Parte 1

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El sol iba descendiendo por el horizonte, como cada día lo hacía.

Pero este día no era como cualquier otro, este gran día era lo único que ellos tendrían.

Él caminaba hacia el bosque como cada día lo hacía, miraba hacia sus pies y luego al horizonte.

Estaba tan nervioso... La vería a ella, a la dueña de su corazón.

Pero algo estaba mal, no podía ser feliz...

Pero, ¿Cómo negar el amor hacia aquella pequeña chica?, no lo podía hacer. Por eso iba camino a su encuentro, ese encuentro que tanto anhelaba con todo su corazón.

Los árboles lo iban guiando, junto al río sus pasos iban...

Justo en frente de sus ojos apareció un gran árbol; debajo de él había una manta, y recostada sobre esta estaba ella. Había olvidado lo hermosa que era, sus cabellos estaban sueltos y se movían con el viento. Usaba un perfecto vestido claro, la hacía aún más hermosa.

Ella sintió pasos y se dio vuelta.

En ese momento sus miradas se unieron, en sus ojos resplandeció la felicidad, el amor.

Ella le sonrió como solo lo hacía cuando él estaba.

Se paró con mucho cuidado y se acercó a él diciendo.

- Pensé que nunca llegarías, estaba tan preocupada por ti.

El tomo con cuidado su pequeña mano y la besó. Luego la volvió a ver a los ojos y dijo

- Lo siento amada mía, tenía que tener mucho cuidado al venir a nuestro encuentro.

Ella lo abrazo fuertemente, y en ese momento pensó que nunca querría soltarlo de nuevo. ¿Por qué tendría que hacerlo si ella lo amaba tanto como él a ella? ¿Por qué tendría que ser tan injusto el destino?

Cuando lograron separarse, abrieron los ojos y vieron que el cielo estaba totalmente oscuro.

Sus rostros eran iluminados por la gran luna que se encontraba sobre ellos, junto a las miles de estrellas que los observaban.

El sonrió, pero de repente la soltó y se dio vuelta. Ella le toco la espalda y dijo suavemente

- ¿Pasa algo malo Tobías?

- Esto está mal Dianna, ¿Para que fingir que todo está bien si no lo está? No puedo seguir así, en un mundo en el que no puedo amarte.

- Lo sé, para mi es igual de difícil - quedó callada un momento y caminó hasta quedar parada frente a él - ya se, huyamos.

- No...

- Lo digo enserio, huir es lo mejor que podremos hacer... Ir a un lugar donde nuestro amor no sea prohibido, diremos que ya estamos casados. No me importa nada de este lugar, si me prometes quedarte junto a mí.

- No... está mal, no puedo dejar que dejes toda tu vida.

- Tobías, tu eres mi vida. Cuando vi tus ojos por primera vez comencé a vivir...

Él no resistió más estar separado de ella, dio ese paso que los separaba y la abrazo fuertemente.

- Solo por ti vivo cada día, Dianna. Iría hasta el fin del mundo solo por verte ser feliz.

- Para eso me tendrías que llevar contigo, solo junto a ti puedo ser feliz.

Se quedaron un buen rato en silencio, solo sintiendo sus cuerpos juntos, compartiendo el calor que los unía y escuchando la respiración del otro en sus oídos.

- Hagámoslo, huyamos...

Ella se separó de él sorprendida.

- ¿Lo dices en serio?

- ¿Cómo puedes dudar de mi palabra?, sin ti no soy nada. Prefiero morir antes de estar otro día sin ti. Por eso, nos encontraremos en este mismo lugar al atardecer y nos iremos, muy lejos, a donde nos lleven nuestros corazones.

- Oh, Tobías.

Ella lo abrazó aún más fuerte, era verdad se iban a ir los dos juntos. Vivirían felices por siempre, sus sueños se estaban por hacer realidad.

La felicidad emanaba de ellos, ese perfecto plan era el que los iba a llevar a su mundo feliz.

- Dianna, ya está por amanecer, tienes que volver a casa.

- Oh, no quiero, solo un poco más, abrázame fuerte para poder vivir el resto del día hasta que te vuelva a ver. Promete que nunca me dejarás...

- Prometo que nunca te dejaré, y aunque nuestro amor sea prohibido como el del sol y la luna, lucharé por ti para que no sea así. Por las estrellas juro que al atardecer estaré aquí esperándote, para comenzar a vivir junto a ti; porque no es vivir estar separados. Cada respiración que de cada momento a partir de ahora, es solo por el hecho de que te volveré a ver, a abrazar, a sentir... oh, Dianna no sabes cuánto te amo. Ninguna palabra del mundo es suficiente para expresarte cuanto amor siento por ti... Oh, no llores...

A la pequeña joven que tenía en sus brazos, se le habían empezado a caer pequeñas lágrimas de sus hermosos ojos.

- No lloro por tristeza, lloro por alegría; alegría por tus palabras... La alegría que siento solo tu la provocas, porque tú tienes mi corazón... mi alma, mi todo. Que el aire que tanto necesito sea testigo de la promesa que te haré; juro estar aquí al atardecer, en este lugar donde podemos amarnos, en este lugar donde empezará nuestras vidas... Si no llego a estar aquí, que el aire huya de mí... Porque no quisiera volver a respirar si te perdiera...

- Nunca me vas a perder, nunca podré dejar de amarte... Ni porque toda el agua del mundo se evaporara, ni porque la vida dejara de existir, ni porque tuviera que vivir siempre en la oscuridad... Nunca podría dejarte, por eso, por cada respiro que des, yo podré dar otro.

- Oh, Tobías no sabes...

Pero sus palabras no fueron escuchadas por los oídos de su amado, ya que sus labios fueron sellados por un beso. Un beso que cerraba sus promesas, promesas de amor eterno.

Tobías se separó de Dianna muy despacio, y se fue alejando...

Tomando su camino a casa, él se dirigía hacia donde salía el sol, y ella, donde se ocultaba la luna.

Se dio vuelta y dijo.

- Dianna, si lo se...


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⏰ Última actualización: Sep 22, 2015 ⏰

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