capítulo 5|Aprendiendo a patinar en hielo y de paso hablar finés

9 3 1
                                    


---

—¿Una pista de patinaje? —digo, mirando el cartel que brilla con luces de colores, y la emoción me invade, aunque un poco de nervios también.

—Sí, sí... Sé que el fútbol es lo tuyo y es el deporte más conocido en Argentina, pero el patinaje en hielo es un clásico en Finlandia. Así que hoy te vas a dar maña con los patines —me dice mientras saca unos patines rosa y me los extiende

—¿En serio tenemos que hacer esto? —pregunto, mirando esos patines con una mezcla de asombro y un toque de miedo. Nunca estuve sobre hielo antes.

—Obvio que sí... —responde, sonriendo mientras saca unos patines azules—No te preocupes, yo voy a estar a tu lado.

—Bueno, va... hagámoslo —digo, tratando de sonar más segura de lo que realmente estoy.

Entramos al local y el aire frío nos envuelve como un abrazo helado. La pista brilla bajo las luces y la música suave suena de fondo. Miro a la gente deslizarse con tanta gracia y me siento un poco intimidada.

—Primero, vamos a ponernos los patines —dice él mientras se sienta en uno de los bancos cerca de la entrada. Yo lo sigo, pero me doy cuenta de que no tengo idea de cómo ponerme los míos.

—Eh... ¿me podés dar una mano? —le pido, sintiéndome un poco torpe.

—Dale, vení para acá —responde con una sonrisa que me da confianza. Se agacha y empieza a mostrarme cómo abrocharme las botas adecuadamente. —Asegurate de que estén bien ajustados para no lastimarte al caminar.

Intento seguir sus instrucciones mientras miro sus movimientos con atención. Pero cuando trato de meter mi pie en el patín, me doy cuenta de que estoy haciendo un lío.

—¿Así? ¿O debería hacerlo diferente? —pregunto, sintiendo que mis manos son un desastre total.

—No pasa nada. Primero mete el pie bien al fondo y luego ajustá el cierre —me dice, riendo suavemente. —Es normal tener problemas al principio. A todos nos pasó.

Finalmente logro ponerme ambos patines y me levanto con un poco de dificultad. Me tambaleo un par de veces antes de estabilizarme.

—¡Listo! Ya estás lista para salir al hielo —dice él animándome como si estuviera por saltar a la cancha.

—Ok... pero no prometo nada —respondo entre risas nerviosas mientras miro la pista helada frente a nosotros.

—Vamos despacito. Yo voy a estar justo a tu lado para ayudarte si te caes —me asegura mientras empezamos a caminar hacia la pista.

Al entrar a la pista de hielo, me quedo boquiabierta con la cantidad de gente que está patinando. Algunas parejas se deslizan como si fueran profesionales, riendo y disfrutando a pleno, mientras que otros luchan por no caerse, como yo. Él me mira con una sonrisa cómplice.

—Mirá, primero vamos a practicar un poco —me dice, mostrándome cómo mover el peso de un pie al otro. —Es clave mantener las rodillas flexibles y los brazos abiertos para no caerte.

Intento seguirle el ritmo, sintiendo el frío del hielo bajo mis patines. Al principio, me tambaleo un poco, pero él está ahí al lado mío, dándome confianza y alentándome.

—¡Eso es! ¡Vas bien! —me dice, mientras patina a mi lado como si nada.

Con cada intento me voy sintiendo más cómoda y segura. Después de un rato de práctica, logro deslizarme en línea recta. Siento que el viento me da en la cara y me llena de energía.

—¡Lo hice! —grito con alegría, levantando los brazos como si hubiera ganado un mundial.

—¡Lo estás haciendo increíble! —responde él, con una sonrisa que ilumina todo. Su apoyo me hace sentir genial.

Todos los lugares que hicimos especiales | hachliete20 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora