Capítulo 2. El corte que nunca pedí

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Sharon

Dos años después...

Ahora estoy en segundo de primaria, por fin tengo 6 años y ya soy una niña un poco mayor, ¡qué emoción!

Iba a la escuela. No me gustaba mucho ir, porque no tenía amigos. Solo había un chico, Jack, que siempre estaba a mi lado. Era una buena persona, era el único que me hacía sentir que era menos invisible. Era hora del recreo. Bajamos al patio y primero comimos el desayuno. Después, fuimos a jugar. Jugué con Abril, con Jack y con otros compañeros de clase. Jugamos a "cacos y polis", "el pilla-pilla" y otros juegos.

Cuando sonó el timbre, la diversión se acabó. Todos nos alineamos en fila, según nuestros cursos. Yo me quedé en medio, observando a mi alrededor mientras la profesora, al frente, nos miraba con paciencia. Todos los niños, desde los más grandes hasta los más pequeños, esperaban en silencio. Siempre nos tocaba esperar a que los mayores fueran a sus clases primero, por orden de grados. Después irían los más pequeños, como yo.

Pero mientras estábamos ahí, en esa fila tan larga, ocurrió algo que cambiaría mi día. Algo que no esperaba. Algo... trágico.

Una compañera de mi clase me cortó un trozo de pelo. No sé la razón de por qué lo hizo: ¿me odia o solo lo hace para molestarme? Nunca hice nada malo, siempre estaba en mi lugar con Jack o a veces con Abril. Este incidente me hizo recordar algo que ocurrió cuando tenía cuatro años: en esa ocasión, no me cortaron el pelo, pero alguien me pegó un chicle en él. Desde ese incidente, siempre me he preguntado : ¿por qué la gente parece odiar mi pelo? Tal vez sea porque yo lo quiero mucho, y eso provoca envidia. No lo sé. Pero lo que sí sé es que me frustra mucho cuando ocurren estas cosas, especialmente si tienen que ver con mi pelo.

Cuando vi cómo mi cabello caía al suelo, mi corazón dio un vuelco. Sentí como si me hubieran arrancado una parte de mí, algo que siempre había querido y que era mío. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero pronto el enfado se impuso a la tristeza.

¿Cómo podía haberme hecho esto? pensé, furiosa.

Me enfadé mucho con esa compañera, le reclamé por qué lo hizo y se burló delante de mí. Yo me enfadé mucho más y decidí que lo mejor era decírselo a la profesora que nos tocaba en ese momento. Cuando traté de mostrarle a la profesora el trozo de pelo que había caído al suelo, me di cuenta de que ya no estaba. El viento había soplado con fuerza, y el clima extraño de ese día —entre calor y viento— había hecho que se volara. La profesora no me creyó porque no encontró nada de pelo en el suelo. Yo insistí, pero ella no parecía convencida. Finalmente, hizo como si me creyera. Habló mi compañera y, luego de terminar de hablar con ella, se fue.

Mi compañera, al verme tan molesta, soltó una carcajada burlona.

—¡Vaya, qué chivata eres! — dijo.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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