Ella es su luz ante la oscuridad. Su simple toque, es capaz de alejar toda Deuda Karmica que había estado acumulando por tantos años de estar peleando contra dioses y bestias. Ella es su debilidad frente a todos esos monstruos que han intentado dañarla como también es su fortaleza para levantarse las veces que sean necesarias para derrotar a sus adversarios.
A su lado, es capaz de tener aquellos sueños tan hermosos de los que presumen los humanos normales que podía decir que ya no había nada que les pudiera envidiar a los mismos. En noches como esas, era capaz de tener una paz infinita y un corazón tranquilo que siente que desaparecerá en el momento que cierre los ojos.
Aunque se sentía tranquilo al respecto, era imposible no temer un poco de lo que sería capaz de encontrarse en el mañana.
Pero no le tomaría importancia a eso, no ahora cuando se encontraba ahí con ella, en un espacio que solo les pertenecía a ellos dos.
Verla dormida a su lado, escucharla soltar pequeños suspiros y sentirla moverse con ternura en busca de algo a su lado, era imposible no mostrar una sonrisa sincera y retirar con suavidad los cabellos dorados que se habían pegado en su frente. Sonreír aún más al sentir como ella se acurrucaba a su lado y una pequeña sonrisa aparecía en aquel fino rostro cuando paso sus delgados brazos rodeando su cuerpo con cariño.
-Lumine -Susurró.
Incluso su nombre era hermoso como ella.
Carcajeo en silencio mientras recostaba su cabeza en la almohada para seguir apreciando a esa hermosa criatura que descansaba a su lado.
¿Quién hubiera imaginado que el general Alatus cayó perdidamente enamorado por una simple humana?
Era algo que nadie creería, pues él, quien no era capaz de comprender lo que eran los sentimientos mortales termino por conocer lo bello que puede ser el amor.
Claro, en primera, si es que ella se podría considerar una humana también. Aunque a los ojos de muchas personas lo era, para él no lo fue desde el momento que la conoció y piso Liyue por primera vez. Justo en ese lugar, en la posada Wangshu, en aquella primera vez que sus ojos se posaron en ella, fue en el instante que ya no pudo separarlos de la misma. Aquellos dorados cabellos que brillaban con el sol mismo, ponerse a imaginar en ese mismo instante que el color de sus ojos debía ser ese color dorado. Una radiante sonrisa que le dedicaba a su compañera flotante a su lado y una suave voz la que escuchó en aquel entonces mientras admiraba el bello paisaje que se puede ver desde lo más alto de la posada.
Un ser libre y puro fue lo que pudo ver en ese momento. Alguien que no había sido manchado por la oscuridad, alguien que se levantaba las veces que sean necesarias para seguir peleando. Un pequeño y tierno pajarito dorado que volaba libremente por el mundo.
En cuando sus miradas se encontraron, de alguna manera, comprendió que ya no tenía escapatoria alguna.
Un momento que nunca olvidaría.
El primer encuentro con ella.
Es más especial de lo que puede imaginar.
Todas sus barreras cayeron en cuanto se dio cuenta que no era una mala persona. Todo su mal genio desapareció en cuanto se dio cuenta que hablar con ella, era demasiado cómodo y cálido que empezaba a tener un poco de miedo de la misma. No quería encariñarse tan rápido, no quería salir herido que realmente prefería alejarla de él. Sin una visión o algo que lo protegiera, era imposible estar a su lado.
Un pasado oscuro era el que cargaba sus hombros. Tan doloroso que era imposible no tener pesadillas al respecto.
Pero, algo más sucedió. Algo que provoco que cambiara su forma de ver a la misma.
Sentir como aquel terror, aquellas voces, aquel peso de sus hombros, empezaba a desaparecer en un instante que no podía evitar mirar sus manos con cierta curiosidad. Cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, alzo la vista para encontrarse con aquella gran y tranquila sonrisa que le dedicaba, como si hubiera adivinado lo que estaba pensando en ese momento.
Las palabras no eran necesarias para confirmar las sospechas que estaba teniendo en aquel entonces. Esto era algo increíble, era algo sorprendente. Pues era capaz de sentir por primera vez los suaves latidos de su corazón que le confirmaba que se encontraba vivo.
¿Cómo era posible eso?
Se tardo un poco en comprender que era ella quien, con una habilidad especial, era capaz de purificar la oscuridad y brindar cierta paz a lo que se encuentra contaminado. Era gracias a ella que al fin podía sentir una inmensa tranquilidad y un gran alivio a ese gran dolor que se ha encargado de cargar en todo ese tiempo.
Tal vez su encuentro fue de una manera inesperada, pero era algo que ya se encontraba destinado. Eso es fue lo que creyó y lo que sigue creyendo hoy en día.
Un pequeño favor le daría a cambio por haberle ayudado a sanar el mal de su corazón. Se sentía en deuda con ella, aun sin saber, que era lo que en realidad pasaba.
-Si dices mi nombre, estaré a tu lado
A partir de ese momento, todo avanzo rápido.
-¡Xiao!
Aparecer a su lado en el momento que ella le llama con suavidad y empezar una nueva aventura.
Sentirse atrapado en aquellas cálidas manos que tomaban las suyas para empezar a correr hacia un destino desconocido. Escuchar con atención aquellas tiernas risitas que soltaba a su lado mientras se escondían de Paimon. Soltar una pequeña risita cuando la ve acomodarse en su hombro para tomar una pequeña siesta ante aquella bella puesta del sol. Estando a su lado, no puede evitar sentirse tan somnoliento que termina cayendo dormido de igual manera.
¿Por qué sentía su corazón tranquilo y sus parpados pesados?
¿Por qué con solo estar al lado de ella, era capaz de sentirse bien?
Había tantas preguntas que se generaban en ese momento que, siendo sinceros, no le molestaba tener respuestas a las mismas.
Estar al lado de ella, se convirtió en una necesidad.
Su existencia misma, se convirtió en algo importante para él.
Saber que regresa con bien a Liyue después de estar viajando por las diferentes naciones de Teyvat, era lo único capaz de aliviar su alma y abrazar a la misma con cierto cariño mientras la regaña por los nuevos rasguños que es capaz de sentir y apreciar de la misma. Tomar con cierta fuerza sus mejillas y obligarla a mirarla mientras cierta ira lo dominaba al verla con aquellos vendajes en su cuerpo.
-Estoy bien -Escucharla decir aquellas palabras con ternura mientras posaba sus pequeñas manos sobre sus mejillas. Ese tierno toque que era capaz de tranquilizar todo su ser y esa sonrisa que lo hacía regresar a tierra.- Estoy aquí a tu lado, ya estoy en casa, regrese Xiao
-Ya lo sé -Decir con una ternura desconocida que salía de su corazón. Envolver a la misma entre sus brazos y soltar todo el aire que había estado guardando. Sentir como sus hombros se relajaban y ella soltaba pequeñas risitas, era lo único que necesitaba para poder continuar.- Bienvenida
-Ya estoy en casa -Volvió a repetir Lumine.
Quizá, era una total desgracia que él no pudiera salir de Liyue por el contrato que tiene de proteger la región misma de todo mal que se pueda encontrar en el camino de muchos mortales. Pero de alguna manera, le gustaba imaginar que, si él se quedaba en ese lugar, entonces ella tendría más razones para regresar ahí, para volver a su lado. Pensando de ese modo, se dio cuenta que aquella larga espera ya no tenía que ser tan aburrida. Era capaz de esperar el tiempo que sea necesario para volver a verla.