-Que ha pasado?- preguntó Eva.
En ese momento Sam pareció volver en sí y dijo, aún mirando hacia fuera del muro:
-Esa chica de la que hablaba... es Eva?
Decidiendo que ya no podía ni debía ocultare más la historia de Eva le dije que entráramos en casa y que se la contaría pero el no dio muestras de haberme escuchado y siguió mirando a la nada. Viendo que no se movía, y que no tenía intención de hacerlo, cogí a Eva y la abracé muy fuerte durante unos segundo. Depues la solté y empecé a contarle a Sam la historia.
No le conté lo que había pasado con mis padres, pero sí que le conté con todo detalle lo que había pasado una vez me junté con Henry. Al acabar de contarle la historia, tanto yo como Eva teníamos los ojos anegados de lágrimas y nos consolábamos abrazándonos mutuamente. Pasaron cinco, diez, quince minutos sin que Sam dijera nada. Al final levantó el brazo, señalando hacia fuera del muro. Había tomado el camino más normal, el de tirarnos fuera de los muros solos para que nos las apañásemos, pero aun así seguía doliendo el hecho de que nos iba a abandonar. Esperaba que al menos nos dejara coger las cosas que teníamos dentro de la casa, y estaba a punto de preguntárselo cuando dijo, sin dejar aún de señalar:
-Ellos. Los conocías?
-No, no los había visto en mi vida, ni tampoco sabía que nos estaban persiguiendo. Créeme, si no ya te lo hubiera dicho. Bueno, eh...crees que podrías dejarnos coger nuestras cosas?
En ese momento se giró hacia nosotros, con una cara de desconcierto en la cara.
-Porqué queréis coger vuestras cosas? No voy a dejar que destruyan este lugar, el único aparte de la colonia que puede protegernos de una invasión. Y por supuesto que no voy a dejar que unos locos maten a Eva!- en este punto yo estaba pasmado, asimilando aún que no nos iba a tirar.-venga, tenemos que darnos prisa. Tenemos que fortificar este sitio antes de mañana por la noche! Eva, tu coge todos los palos que veas y ves afilándoles la punta, Erik; tu ves al granero grande y coge todos los bidones de gasolina y ves llenando el tanque del camión. Mientras, yo cogeré todas las armas y munición y las dejaré a punto. Que me aspen si voy a dejar que unos locos invadan mi propiedad!
Trabajamos todo el día y, al caer la noche, ya teníamos todo el perímetro exterior de la casa lleno de palos acabados en punta, un pequeño foso y el camión encarado hacia la salida, por si al final todo eso no era suficiente. Sam tenía una escopeta y un revolver y yo la pistola que me había dado Henry y mi cuchillo y Eva tenía una hoz que Sam le había encontrado.
-Venga, ahora todo el mundo a dormir, mañana será un largo día.- dijo Sam mientras cerraba la puerta de la casa con llave (no hace falta decir que habíamos rellenado los huecos por donde se podía entrar escalando el muro desde el exterior). Subimos a la habitación y nos tumbamos los dos en la cama, muy juntos y abrazados.
Debíamos llevar unas horas durmiendo cuando nos despertó los sonidos de las sirenas de varias ambulancias a la vez, causando un estridente ruido que no podías quitártelo de la cabeza de ninguna forma. Bajamos corriendo abajo, donde Sam ya estaba abriendo la puerta principal. Al salir vimos luces iluminando el cielo nocturno, pudiendo constatar que habían por lo menos una docena de ambulancias rodeando todo el perímetro, con sus luces y sirenas a toda potencia. Recordando lo mucho que el ruido atrae a las criaturas, insté a Sam para salir fuera a apagarlas antes de que fuera demasiado tarde. Pero este simplemente negó con la cabeza y subió a lo alto del muro. Mandé a Eva dentro de casa y subí con Sam. Y esque, mientas subía, me di cuenta de que el muro vibraba. Esto se debía al hecho de que bordeando todo el perímetro del muro y aislando las ambulancias, cientos de criaturas aporreaban la sólida pared del muro, aislándonos también a nosotros dentro de este hasta que, mientras las sirenas seguían sonando y atrayendo a más criaturas, al final por simple fuerza numérica las criaturas conseguirían derribar el muro y entrar dentro, donde nosotros moriríamos sin ninguna duda.
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El libro de los muertos
RandomHola, me llamo Erik y tengo 19 años. Soy hijo único y vivía en Virginia occidental, EE.UU. Hace un año un virus llamado "El virus de la rabia" contagió por primera vez a un humano en Bombay, India; A partir de ese momento, el virus se ha ido propaga...