Capítulo Ocho.

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—Te has pasado la escuela— Ariadna frunció el ceño y le dio una mirada exasperada a Tamara.

Su amiga estaba siendo extraña, más correcta de lo normal. Su cabello estaba recogido en una coleta impecable. Una estúpida blusa de manga larga gris cubierta por un estúpido suéter de rombos azules y grises.

—No vamos a la escuela, genio.

—¿A dónde vamos entonces?—su amiga estaba realmente interesada.

—A algún spa.

Habían pasado más de cuatro días desde que Ariadna había condenado su alma al infierno y ya se sentía cansada. Necesitaba relajarse. Sin contar que ese fin de semana Jordan comenzaría a enseñarle a disparar y defensa propia.

—Creí que Rafael te quito las tarjetas de crédito, hasta la débito.

—Si, le entregue las que él me dio, pero no las que Carlos me facilitó. Ser la menor es genial.

—Ser hija única apesta. —Ariadna soltó una carcajada, y sacudió la cabeza.

—Tú no eres hija única.

—Es cómo si lo fuera. Catalina lleva en Europa más de tres años, llamadas casuales y platicas por las redes sociales, así no es como yo pienso que es una relación entre hermanas.

Tamara tenía una hermana menor de dieciséis años, eran parecidas en cuestión de físico pero hasta ahí llegaban las coincidencias. Había dejado de verla cuando su hermana había cumplido trece años.

—Tu hermana es aventurera, enérgica y demasiado hiperactiva cómo para permanecer en un sólo lugar por más de tres meses. ¿Dónde se encuentra ahora?

—En un pueblo cerca de España. Catalina siempre fue un alma libre.

Había cierto tono de tristeza en su voz. Ariadna no sabía que palabras decirle, ella nunca había estado separada de sus hermanos por más de tres meses, cuando Rafael y Carlos se habían ido de Brasil para estudiar la universidad, ellos sólo pudieron mantenerse separados por al menos tres meses y medio. Y de Adrián no ha podido separarse más de una semana, podían estar sin hablarse, pero tenían que verse para saber que el otro estaba bien.

No sabía que sentiría Tamara el saber que tiene una hermana menor a la que quiere cuidar pero que es tan libre y feliz que nunca le pediría volver.

—Bueno, pronto tú y yo seremos libres también. Dentro de poco estaremos viajando a Brasil, alejándonos lo más pronto posible de este lugar.

—También dentro de unos meses estaremos lejos la una de la otra. Las universidades que elegimos están un poco lejos.

—Yo no fui la que eligió la universidad de Portland.

—Mi elección fue hecha hace mucho tiempo atrás, tú aún no te decidías por cual.

—Bueno, la dos tenemos deseos diferentes—el tono de Ariadna fue mordaz y un poco amargo pero Tamara no quiso escarbar en ello. Sabía que a Ariadna no le gustaba la idea de ella en otra ciudad, pero también sabía que no podían estar pegadas la una a la otra toda la vida. Ariadna iría a la universidad de Nevada a estudiar administración de empresas y Tamara viajaría a Portland a estudiar Psicología.

El resto del viaje fue silencioso y cada una sumida en sus pensamientos.

Tamara quería hablar con ella, quería decirle que sabía que esa noche que ella volvió de la reunión con su madre ella no había dormido en casa. Quería decirle que desde hace dos día el sacerdote y tío de ella estaba desaparecido y la policía estaba investigando.

Bésame, aunque el peligro aceche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora