𝐒𝐞𝐱𝐭𝐢𝐧𝐠|| 𝐁𝐞𝐜𝐤𝐟𝐫𝐞𝐞𝐧

𝐎𝐣𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐯𝐞𝐧...

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓𝟑
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𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐁𝐞𝐜𝐤𝐲

Estaba aturdida, completamente atontada por los escurridizos labios que mordisqueaban los míos con extrema fuerza. La lengua escurridiza tomó parte dentro de mi boca y despabiló en algún punto mis aturdidas extremidades que tomaron de sus caderas y la separaron como si fuese un carbón al rojo vivo.

- ¿¡Qué estás haciendo?! - Rugí con completa furia - ¿¡Qué mierda te pasa, maldita loca!?

- Estoy tomando lo que deseo - Se mofó. Contrario a todo lo que pensaba, mi negativa no había desalentado sus intento - Seguiré tomando lo que deseo.

Las manos volvieron directamente a mis mejillas y en intento desesperado, intentó tomar mis labios una vez más. Esta vez la aparté con menos delicadeza. La tiré de trasero sobre la alfombra y recogí mis cosas desperdigadas por el suelo, utilizándolas como un escudo protector en contra de ella.

- ¡No vuelvas a tocarme! - Espeté con furia - Tengo una novia, maldita desquiciada - Dios, Freen se volvería loca cuando le dijese que la loca me había besado - No pienso hacer ninguna mierda de trabajo contigo.

- Es a quien te asigno el profesor.

- ¡Lo haré sola! - Grité desesperada por su tranquilidad - No me importa cuando me demore.

Ella resopló y luego sonrió como si nada le importara en absoluto.

- Solo fue un beso, Rebecca - Lanzó con soltura - Si no quieres que tu novia se entere, no se lo dices y ya - Una sonrisa volvió a marcar su rostro - Prometo no decirlo tampoco.

𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐅𝐫𝐞𝐞𝐧

Mi amor, La Pervertida

En Línea

📨: No he terminado el trabajo

📨: Creo que tendré que ir otro día a su casa

📨: Pero no quiero

📨: No quiero estar con ella otra vez

Hola, princesa :📨

¿Qué ha pasado? :📨

¿Te hizo algo? :📨

Yo puedo pegarle, si así lo deseas :📨

📨: ¿Estás ocupada?

📨: Quiero escuchar tu voz

📨: Aunque sea un momento antes de dormir

No, no estoy ocupada :📨

Pero siento que hay algo más :📨

¿Quieres contarme? :📨

Visto a las 22:15

Becky no solía ser tan reacia conmigo y mucho menos tan apagada. Había algo que la estaba molestando y no le dejaba en paz esa cabecita preciosa. Ella solía ser tan clara como un libro abierto, y por ende, no era difícil de descifrar, pero tampoco la presionaría para que me contase. No quería que se espantara o que pensara que no confiaba en su palabra.