonrió, satisfecho - Excelente, quiero que tengan la oportunidad de aspirar a algo más. La educación es la clave para el progreso y la libertad... Además, no quiero que tengan carencias.

Pandora asintió, compartiendo la visión de Albafica - Comenzaré las clases mañana mismo - dijo entusiasmada - Estoy segura de que las sirvientas estarán ansiosas por aprender.

Las sirvientas, que habían estado observando la conversación, se miraron entre sí emocionadas. La oportunidad de aprender a leer y escribir era un sueño que nunca habían creído posible.

- Gracias, señor Albafica - Dijo una de ellas, con lágrimas en los ojos - Gracias por creer en nosotras.

Albafica sonrió, conmovido por su gratitud - No hay de qué, es lo menos que puedo hacer por ustedes. Ahora, váyanse a descansar. Mañana comenzarán sus clases con Pandora.

Las sirvientas se despidieron de Albafica y Pandora, y se fueron a descansar, con el corazón lleno de esperanza y expectativas.

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Mientras Albafica y Pandora estaban ocupados con las sirvientas, Minos se enfrentaba a su padre, el rey de Valtania, en una conversación tensa.

- ¿Cómo pudiste hacer esto, Minos? - Cuestionó el rey, con voz llena de ira y decepción - ¿Cómo pudiste tomar como consorte a un guerrero de Eldrida sin mi permiso?

Minos se mantuvo firme, sin mostrar signos de debilidad - Lo hice porque amo a Albafica, creo que es la persona adecuada para mí y yo para el.

El rey se rió, con desprecio - El hombre adecuado para ti - Repitió - ¿Un guerrero de Eldrida? ¿Un hombre que no tiene título, ni riqueza, ni conexión con la realeza? ¡Eso no te sirve para cuando tengas que tomar mi lugar!

Minos se enfureció, con un rostro enrojecido por la ira - ¡Eso no importa! Lo que importa es que lo amo, y que él me ama a mí. ¡Eso es todo lo que importa! Jamás te ha importado que pueda sentir yo como tú hijo.

El rey se levantó de su trono, su rostro lleno de furia - ¡No te permitiré que te cases con él! - gritó desesperado - ¡No te permitiré que traigas vergüenza a nuestra familia! Deshonras nuestro linaje.

Minos se mantuvo firme, sin retroceder - ¡No puedes impedirme que me case con él! Ya estoy comprometido con él, y nada puede cambiar eso!

El rey se enfureció aún más - ¡Entonces te repudio! - Gritó -¡Te repudio como mi hijo y como mi heredero! ¡Nunca más serás parte de esta familia!

Minos se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. Se sintió como si su mundo se hubiera derrumbado.

Pero entonces, recordó a Albafica, y a la vida que puede esperar juntos, supo que no importaba lo que su padre dijera o hiciera, porque él sabía que había tomado la decisión correcta.

El padre de Minos salió del salón, molesto y enfurecido. Minos se quedó solo, pensando en la conversación que acababa de tener con su padre.

De repente, Valentine apareció a su lado, con una sonrisa astuta en su rostro - Minos, mi futuro rey - Dijo Valentine. Creo que he encontrado una solución para tu problema.

Minos lo miró con escepticismo - ¿Qué solución?

Valentine se acercó más a el - Envía de vuelta a Albafica a su reino, es la mejor opción para todos. Tu padre estará satisfecho, y tú podrás evitar más problemas.

Minos se sintió tentado por la sugerencia de Valentine. De verdad, no quería causar más problemas a su familia. Pero entonces, recordó a Albafica y la forma en que lo hacía sentir, algo que ni su propia familia, ni la gente del reino hicieron por el. Siempre vivió mirando a los demás niños del reino como tenían un abrazo o caricia de sus padres pero el jamás pudo vivir esos sentimientos.

- No puedo hacer eso - Contestó con firmeza Minos - Albafica es mi prometido, y lo amo. No puedo enviarlo de vuelta a su reino sin siquiera considerar sus sentimientos.

Valentine se rió, con desprecio - Eres un tonto, Minos ¿No ves que Albafica es un obstáculo para tu futuro? Si lo envías de vuelta a su reino, podrás casarte con alguien más adecuado para ti.

Minos se enfureció al escuchar las palabras de Valentine - ¡No voy a escuchar tus consejos! - Exclamó - Voy a hacer lo que creo que es correcto, no lo que tú crees que es correcto.

Valentine se encogió de hombros - Como quieras, Minos. Pero no digas que no te lo advertí.

Y con eso, Valentine se fue, dejando a Minos con más preguntas y dudas sin saber realmente que hacer.

- ¿Porque jamás tuve un hermano que sea capaz de tomar mi lugar?

Se dijo a si mismo aventando su espada con molestia al suelo.

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Una Rosa Para ValtaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora