3. Muy jóven

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***NARRA AITANA***

Cuando me dejó ver lo que había dentro me quedé boquiabierta.

Era un vestidor, un maldito vestidor del tamaño de un salón o más grande. Estaba lleno de vestidos, faldas, camisas, zapatos y muchas más cosas todas colocadas por colores y texturas. Era  increíble la cantidad de ropa que había allí.

- Es - trato de decir pero necesito un momento más para procesar aquello - precioso- murmuro finalmente. 

- ¿Te gusta? - me pregunta dudando de aquello.

- Si - digo más emocionada que un niño el día de Navidad. 

- Es todo tuyo. - susurra en mi oído y me abraza desde atrás. - La habitación de antes también - continua. 

Me pongo roja como un tomate al recordar lo que acaba de ocurrir en esa habitación. Además su miembro desnudo rozando con mi trasero tampoco me ayuda a sacarme la escena de antes de la cabeza.

- Es demasiado - replico intentando dejar de pensar en lo sucedido, con el fin de borrar ese sonrojo de mi rostro.

- Nunca es demasiado para mi esposa.- contesta y me gira para besarme.

- Gracias - respondo cuando nos separamos y me dirijo a la ropa de color negro.

- Espera - grita él y yo me giro para mirarle, esperando a que dijera algo.- No te vistas todavía- pide empleando su tono autoritario. - Quiero verte así - susurra pasando su mirada por mi cuerpo de arriba abajo sin descaro alguno.

Me sonrojo todavía más y agarro un vestido a voleo y me tapo con el.

- Eres preciosa así, sin nada puesto, esposa - susurra acercándose a mí. 

Al llegar me agarra por la cintura y me pega a él de nuevo.

- Déjame vestirte - me pide, con brillo en los ojos. 

- No - murmuro con voz temblorosa- me da vergüenza. - contesto sincera

- ¿Te da vergüenza? - me pregunta carcajeándose de mí.

- Sí - susurro nerviosa. Realmente me avergonzaba y realmente me daba miedo hasta que punto me atraía este...demonio. 

- ¿ Por qué ? - murmura y muerde mi oreja, tratando de provocarme de nuevo. No digo que no lo consiga. 

-Porque sí- contesto empleando toda mi fuerza de voluntad en rechazarle. Estoy roja de pies a cabeza- no hay un porque, solo me da vergüenza. Eso es todo. 

- Pero si ya te he visto desnuda, y más de una vez- insiste y mueve sus manos sobre mi vientre- He visto todas y cada una de las partes de tu cuerpo, créeme. Conozco tu cuerpo incluso mejor que tú misma.- añade. 

Después se aleja yendo hacía un pequeño armario que se encuentra debajo de la ropa blanca. Saca algo de un cajón y vuelve a mi lado. Se pone de rodillas y me agarra una pierna con suavidad y la mete por uno de los espacios de las braguitas blancas de encaje y repite el proceso con el otro pie.Sus manos, y las bragas, se deslizan por mis piernas hasta mis muslos y se detienen al llegar a su lugar. Me refiero a las bragas. 

- ¿ Ves? - me dice sonriendo - no fue tan malo ¿ o sí ? - pregunta - vamos Aitana, sé que en realidad sí quieres. - insiste. 

Yo no contesto, le fulmino con la mirada y rápidamente me separo de él. Camino a dónde se encuentra el cajón del cual había sacado las bragas para buscar un sujetador a juego. Al abrir me doy cuenta de que todo está ordenado perfectamente y todos son conjuntos pero el sujetador de mis bragas falta.

El demonio es mi marido (+18) LIBRO 1 Y 2 EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora