𝐾𝑦𝑙𝑙𝑒
El sol pegaba fuerte en la playa, y el sonido de las olas rompía el silencio de la mañana. A pesar de haber salido la noche anterior, me sentía bastante bien. O eso intentaba decirme mientras bajaba por la arena con un café en mano, mis gafas de sol protegiéndome del resplandor.
No tenía un plan real al venir aquí. Solo quería despejarme.
Y tal vez, inconscientemente, había pensado que podría encontrarme con ella.
Lo gracioso era que no tardé ni cinco minutos en verla.
Ahí estaba, en su torre de salvavidas, con la mirada fija en el mar. Su cabello estaba recogido en una trenza, y su expresión era serena, concentrada.
No sé qué me impulsó a hacerlo, pero caminé hacia la base de la torre y me detuve allí, con una sonrisa despreocupada.
—Así que realmente trabajas aquí.
Samantha ni siquiera se sobresaltó. Bajó la mirada hacia mí, sin cambiar su expresión.
—Sí, ¿por qué mentiría?
—Eso explica por qué te vi en la playa el otro día.
—Ajá.
Le di un sorbo a mi café, observándola.
—¿Siempre eres así de habladora, o solo conmigo?
—Depende.
—¿De qué?
—De si quiero seguir la conversación o no.
Reí por lo bajo.
—Vaya. No tienes filtros, ¿verdad?
—No los necesito.
Apoyé las manos en mi cintura y la miré con curiosidad.
—¿Siempre trabajas a esta hora?
—Depende del turno.
—¿Y hoy hasta qué hora estás?
—Kylle.
Levanté una ceja.
—¿Sí?
Suspiró, y por primera vez, pareció realmente mirarme, como si estuviera considerando algo.
—No sé qué intentas.
—¿Intentar qué?
—Esto. —Movió la mano en el aire, señalando el espacio entre nosotros—. No sé por qué sigues viniendo a hablarme.
Me encogí de hombros.
—Tal vez porque me intrigas.
—No soy interesante.
Solté una carcajada.
—Eso es exactamente lo que diría alguien interesante.
Samantha frunció el ceño.
—Si esperas que de repente empiece a reírme de tus bromas y a seguirte el juego, no va a pasar.
—¿Por qué no?
—Porque no tengo interés en hacerlo.
Esa respuesta me tomó por sorpresa. Era directa. Honesta. Brutalmente clara. Y por alguna razón, en lugar de desanimarme, me dio más ganas de seguir ahí.
—Entonces dime —dije, cruzándome de brazos—, ¿qué tendría que hacer para que al menos me toleres?
Samantha me estudió por un segundo.
—No venir aquí con la intención de que te tolere.
Me reí.
—Bien, entonces simplemente diré que estaba paseando por la playa y terminé aquí por coincidencia.
Ella negó con la cabeza, pero vi el atisbo de algo en su rostro. Tal vez frustración. Tal vez resignación.
—Haz lo que quieras —dijo finalmente, y volvió a mirar el mar.
Me quedé ahí un par de segundos más, esperando que dijera algo más, pero no lo hizo.
—Eres la persona más difícil con la que he intentado hablar.
—Entonces deja de intentarlo.
—Eso sería demasiado fácil.
Samantha suspiró y me miró otra vez.
—¿Siempre eres así de insistente?
—Cuando algo me interesa, sí.
—No entiendo por qué te intereso.
Me encogí de hombros.
—Eso es lo que quiero descubrir.
Rodó los ojos y volvió a fijar la vista en el mar.
—Kylle, estoy trabajando.
—Lo sé. Y haces un trabajo increíble mirando el océano.
—Estoy buscando señales de peligro.
—Bueno, entonces me ofrezco como voluntario para ahogarme y que tengas algo de acción en tu día.
Samantha soltó un resoplido, y aunque fue casi imperceptible, vi el pequeño tirón en la comisura de sus labios.
Era mínima. Apenas una reacción.
Pero la noté.
—Eso no fue una risa, pero estuvo cerca —dije con satisfacción.
—No lo estuvo.
—Sí lo estuvo.
—No lo estuvo.
—Samantha, no me mientas. Yo vi ese casi intento de sonrisa.
Ella negó con la cabeza, volviendo a su posición inicial.
—¿Ya terminaste?
—Por ahora.
—Genial.
Di un paso atrás, pero en lugar de irme, me senté en la arena justo al lado de la torre, recostando mi espalda contra la base.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, mirándome desde arriba.
—Relajarme. Dijiste que haga lo que quiera.
—No me refería a quedarte aquí.
—No fuiste específica.
Suspiró pesadamente, pero esta vez no insistió en que me fuera.
Sonreí para mí mismo.
Quizás no había ganado mucho, pero al menos ahora sabía algo nuevo.
Samantha tenía paciencia.
Y me encargaría de ponerla a prueba.

YOU ARE READING
Love watcher
Romance- Sam, debes dejar de intentar quedar bien con todo mundo, por primera vez en tu vida ve por ti misma. - No puedo, soy una salvavidas, siempre veo por los demás. - La gente que salva vidas es la que más se hunde y yo no quiero que te hundas. ...