-¿Siempre tienes que desafiarlo todo?
-¿Y tu siempre tienes que ocultarlo todo?
Lo que no sabían, era que el juego nunca terminará, hasta que la verdad lo destruya todo.
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Akari observaba a su alrededor, notando las miradas que se cruzaban entre los jugadores restantes.
Yaba, junto con Kotoko, Matusushita, Banda y Chishiya.
En el ambiente flotaba una sensación de desconfianza y expectación. Los demás jugadores se mantenían apartados, cada uno en su celda, esperando el momento en que tendrían que revelar el palo que llevaban en el cuello.
Akari caminó hacia la celda que estaba justo al lado de Chishiya. Mientras se acercaba, notó la complicidad en las miradas que se intercambiaban Yaba y Banda, como si compartieran un secreto y respiró más tranquila al ver que era muy posible que su plan hubiera dado sus frutos.
La ronda estaba a punto de terminar así que al llegar a la celda, tanto Chishiya, la chica se se detuvieron y, sin apartar la mirada de él, se permitió unos segundos para tomar aliento.
Su rostro mostraba determinación, pero también una calma que no todos podían ver. El chico la miró desde su celda, sus ojos calculadores y penetrantes, como siempre.
Akari pudo notar que, aunque él no decía nada, su mirada le transmitía algo. Quizás una pregunta, quizás una duda que todavía flotaba en el aire entre ellos.
Ella, sin pensarlo, le dedicó una mirada segura. No había tiempo para explicaciones, solo para tomar decisiones rápidas. A través de sus ojos, le transmitió la certeza de que todo estaba bajo control.
Pero había algo más, algo que tenía que decirle, algo que podría hacerle sentir que no estaba tan solo. Con un suspiro casi imperceptible, Akari se acercó un paso más a la celda de Chishiya.
En su rostro no se veía ni una pizca de miedo, solo determinación. Aunque no podían hablar, Akari sabía cómo comunicar lo que necesitaba en ese momento.
Finalmente, y sin apartar la mirada de Chishiya, dijo en un susurro que solo él pudo escuchar. —Diamante.
Aquella palabra fue suficiente para que el chico la entendiera. El palo que llevaba en su cuello era diamante, y la confirmación le dio la seguridad que necesitaba.
Aunque su rostro se mantenía impasible como siempre, un leve destello de algo parecido a la gratitud o alivio cruzó sus ojos, aunque nadie más lo notó.
Akari no sonrió satisfecha, pues ya no quedaba nada más que hacer, solo esperar lo que sucediera después.
Chishiya, por un momento, dejó de mirarla directamente. Antes de que pudiera decir más, ambos se vieron obligados a entrar en sus celdas y Akari, sin dudarlo, se giró y comenzó a caminar hacia la suya.
Mientras lo hacía, echó un último vistazo a Chishiya. Sus miradas se encontraron una vez más, pero esta vez, había algo diferente entre ellos. Algo que los conectaba más allá de las palabras, algo que solo ellos entendían.
El silencio fue absoluto cuando todos se alinearon para decir sus palos. Y en ese silencio, Akari sabía que todo estaba a punto de resolverse.
Ahora, la incertidumbre ya no era su enemigo y su plan estaba en marcha. En cuanto vio que era la hora de decir su palo, ella suspiró con tranquilidad para hablar. —Corazón.
Sabía que no iba a pasarle nada pero se sorprendió al escuchar un sonido de explosión un poco más lejos de su celda indicando que alguien había muerto.
La chica permaneció en silencio dentro de su celda mientras el corazón le golpeaba fuerte en el pecho.
Sabía que esa explosión significaba que alguien había sido eliminado del juego, pero no sabía quién ni cómo había sucedido. Todo era un misterio, pero pronto lo descubrirían.
El tiempo pasó lento, como una eternidad, hasta que finalmente, la puerta de una de las celdas se abrió.
Matusushita salió de su celda con paso tranquilo y firme, como si estuviera en control de la situación.
Sus ojos brillaban con una mezcla de arrogancia y satisfacción, y al ver su actitud a través de la rejilla, Akari supo en ese mismo instante que él pensaba que había ganado.
Estaba convencido de que había llegado a la respuesta correcta. Se detuvo en el umbral de la celda y miró al frente, sonriendo con suficiencia.
Luego de aquello, como si no se lo creyera, su risa empezó a retumbar en el aire, tan fuerte y descarada que parecía llenar toda la sala. —¡Jajaja! ¡Lo sabía!— su risa se prolongó, desbordando seguridad.— ¡He ganado! Soy el único que queda en pie, ¡Soy yo! ¡La Jota de Corazones!
Se echó hacia atrás y se permitió una breve carcajada, como si estuviera burlándose de todos los demás, disfrutando del hecho de que, en su mente, había derrotado a todos.
Su voz era altiva, llena de una convicción que no dejaba lugar a dudas. Para él, la partida estaba ya ganada, y todo lo que quedaba era la confirmación.
