Escucho un zumbido desde la planta baja de la casa, me pongo rápidamente las pantuflas y aviento la puerta sin darme cuenta.
Al bajar, reconozco que fui un poco estúpido. Es mi tío abuelo Fabio destrozando un puñado de leña recién conseguida, lo que suele hacer en la madrugada cuando definitivamente está holgazán para cambiar de canal con el control remoto. En fin, su silueta bien definida y fortachona se hace paso entre las nubes nocturnas. Se peina la barba por breves instantes y luego me mira, un poco alertado por la sorpresa de mi presencia a las dos de la madrugada.
—Insomnio ¿eh?
—Exceso de creatividad, mejor dicho.
Deposita el peine al lado de su sierra y se coloca el casco encima. Me pregunto por primera vez en diez años como los vecinos no lo han regañado, amenazado y matado. Luego recuerdo que tiene una sierra y sonrío.
—Mmm ¿esa sonrisa?
—Nada, no es nada.
No quiero contarle que me burlaba de el. Obvio no. Pero estoy explotando de risa por dentro.
—Tio.
—¿Si?
— ¿Cómo es que nunca me has enseñado a cortar madera?
Detiene sus asuntos. Vuelve a mirarme, esta vez con detenimiento. No, no me mira, me contempla, como si fuera la primera vez que me ve.
—¿Quieres...?—hace un gesto a la herramienta.
—Seguro.—río.
—Bien, sostenla de este lado...exacto...presiona este... ¡ey! Que rápido aprendes.
Me encanta la sensación de adrenalina que me recorre en las muñecas. Estoy sediento y exhausto, parece que tardé una hora en cortar ese trozo.
—Generalmente ¿cuanto tardas?
—¿Cortando madera o conversando?
Le sonrío
—Tres horas. Aunque sabes que duro días completos.
—¿Cuánto me llevó a mi?
—Cuarenta y siete segundos—tuerce los labios y se lleva a ellos una copa de ron.
Es agradable poder estar donde hay patio, ver al tío trabajando y sentir que todo será para siempre.
Mi silla se balancea suavemente, es cuando me doy cuenta que es demasiado tarde, porque el fresco ven tila toda la casa. Eso solo ocurre en las madrugadas que madrugan
Madrugadas que madrugan.
Oh vamos, que da risa.Me pongo de pie, el me examina una última vez. El rechinido de mis zapatos de conejos (muy adorables, por cierto) es estruendoso, el tío se ríe, sabe que amo esos zapatos. Son como un cascabel, sabe donde encontrarme si los traigo puestos.
Doy media vuelta, inhalo el denso aire de caoba y roble.
—¿Tio?
—¿Ajá?
—¿Haces esto porque no puedes dormir o...?
—¿Tu por qué no estas dormido?
—El exceso de creatividad, como ya te dije.
—Exacto.
Casco, madera y una sonrisa que se puede ver a través del cristal perfectamente. No era muy conversador. Sin embargo, dice siempre lo que quiere decir, en el momento que lo quiere decir.
Las personas inteligentes tiene problemas para pescar el sueño en la noche. Ese es el quid de la situación: tengo sueño, pero no puedo dormir.
Atenua.
Atenua Edison está en mis pensamientos.
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Los insomnios de Atenua
Teen FictionCuando Nat se ve obligado a escribir un ensayo con las virtudes de Atenua Edison (que no esta demás mencionar su defunción) en su vida recae un peso enorme,ya que no tuvo la mínima idea de quien fue, y no le importa. Mientras que Jade, la (ex)mejor...