Nos estábamos alejando del club del ocultismo, y las conversaciones fluían naturalmente mientras caminábamos por el pasillo. Yo, Irina, Xenovia, Sylvia y Asia. Todos sin excepción, teníamos algo que decir, aunque cada uno pensaba en cosas distintas.
- Vaya, parece que Murayama y Katase se podrán adaptar fácilmente a la nobleza de Rías - comentó Sylvia, cruzando los brazos con una sonrisa algo burlona, como si ya se estuviera preparando para el siguiente paso.
Asia, como siempre, estaba más que feliz con la idea. - ¡Sí, estoy muy contenta por ellas! Creo que van a hacer grandes amigos. Además, se ve que les interesa mucho esta nueva vida.
Irina caminaba cerca de mi, observando atentamente todo lo que decíamos, pero también parecía reflexiva. - No es solo sobre poder, Asia. Es sobre el lugar que ocupas y como el resto de los miembros de la nobleza se integran, Rías Gremory tiene potenciales guerreros fuertes, pero aún así les falta mucho entrenamiento.
Xenovia se adelantó un poco, caminando con una postura impecable. Su tono era serio, como siempre, pero al mismo tiempo había una chispa de curiosidad en su mirada. - Supongo que todo esto tiene que ver con la política de los demonios y sus ambiciones. No es como si nos estuviéramos uniendo por gusto. Hay algo más detrás de todo esto, y eso es lo que debemos entender. -
Sylvia, siempre con su actitud despreocupada y divertida, soltó una risa baja. - Política, poder, ambiciones... Eso suena como si estuviéramos en un juego de ajedrez gigante. Lo que realmente importa es que se están uniendo a un grupo que tiene una buena estrategia para avanzar. Y, en cuanto a nosotros... ¿Que nos traerá el futuro? -
Pese a las palabras de Sylvia mi mente seguía flotando en otras cosas. Podía sentir la presencia de Irina cerca, y sus ojos me observaban con una intensidad que solo ella tenía. Quería darme cuenta de algo, pero la presión de pensar en mi relación con ella me hacía sentir algo lindo en mi corazón.
De repente, Xenovia, que caminaba unos pasos por delante, se detuvo bruscamente. Yo no sabía exactamente que la había alterado, pero al mirar, me dí cuenta de que su expresión era completamente distinta. La razón estaba frente a nosotros; Irina, con su dulce sonrisa, caminando junto a mi mientras sujetaba mi brazo con suavidad.
Xenovia frunció el ceño y, sin poder evitarlo, su tono cambió. - ¿Irina? ¿Desde cuándo vas así con él? -
La sorpresa era evidente en su rostro, pero también había algo más. Algo que rápidamente se convirtió en celos.
Irina, notando la tensión, no se quedó atrás. Sus ojos brillaron con determinación. - ¡¿Qué pasa, Xenovia?! ¿No puedes ver qué somos pareja? ¿O te molesta? - ellas dos comenzarán a discutir en este momento, ella le respondió con firmeza, ajustando su agarre en mi brazo.
Yo, sintiéndome completamente atrapado en medio de la tensión, traté de sonreír de manera incómoda. - Bueno, chicas, tranqu... - empecé a decir, pero no pude evitar notar como Xenovia no dejaba de observarnos, su mirada más dura que nunca estaba plasmada en su cara.
