Capítulo 20: Instituto

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Naruto Uzumaki

El viaje en avión fue un martirio para mí, odiaba subir a esos trastos pero al menos el vuelo no se hizo tan largo como esperaba en un principio. Al llegar al aeropuerto me faltó un poco de descaro para agacharme a besar el suelo que pisaba, no lo hice por tratar de comportarme decentemente, pero que viaje tan horrible. No quería volver a subir a un avión en mi vida.

Creí que iríamos con toda la familia hacia la casa Uchiha, de hecho llevaba yo a Kiba en brazos dormido como un tronco. No entendía cómo podía dormirse tan a gusto en un cacharro metálico que volaba a cientos de millas por encima de nosotros. Yo no podía imaginarlo, no había podido dormirme nunca en ningún viaje, ni siquiera en coche o en autobús podía dormirme. Para mí era imposible y admiraba a la gente que colocando bien la cabeza caía rendida.

Sasuke insistió varias veces en que preferíamos irnos a nuestra casa y descansar, ya mañana podríamos ir a verles pero ahora quería simplemente estar un rato a solas conmigo. Eso no había quien se lo creyese, bueno... sus padres que sonrieron y comentaron que era mejor dejar a los enamorados solos. Yo sonreí siguiendo el juego a Sasuke y fingiendo estar muy enamorado aunque en el fondo empezaba a estar enamorado de él. Mi mentira, la primera que decía en mi vida... resultaba que se estaba convirtiendo en realidad sin que yo me lo esperase.

Nos despedimos de todos y le pasé a Kiba hasta los brazos de Fugaku quien lo recibió con una sonrisa viéndole dormir plácidamente. Buscamos el coche en el aparcamiento y sinceramente... no sé si acabaría en mi casa o en la de Sasuke. En parte echaba de menos mi independencia y por otra parte... no quería irme de su casa. Su casa era espectacular, no se caía a pedazos como la mía y sobre todo... estaba él, eso era lo más importante para mí.

Miré por la ventanilla, todo estaba oscuro y una parte de mí echaba de menos esta oscuridad, la luz de las farolas, las luces del coche iluminando el trayecto. No me atrevía a mirar a Sasuke y es que me daba miedo enamorarme aún más de él, sabía que si seguíamos con esta mentira yo acabaría haciéndome daño, no podía enamorarme de él y me lo repetía una y otra vez, era necesario que me mentalizase de eso. Los hombres como Sasuke jamás se fijaban en chicos como yo. No tenía nada que ofrecerle.

- ¿Qué te ocurre? – me preguntó Sasuke – estás muy callado y no es propio de ti.

- Supongo que estoy un poco cansado del viaje – le comenté y era cierto que estaba cansado - ¿Me llevas a casa?

- Sí – me dijo - ¿Dónde quieres que vayamos sino?

- Creí que iríamos a tu casa.

- Claro que vamos a mi casa, a nuestra casa – me dijo – vives conmigo en este momento ¿O me estoy equivocando? – me preguntó sonriendo – espera... ¿Creías que te llevaba al apartamento del terror? ¿A Ese donde las techos se caen, las paredes se derrumban, el suelo se traga mis pies y el sofá intenta retenerme?

Empecé a reírme al recordar cómo Sasuke odiaba mi casa por todo lo que le había pasado pero cuando él empezó a reírse entendí una cosa... él no odiaba mi casa, se lo había pasado igual de bien que yo aquel día. Reconozco que ambos pasamos un poco de miedo, pero ahora al recordarlo y saber que los dos estábamos perfectamente, no podíamos dejar de reírnos. Era un desastre de casa.

- No voy a devolverte a ese lugar Naruto – me dijo poniéndose serio – quiero que vivas conmigo el tiempo que necesites, incluso aunque tras esta mentira tengas que quedarte un poco más hasta que encuentres una casa en condiciones. No puedes seguir viviendo ahí.

- De acuerdo, buscaré algo aunque no prometo nada. El piso estaba bien – le dije.

- El piso es una trampa mortal, cualquier día sales en las noticias porque se te ha caído la casa encima. ¿Dónde ves que la casa esté bien?

El Sendero de la Vida (Naruto. Sasu-Naru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora