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Los días pasaron, y con ellos, las tensiones comenzaron a disiparse. Desde aquella conversación entre Lando y George, las cosas en el equipo y en el círculo cercano parecían haber encontrado un equilibrio. McLaren, por su parte, estaba en un buen momento. Las carreras recientes habían demostrado el potencial del equipo, y tanto Lando como Daniel lograban resultados sólidos, acumulando puntos importantes para la temporada.

Elena seguía desempeñándose como pieza clave en el equipo, trabajando codo a codo con Zak y apoyando a los pilotos en cada paso del camino. Sin embargo, lo que más destacaba para todos era la relación que había florecido entre ella y Lando. Aunque no había ninguna declaración oficial, las miradas, los pequeños gestos y la forma en la que se buscaban mutuamente hablaban más fuerte que las palabras.

En el paddock, los rumores eran inevitables. Era imposible no notar cómo Lando se iluminaba cada vez que Elena estaba cerca o cómo ella siempre encontraba la manera de apoyarlo, incluso en los momentos más difíciles. Durante las reuniones del equipo, Zak a menudo lanzaba miradas significativas a su hija, mezclando una mezcla de aprobación y curiosidad.

Incluso Daniel, quien solía bromear sobre cualquier tema, había dejado claro que estaba feliz por ellos.

—Son como dos adolescentes, pero bueno, se ven bien juntos —dijo un día en tono burlón mientras Lando intentaba disimular su sonrisa.

A pesar de todo, Lando y Elena no parecían apurarse en ponerle un título a lo que tenían. Para ellos, simplemente estar juntos era suficiente, al menos por ahora. En esos momentos de calma, alejados de las cámaras y el ruido, encontraban su propia felicidad. Ya fuera compartiendo risas en el motorhome, escuchando música juntos en el coche o simplemente disfrutando de la compañía del otro en silencio, ambos sabían que algo especial estaba creciendo entre ellos.

Lo que más disfrutaban era la naturalidad de su relación. No había presiones ni expectativas; solo eran ellos dos, siendo ellos mismos. Y aunque el resto del mundo ya los veía como una pareja hecha el uno para el otro, para Lando y Elena, su historia apenas estaba comenzando.

Lando no tardó en proponer una idea que dejó a Elena sin palabras.

—¿Qué tal si vienes conmigo estas vacaciones? Será con mis amigos, ya sabes... todo el grupo. —La miró con esa sonrisa encantadora que sabía que ella no podía resistir.

Elena levantó una ceja, dubitativa.

—¿Tu grupo? ¿Te refieres a Pierre, Kika, George, Bella, Max...? —enumeró, recordando rápidamente todos los nombres.

—Y Kelly, Alex, Lily, Oscar... incluso Charles y Alexandra. Ah, y Daniel no podía faltar —añadió Lando con entusiasmo.

—Es decir, todo el paddock menos yo —respondió Elena con una risa sarcástica.

Lando se inclinó hacia ella, con una expresión de suplica.

—Por favor, será divertido. Además, no quiero ir sin ti, Elena.

Ella lo miró a los ojos, notando esa sinceridad que siempre la desarmaba. Suspiró, sabiendo que no podía negarse.

—Está bien, Lando. Pero no me hagas arrepentirme —dijo finalmente, logrando una sonrisa amplia de su parte.

—¡No te arrepentirás! Prometo cuidarte todo el tiempo —respondió él, emocionado.

Y así, los planes se pusieron en marcha. Un destino paradisíaco fue el elegido, perfecto para desconectar de las tensiones del campeonato. El grupo era grande y variado, cada uno con su personalidad que prometía hacer de esas vacaciones una experiencia inolvidable.

For what awaits us-Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora