Trabajo en sigilo

12 1 0
                                    

Un tránsito normal para esa hora, lento y tedioso. Tiempo de salida de los oficinistas que están ansiosos de llegar a los hogares. Camiones llenos de pasajeros y conductores con el tedio en la mirada, una que otra bocina histérica se escucha de vez en vez. Aroma a smog y sonido de motores rugir; tranquilamente Mériac avanza entre el tránsito, no lleva prisa y en motocicleta es más fácil moverse.

Sería cosa de unas horas cuando recibió la llamada del Andamid para pedirle otro favor, pensó que quizás el momento de cobrar esos favores estaría cerca. Se rumoraba entre las cuadrillas que Mónica planeaba algo grande para celebrar la ascensión. Eso sólo significaba más trabajo para ella. Organizar una logística y demás situaciones que la nueva regente sólo asignaba a un grupo muy reducido de sempiternos, donde ella estaba incluida.

Vio a Markus fuera de un conjunto habitacional, no estaba solo, otra persona lo acompañaba. Detuvo el vehículo cerca de ellos, ambos vestían de manera casual en tonos de gris. Markus se acercó con un portafolio.

—Dentro hay un escrito que necesito pases a un archivo, en cuanto lo tengas grábalo en un CD y tráemelo, por favor.

«Ahora si se pasó", pensaba «Este fulano ya me agarró como secretaria».

—Es muy importante —advirtió Markus.

Ella no repeló, tomó el objeto para guardarlo en un compartimiento de la motocicleta y partió, debería estar en la casa Volvalio; al parecer tenía un gran trabajo urgente para ella.

***

Roberto tamborileaba los dedos sobre el escritorio, tenía cerca de diez minutos de retraso; el tiempo era algo que no podía darse el lujo de perder. Se veía nervioso y preocupado. La actitud de Mónica se salía de control; el poder se le había subido y eso era peligroso.

El patriarca lo sabía, en ocasiones había visto a regentes caer desde lo alto debido a fatuas pretensiones; el sonido de la puerta lo volvió a la realidad.

—¡Por fin llegas! —interrumpió la disculpa de Mériac antes que saliera de la boca— No me interesan tus excusas, en tu correo encontrarás todo lo que necesitas saber. Ahora ponte a trabajar, tenemos asuntos pendientes qué resolver de manera inmediata.

***

Durante todo el camino maldecía y refunfuñaba para sí.

«Por lo menos un "buenas noches"».

Recordó las palabras de Tomás, "la libertad era el premio". Pero... ¿Cómo sabría ese engendro la fórmula para liberarla si todo recuerdo al respecto fue destruido? Aunque quizás existía la remota posibilidad que hubiera escondido claves para armar el ritual o —al menos— llegar a esas hojas extraviadas.

En su computadora la esperaban cerca de treinta correos, todos con la bandera de urgente, los leyó y ordenó por prioridades, solicitó una llamada con el encargado aduanal del aeropuerto, Mónica requirió un envío desde Bruselas, una colección de obras de arte. Mientras enlazaban la comunicación, abrió el paquete del Andamid.

—Señorita Mériac, su llamada ha sido enlazada ¿Señorita, se encuentra ahí? —preguntó desconcertada.

Mériac miraba con horror el escrito sobre el piso, un volumen con más de ochocientas páginas y dos solitarias palabras escritas sobre la primera página. De los labios brotó el nombre del manuscrito.

«El Bhurak».

***

Tras colgar con calma el auricular, tomó con furia el aparato para lanzarlo contra el librero. Roberto golpeó la superficie del escritorio, el mueble quedó destrozado ante la rabia contenida del patriarca.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora