Princess bluu || Winrina ||

32

La luz del sol comenzaba a filtrarse a través de las enormes ventanas del castillo, llenando la habitación con un cálido resplandor dorado. Min-sik abrió los ojos lentamente, sintiendo una extraña calma en el aire. Sin embargo, algo no estaba bien. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que su brazo estaba alrededor de la cintura de Karina, quien también descansaba en la misma cama, abrazada a él. El primer instinto de Min-sik fue alejarse rápidamente, su rostro lleno de sorpresa y confusión.

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Karina despertó al mismo tiempo, sintiendo el movimiento a su lado. Al ver la situación en la que se encontraban, sus ojos se abrieron ampliamente y, con un pequeño resoplido de sorpresa, se apartó rápidamente. Ambos se miraron en silencio por un momento, evitando decir una palabra. El momento había sido accidental, pero había quedado marcado en ambos.

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Sin embargo, lo extraño fue que ninguno de los dos dijo nada. No había necesidad de mencionar lo que acababa de suceder. Era incómodo, sí, pero ambos comprendían que no era algo que debían tomar demasiado en serio. Tal vez simplemente había sido el cansancio de los últimos días, el estrés del desafío y la nueva vida en el castillo. Al final, todo parecía haber sido parte del proceso de adaptarse al nuevo entorno.

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Min-sik se levantó rápidamente de la cama, evitando mirar a Karina por completo mientras se vestía. Se sentía un poco torpe, como si algo tan simple como despertarse juntos en la misma cama lo hubiera puesto nervioso de forma inesperada. Karina, por su parte, tampoco dijo nada, solo observaba la escena en silencio mientras se preparaba también.

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El día siguió con una extraña normalidad. Ya no era tan incómodo como había sido al principio, pero algo había cambiado en el aire entre ellos. No era solo la cercanía física, sino la comprensión tácita de que ahora compartían más que un simple deber. Había una conexión que ninguno de los dos había anticipado, y aunque ninguno de los dos lo reconoció abiertamente, la tensión en el aire entre ellos era palpable.

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A medida que avanzaba el día, Min-sik comenzó a sentirse más cómodo con su nuevo rol como líder. Aunque al principio no se había sentido preparado, el desafío y la victoria le habían dado una confianza renovada. Ahora dirigía a aquellos que alguna vez habían sido sus compañeros de batalla, aquellos que lo habían acompañado desde el principio de su viaje. Ellos lo respetaban y, de alguna manera, parecía que los roles se habían invertido: Min-sik era ahora quien guiaba, quien les indicaba el camino. Los guerreros que una vez compartieron su lucha lo miraban con admiración y respeto, confiando en sus decisiones.

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La tarde fue tranquila, pero llena de desafíos por venir. Min-sik y Karina, aunque no mencionaron el pequeño incidente de la mañana, compartieron varias tareas y estrategias para el futuro del reino. La tarde transcurrió entre conversaciones y planes, con Karina observando desde un costado y Min-sik tomando decisiones con una mayor seguridad que la que había mostrado en el pasado.

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Sin embargo, el asunto que más pesaba en la mente de Min-sik era la sensación que había dejado el abrazo de la mañana. Algo dentro de él, una pequeña chispa, se encendió y no podía ignorarlo. Estaba confuso, pero no podía negar que había algo que lo unía a Karina de una manera diferente. A pesar de su naturaleza reservada, Min-sik no podía evitar preguntarse si la conexión entre ellos estaba comenzando a evolucionar hacia algo más allá de lo que ambos pensaban.

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Por ahora, todo seguía avanzando, pero algo dentro de Min-sik le decía que no podía seguir ignorando lo que sentía. Al menos no por mucho tiempo.

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Al final del día, Min-sik se encontró solo en su habitación, observando las estrellas desde la ventana. Un suspiro escapó de sus labios, su mente ocupada por tantos pensamientos.

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¿Qué está pasando entre Karina y yo? pensó, mientras las luces de su nuevo mundo brillaban suavemente ante él. Pero por ahora, todo lo que podía hacer era seguir adelante.

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