(Cap 3) El Precio De La Obsesión

63 5 7
                                    

Capítulo 3: El Precio de la Obsesión

El reloj digital en la mesita de noche de Bakugo marcaba las 5:17 a.m., pero el sueño había sido un lujo inalcanzable esa noche. Cada vez que cerraba los ojos, su mente regresaba invariablemente a Izuku. A sus gestos, a su voz, a esa sonrisa que irradiaba una calidez imposible de ignorar.

Bakugo apretó los dientes y se pasó una mano por el cabello, desordenándolo aún más. No quería admitirlo, pero era esclavo de algo que escapaba a su control. Su orgullo lo llevaba a justificarse: "Solo necesito asegurarme de que está bien, eso es todo." Pero en el fondo sabía que era mentira.

Encendió la laptop con movimientos torpes, como si cada gesto fuera una lucha interna. El brillo de la pantalla iluminó su rostro tenso, sus ojos ya fijos en el programa de vigilancia que había instalado días atrás. Había perfeccionado la excusa en su mente: "Es por seguridad. Deku es un idiota que no sabe cuidarse."

La transmisión de la cámara oculta en el llavero -un regalo aparentemente inocente que Bakugo le había dado días atrás- apareció en la pantalla. La imagen tardó un par de segundos en cargarse, mostrando finalmente la habitación de Izuku en penumbras.

El chico dormía profundamente, su cuerpo envuelto en sábanas desordenadas. Su rostro estaba medio enterrado en la almohada, y su respiración era constante, tranquila. Bakugo se quedó inmóvil, observando con una intensidad que lo asustaba.

Cada detalle de Izuku parecía tener un efecto hipnótico en él: la forma en que su cabello se desparramaba sobre la almohada, los pequeños movimientos involuntarios que hacía al soñar, la manera en que su cuerpo se relajaba completamente. Era tan distinto al Izuku que veía durante el día, tan vulnerable, tan... humano.

Por un instante, Bakugo permitió que sus pensamientos divagaran. Se imaginó acercándose a él, tocando su rostro, sintiendo la calidez de su piel bajo sus dedos. Pero la realidad lo golpeó como un cubo de agua fría. Se apartó bruscamente de la pantalla, gruñendo para sí mismo.

"¡Qué demonios estás haciendo, Bakugo! Esto es una locura."

Pero incluso mientras lo decía, sus ojos volvieron a la pantalla.

De repente, Izuku se movió. Fue un gesto leve al principio: un giro en la cama, un murmullo suave que escapó de sus labios. Bakugo se inclinó hacia adelante, su corazón latiendo con fuerza. Luego, Izuku comenzó a despertarse.

Primero fue un bostezo, luego un parpadeo lento mientras se incorporaba en la cama, su cabello revuelto cayendo sobre su frente. Bakugo sintió un nudo en el estómago al verlo tan despreocupado, tan ajeno a la tormenta que causaba en su interior.

Izuku se levantó con movimientos perezosos, caminando descalzo hacia el baño. Bakugo aprovechó esos minutos para tomar aire, intentando calmarse. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el respaldo de la silla, pero la imagen de Izuku seguía grabada en su mente.

Cuando la puerta del baño se abrió de nuevo, Bakugo volvió a mirar la pantalla. Su respiración se detuvo al instante.

Izuku salió envuelto únicamente en una toalla blanca que colgaba precariamente de su cintura. Su cabello mojado goteaba agua, y pequeñas gotas caían por su cuello y su pecho desnudo. La luz matutina que se filtraba por las cortinas parecía intensificar cada detalle, cada curva de su cuerpo, cada pequeña cicatriz.

Bakugo apretó los dientes, luchando contra el impulso de cerrar la laptop de inmediato. Su cuerpo estaba tenso, como si estuviera al borde de un precipicio.

"Maldita sea, Deku..." murmuró, aunque no estaba seguro si lo decía con rabia o con algo más.

Izuku se sentó en el borde de la cama y comenzó a secarse el cabello con una toalla más pequeña. Sus movimientos eran lentos, casi distraídos, como si estuviera sumido en sus pensamientos. Bakugo lo observó con una mezcla de fascinación y culpa, incapaz de apartar la mirada.

Cuando Izuku se inclinó para recoger algo de la mesita de noche, la toalla en su cintura se aflojó ligeramente. Bakugo apartó la vista, apretando los puños con fuerza.

"Esto está mal. Todo esto está mal," se dijo a sí mismo, pero no hizo ningún esfuerzo por apagar la transmisión.

Finalmente, Izuku se puso de pie y caminó hacia el armario, buscando ropa. Bakugo cerró los ojos con fuerza, tratando de ignorar el calor incómodo que se había extendido por su cuerpo. Pero incluso con los ojos cerrados, podía ver cada detalle, cada movimiento.

Cuando finalmente cerró la laptop, lo hizo con tanta fuerza que el sonido resonó en la habitación. Se dejó caer en la silla, respirando profundamente mientras enterraba el rostro en sus manos.

"Eres un maldito lunático, Bakugo. Esto tiene que parar."

Pero sabía que no iba a hacerlo.

---

Esa mañana, durante el desayuno, Bakugo se obligó a actuar con normalidad. Pero cada vez que Izuku hablaba o reía, su mirada se desviaba hacia él. Había algo en la manera en que Izuku iluminaba el lugar con su mera presencia que lo volvía loco.

Kirishima, que estaba sentado a su lado, lo observó con curiosidad.

-Oye, Bakugo, ¿estás bien? Has estado raro últimamente.

-Cállate, pelirrojo. Estoy bien.

-Solo digo que pareces... distraído.

Bakugo le lanzó una mirada fulminante que hizo que Kirishima levantara las manos en señal de rendición. Pero incluso mientras intentaba mantener su fachada de indiferencia, sabía que Kirishima tenía razón.

Cuando Izuku se levantó para salir del comedor, Bakugo lo siguió con la mirada. Su obsesión estaba creciendo, y aunque lo sabía, no podía detenerse.

Continuará...

Es corto, bueno, todavía no nos acercamos al final pero yo tengo planeado un final triste y trágico

¿Qué piensan ustedes, bombitas?

Déjenme su ★

¿Les gustaría que hiciera una historia similar? pero en vez de katsuki obsesiónado sería izuku obsesiónado. Solo que esta vez estarían en secundaria

"Bajo tu obsesiva mirada" /bakudeku/obsesión/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora