-Harriet... ¿Me escuchas?Probablemente sea la estupidez más grande en toda la historia, pero las ideas y las esperanzas se me están agotando. No tenía rumbo, y tenía bastantes probabilidades de morir aquí mismo.
Estaba con tanto miedo.
La niebla seguía espesa, y hacía un frío del demonio.
No creo que me sorprenda encontrar al mismo demonio aquí. Que irónico.
Avancé unos cuantos pasos, hasta escuchar la risa más macabra que pude haber oído. Quedé paralizada, me congelé y no me atreví a mover ni un solo músculo aunque admito que en el fondo, muy en el fondo, quería salir corriendo de aquí.
-Harriet- con tan solo pronunciar su nombre, es como invocar al ser más maligno de todos.
Cerré mis ojos, y traté de parecer firme y sin miedo, accidentalmente mis brazos temblaron y dieron una muy notoria señal del miedo que traía conmigo.
Bien Megan, se fuerte.
Tomé aire, y con mi voz temblorosa le dije:
-¿Eres tú?- creí que era mejor afirmar que era ella antes de darme cuenta demasiado tarde.
-Eres una traicionera.
Su voz.
Regresó.
Y suena normal, no como la anterior, dañada.
-Déjame explicarte- propuse antes de que siga desahogándose con varios insultos y palabras que no son adecuadas.
-Solo piensas en ti misma, y alejas a lo que te quieren.
Eso es tan verdadero, tan real.
Es una gran manía mia alejar a las personas que me apoyan. Pero eso cambió, ahora voy a ayudarla a ella, a que descanse en paz y sea liberada para reencontrarse con su madre.
-Quiero ayudarte- le dije dándome la vuelta lentamente, manteniendo mis ojos cerrados.
No quería ver y hallar su espeluznante rostro.
-Siempre tratan de ayudarme, pero son tan bobos, que siempre fracasan.
-Harriet, ¿Alguien ha llegado tan lejos como nosotros?- intenté hacerla entrar en razón.
No escuché respuesta, así que se quedó pensando.
-No.
No dijo más.
Abrí un poco mis ojos para llevarme la gran sopresa. La pequeña niña rubia, con un traje blanco y tu-tu rosa, su cabello largo y dorado, intacta, como si nunca hubiera sido lastimada.
Ella es Harriet.
(...)
En este lugar "el más allá" Como lo apoda Peyton, no hay tiempo.
Aquí Harriet luce como era antes.
Rubia, blanca, con pecas, un diente faltante, pero el resto estaba en perfecto estado, probablemente se cayó, mejillas rosadas y regordetas, su cabello estaba recogido en una coleta alta.
Padece la misma enfermedad que yo.
Heterocromía.
Tiene un ojo azul, y otro verde.
Nunca pensé que algo tan letal y peligroso, pudo haber sido así de linda y tierna.
[NOTA: Imaginen a Harriet como Nikola Szafeczka, obviamente con los ojos de diferente color.]
-Harriet, si me ayudas, tu también serás libre- le dije agachándome a su altura.-Lastimarte es lo que menos haría, evitaré que lo hagan... Pero por favor, te ruego, ayúdanos- supliqué.
Me miró cabizbaja.
-Tengo miedo.
Puso un mechón de su cabello detrás de su oreja.
-Yo también tengo miedo, todos tenemos miedo- aclaré firme.
-Mucha gente me ha abandonado, mi mamá, mi padre, Scarlett, y tú-
¿Scarlett?
-Abigail es la única que tengo-
Sollozó un poco.
Entiendo lo duro que eso puede llegar a ser.
Abigail, al ser el único ser que se quedó con Harriet, llena su cabeza de cosas malas y eso no esta bien.
¿No es un poco traumante, contarle a una niña de apenas nueve años, lo más violento, sádico y macabro que pueden llegar a ser las cosas?
Si no entienden la gravedad de esto.
Imaginen decirle a un niño de seis años, con el más mínimo detalle, explicarle como se hacen los bebés.
Nada bonito.
-Me tienes a mi- dije.
-Tu me dejaste-
-Estaba asustada, no entendía las cosas.
-Igual, ella siguió con lo mismo.
-Te pido mis mas severas disculpas.
Harriet se cruzó de brazos mientras limpiaba las lágrimas que caían.
-No sé si perdonarte- responde mirando a otro lado.
-Ya vine hasta acá, hice cosas y juegos que no debí hacer...
-Basta...
Me detuve, y me alejé un poco, tenía miedo de cómo iba a reaccionar.
-¿Enserio vas a ayudarme?
-Segura, tienes mi palabra.
-Confiaré en ti una vez más, si me defraudas, te degollaré, arrancaré tu lengua y no dudaré en usar tu cerebro como pavo de navidad.
-Te lo prometo, saldremos adelante.
Sonreí, y por primera vez, ella también. Me dirigió la mirada y el abrazo sorpresa que me regaló me dejó shokeada aunque no tardé en corresponder.
-Se donde esta Riley...- susurra en mi oído.
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Mi Pequeña Bailarina
HorrorDesde que Megan encontró aquellas zapatillas de Ballet blancas en su ático, conocerá lo que realmente es el terror. Conocerá una historia. Conocerá personas. Conocerá a la muerte misma. ¿Te atreves a conocerlas también? ¿Te atreves a adentrarte en l...