- ¡¿Qué?! - Xenovia levantó la voz sin pensarlo - ¡No puedo creerlo! ¡Y tú, Issei! ¿Cómo puedes ser tan...! ¡No puedo creer que ya estés tan comprometido! -
Irina dió un paso adelante, claramente defendiendo nuestra relación, y me miró con una expresión protectora. - Yo no soy tan fácil como para que me rechacen. No estoy aquí para jugar con mis sentimientos, somos novios y es normal que tengamos estas muestras de afecto. Y, si alguien está celoso, pues que lo diga abiertamente -
En ese momento, la tensión aumentó tanto que casi podía cortarse con un cuchillo. Asia, siempre tan sensible a estas situaciones, intentó intervenir, como era de esperarse. - ¡Chicas, por favor! ¡No sé peleen! - exclamó con su voz tranquila pero llena de preocupación, tratando de calmar la situación - Todos estamos aquí para ir a casa y cenar con los padres de Ise-san, no deberían pelear por cosas así -
Sylvia, al notar que la situación comenzaba a calmarse, no pudo evitar dar un pequeño toque de humor en medio del caos. Su voz era juguetona, casi burlona. - ¡Wow wow wow! ¡Mira quienes están sacando chispas aquí! Coletas, ¿Te molesta que Xenovia tenga un poco de celos? Mechonsito, ¿Acaso te molesta que Issei esté tan... Fortachón y deseado por todas? - Sylvia se giró hacia mí y, con una sonrisa, añadió - Oye, fortachón, creo que deberías sentirte halagado, ¿No? -
Xenovia, al escuchar el apodo de Sylvia, ese tan mencionado pareció por fin tener algo de molestia por la situación, ella frunció más el ceño, y un brillo desafiante apareció en su mirada. - ¡No te metas, Sylvia! -
Pero la mirada de Sylvia no vaciló ni un segundo. - Y, para que veas, Coletas debería estar acostumbrada a estas situaciones... ¡Ahora tendré que regañarlas a ambas!, coletas ¡¿Sabes que algunas de las chicas que están por aquí también miran a nuestro chico? Asia, Akeno, Koneko... ¡Todas tienen la vista puesta en el! Y ni hablar de tu mechonsito, también están... debería guardarme esas pobres chicas, Issei. El es todo un imán de chicas. ¡Que suerte tienes, compañero! -
¡¿Que?!, Asia... ¡Tiene la mirada puesta en mi! Y yo que pensaba cosas horribles por saber que estaba enamorada de alguien más. Ella es una chica muy linda y sobretodo pura, nadie creería que ella es un demonio.
Asia se puso roja, claramente incómoda por los comentarios de Sylvia. - ¡Sylvia, por favor! No digas cosas así. ¡Es mejor dejar que todos se lleven bien! - no averguences de esa forma a Asia.
Sin embargo, las palabras de Sylvia dejaron una clara sensación de incomodidad en el aire. Y, aunque lo decía en tono divertido, sabía que había tocado un tema sensible. Los celos de Xenovia eran ahora una realidad que no se podía ignorar, y aunque Irina estaba dispuesta a defenderme, la situación no estaba siendo fácil para mí.
Yo trataba de mantenerme calmado, pero al mismo tiempo sentía que la incomodidad se apoderaba de mi. No sabía cómo manejar la situación, especialmente cuando había tantas mujeres a mi alrededor. No quería causarles dolor a ninguna de ellas, pero a veces la realidad era que no tenía el control total sobre mis sentimientos ni sobre como se sentían ellas.
La tensión en el aire seguía siendo palpable. La risa nerviosa de Sylvia, aunque en tono burlón, no parecía ser suficiente para aliviar el malestar que se había acumulado entre todos nosotros. Yo, por supuesto, estaba atrapado en el centro de la tormenta, sin saber muy bien que hacer. Irina me miraba con una sonrisa decidida, mientras Xenovia seguía observandonos con el sello fruncido, claramente molesta. Asia, por su parte, trataba de calmar a todos y al mismo tiempo el gran sonrojo en su cara. Pero la atmósfera seguía siendo algo densa.
Tomando una profunda respiración, decidí que era el momento de intervenir y ponerle fin a todo esto, de una vez por todas.
- ¡Basta, chicas! - dije, con más firmeza de lo que pensaba que podía reunir. Las miradas de Irina, Xenovia, Asia y Sylvia se cerraron en mi, buscando alguna respuesta. - Lo lamento, Xenovia, Irina, no es necesario pelear así, podemos hablar después de esto. Ya que estén más calmadas - Si, me siento un poco incómodo con todo esto, pero, en serio, ¿Es necesario pelear por algo tan tonto?
Irina, que no dejaba de abrazar mi brazo, bajo la mirada por un momento, como si estuviera considerando lo que decía, y entonces, con un suave respiro me soltó y me miró con algo más de calma.
- Lo siento Darling, es solo que... A veces no puedo evitar defenderte, ya sabes, significas mucho para mí y yo te... - respondió con nerviosismo, pero sinceramente.
- No te preocupes Rin - me acerqué a ella nuevamente y la abracé para susurrar algo en su oído - Yo también te amo - ella se exaltó y se sonrojó.
- Y tú Xenovia, ya les dije... Podemos hablar de esto cuando quieran - Xenovia, quien aún estaba tensa, también pareció relajarse un poco. Aunque todavía algo molesta, se cruzó de brazos y dió un pequeño paso atrás, dándome una mirada algo más tranquila.