Miró al vacío con una expresión de triunfo absoluto, como si estuviera contemplando su victoria inminente. Su pecho se levantaba con cada inhalación, y la risa, aunque casi burlona, resonaba en el aire como un eco de su supremacía.
El chico se río nuevamente, esta vez de forma más controlada, pero sin perder ese aire de superioridad.
Akari, desde su celda, apretó los dientes y observó la escena. La actitud del chico era esa de alguien que pensaba tener todo bajo control, de creerse superior solo por tener un rol diferente a los demás.
La jota de corazones se inclinó hacia atrás de nuevo, como si el peso de su victoria le pesara sobre los hombros, sintiendo la satisfacción de haber sobrevivido, de haber ganado el juego. —Soy el único... el único sobreviviente.— murmuró entre carcajadas, con los ojos brillando de locura. Estaba convencido de que nada ni nadie podría quitarle esa victoria.
Pero entonces, un fuerte sonido retumbó en el aire. La puerta de la celda de al lado se abrió, haciendo que la sonrisa del chico se congelara en su rostro.
Banda fue el primero en salir, caminando con su habitual aire de indiferencia. Su mirada se posó en el chico del flequillo, quien dejó de reír ya que su cara ahora marcada por la confusión predominaba en él.
Yaba salió también, su figura oscura apareció tras Banda y la tensión en el aire aumentó. El chico ahora asustado, miró de un lado a otro, sin poder comprender lo que sucedía.
Pensó que los otros jugadores aún estaban atrapados en las celdas, pero lo que no sabía era que su victoria había sido en vano. No había contado con la astucia de los demás.
Banda y Yaba caminaron hacia este, sin dejarlo pasar, cortado su paso. Su respiración se aceleró cuando vio cómo los dos se mantenían a una distancia segura.
Para colmo, la puerta de la celda de Chishiya se abrió también. La jota de corazones no podía creer lo que estaba viendo.
Primero Banda, luego Yaba, y ahora Chishiya. Todos estaban saliendo con vida. El chico intentó aferrarse a su falsa victoria, a pesar de que algo dentro de él comenzaba a cuestionarse. —¿Cómo... cómo es esto posible?— murmuró, sin poder ocultar la creciente incertidumbre en su voz.
Finalmente, la puerta de la celda de Akari se abrió. Al igual que los demás, ella salió con paso firme, pero lo que llamó la atención del chico fue la sonrisa que brillaba en su rostro.
Una sonrisa juguetona, como si estuviera disfrutando de algo más allá de lo que él podía comprender.
Akari, con su mirada segura, se acercó al chico de pelo blanco y ambos le cortaron el paso en dirección contraria, dejándolo sin escapatoria alguna.
Fue en ese momento cuando Matusushita, el chico que había engañado a la mayoría de personas, entendió que todo había sido parte de un plan, un plan que nunca vio venir. —¿Creías que eras el único sobreviviente?— le pregunto finalmente la chica con una sonrisa astuta.— Te olvidaste de que, en un juego, no siempre obtienes lo que quieres.
El chico no sabía cómo reaccionar, aquellas palabras, sus palabras estaban usadas en su contra. Sus ojos se abrieron de par en par mientras todo su mundo se desmoronaba a su alrededor.
Había sido engañado, manipulado. Pero lo peor de todo era que se dio cuenta de que había caído en la trampa de Akari, una simple chica.
Esta, con su sonrisa aún en su rostro, dio un paso atrás. —Desde que mostraste tu verdadera personalidad con Chishiya, sabía que algo no iba bien.
—Claro que tampoco fuiste muy precavido en disimular que tú y aquella mujer, ahora muerta estabais aliados.— continuó el chico de pelo blanco con las manos en sus bolsillos.
—Además, cuando Akari nos avisó de lo que estabais tramando, decidimos confiar en el otro.— añadió Yaba mirando a Banda.— Teníamos sospechas pero no la certeza de que fuera cierto.
Matusushita intentó protestar, pero las palabras se ahogaron en su garganta, dándole paso de nuevo a Akari. —Si, muy ingenioso lo de los envoltorios. Quien lo hubiera pensado.— soltó con una sonrisa mirando ahora a Chishiya.
—Así que os conocíais.— interrumpió Banda cruzándose de brazos.— Muy astuto jugar a dos bandas. No muchos lo podrían haber hecho.
Ambos chicos se miraron con complicidad. Era cierto que habían aprendido a crear un vínculo muy fuerte y eso sin duda podía servirles de mucha ayuda.
Pero aún no habían acabado, faltaba la última ronda antes de poder matar a la Jota de corazones para poder salir de allí.
Yaba y Banda querían sacarle información así que tanto Chishiya como Akari les dejaron via libre para su cometido.
Lo que significaba que deberían esperar una hora antes de volver a salir de allí por fin.