Capítulo 10

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Capítulo 10: El Grito de la Determinación

Subaru Natsuki se tambaleó mientras intentaba estabilizarse. Su brazo izquierdo ya no estaba allí, y el peso de esa pérdida física se sumaba al caos mental que lo atormentaba. Las palabras de Roswaal resonaban en su cabeza, y la sensación de traición de Echidna lo consumía.

Beatrice, quien hasta ahora no había notado la gravedad de la situación, giró hacia Subaru al ver su expresión de sufrimiento.
—Barusu, ¿qué sucede? ¿Por qué te ves tan... extraño, supongo?

Subaru dejó escapar un suspiro cargado de frustración antes de mostrarle el lado vacío de su cuerpo, donde debería estar su brazo. La sangre había cesado de fluir gracias al instinto mágico de su cuerpo, pero el hueco era imposible de ignorar.

—Esto... esto es lo que Roswaal me dejó. No solo fue un ataque para intimidarme, Beako. Él realmente me está poniendo a prueba.

Los ojos de Beatrice se abrieron de par en par, y por un instante perdió su compostura habitual.
—¡Eres un estúpido, Barusu! ¿Cómo no lo dijiste antes?

—¡Porque no tenemos tiempo para preocuparnos por mi brazo! —gritó Subaru, dejando salir finalmente su frustración acumulada.

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El Peso de las Decisiones

Beatrice retrocedió un paso, sorprendida por la explosión emocional de Subaru.
—Todo está cayendo a pedazos, Beako. Emilia sigue desaparecida, Garfield y frederica están en la mansión enfrentando a Elsa, Petra y Rem están en peligro, y ahora Echidna... ¡Echidna sigue ocultándome cosas aunque tenga un maldito contrato con ella!

Beatrice intentó hablar, pero Subaru continuó.
—No puedo con todo esto. ¿Cómo esperan que lo haga? Estoy perdiendo partes de mí, literalmente, y aún así... ¡aún así tengo que seguir adelante!

La pequeña figura de Beatrice se acercó lentamente a Subaru. Levantó una mano y la colocó sobre su frente, obligándolo a mirarla.
—Escucha, Barusu, ¿qué es lo que siempre dices? Que vas a luchar, que no te rendirás, supongo. Entonces, deja de llorar y piensa en lo que tenemos que hacer ahora.

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Un Plan para Roswaal

Las palabras de Beatrice sacaron a Subaru de su desesperación momentánea. Cerró los ojos y respiró profundamente antes de asentir.
—Tienes razón, Beako. No puedo detenerme ahora.

Beatrice cruzó los brazos y lo miró con seriedad.
—Primero, tu brazo. Aunque no puedo devolvértelo, puedo asegurarte que no empeore, supongo.

Con un gesto rápido, canalizó su energía mágica para reforzar el cuerpo de Subaru. La sensación de entumecimiento disminuyó, lo que le permitió moverse con menos dificultad.

—Gracias, Beako. Ahora, sobre Roswaal... —Subaru se detuvo, recordando lo que sabía sobre las puertas mágicas que conectaban su poder con el santuario.

—Si sellamos sus puertas, Roswaal no podrá usar su magia —dijo Subaru, pensando en voz alta.

—Correcto, supongo. Pero no será fácil. Las puertas están vinculadas al corazón del santuario —respondió Beatrice—. Necesitamos encontrar una forma de acceder a ese núcleo sin que Roswaal lo note.

Subaru asintió, aunque la preocupación seguía reflejada en su rostro.
—Entonces lo haremos juntos. Tú me guías, Beako, y yo haré el resto.

Beatrice dejó escapar un suspiro cansado.
—Eres un cabeza dura, Barusu, pero supongo que no hay otra opción.

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El Estallido de Subaru

Mientras caminaban hacia el centro del santuario, Subaru no pudo evitar volver a pensar en todo lo que estaba sucediendo. Las imágenes de Emilia, Garfield, Petra y Rem inundaban su mente. La culpa y la impotencia lo consumían.

Finalmente, se detuvo y dejó salir un grito desgarrador.

—¡Estoy harto de todo esto! ¡No soy un héroe, ni un caballero, ni siquiera una buena persona! Pero aún así, sigo aquí, intentando salvarlos a todos. ¡Echidna, Roswaal, este maldito mundo... todos están en mi contra, pero no voy a rendirme!

Beatrice lo observó en silencio, permitiéndole liberar sus emociones. Cuando terminó, se acercó y le dio un suave golpe en la cabeza.

—Barusu, ya dijiste lo que tenías que decir. Ahora, sigamos adelante, supongo.

Subaru miró a Beatrice, y por primera vez en mucho tiempo, esbozó una pequeña sonrisa.
—Gracias, Beako. No sé qué haría sin ti.

—Probablemente morirías, supongo —respondió ella, aunque su tono era más cálido de lo habitual.

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El Camino Hacia el Núcleo

Con un objetivo claro en mente, Subaru y Beatrice se adentraron en el santuario, listos para enfrentarse a cualquier obstáculo que Roswaal pudiera ponerles. Aunque las heridas físicas y emocionales eran profundas, Subaru sabía que no podía permitirse fallar.

Esta vez, no estaba solo. Y con Beatrice a su lado, estaba dispuesto a luchar hasta el final.

Entre el Té y la Eternidad: Subaru x Echidna Where stories live. Discover now