Susana se quedó asombrada, mientras que mi padre, nervioso, esperaba su respuesta.
Miré a Abraham, y vi que estaba al igual que yo; con la mandíbula hasta el suelo.-¡Claro qué sí!-respondió Susana, dándole un abrazo a mi padre.
-No puede ser.-susurré mientras me llenaba de ira.
-¡¿Pero qué cojones es esto?!-gritó Abraham levantándose.
-Abraham, relájate.-le dijo Susana.
-¡¿Cómo quieres que me relaje mamá?! ¡Es que manda huevos!-dijo y se fue escaleras arriba.
-Perdón por su reacción.-le dijo Susana a mi padre.
-No te preocupes.-hizo una pausa.-Cariño.-Susana sonrió.
-Te has olvidado de mamá.-susurré con los ojos aguados.
-No cariño...no...
-Y encima tengo que aguantar a Abraham, que sabes perfectamente que nos odiamos. ¿Eso es lo que me quieres?-elevé la voz.
-No sabía lo de Abraham y tú...-dijo Susana.
-Claudia, baja la voz.-me dijo mi padre.
-¡No me da la gana bajarla, ¿vale?!-dije y me levanté.
Fui a buscar un baño, pero parece ser que no había en la planta baja o es que no lo encontraba, así que subí arriba.
Dios, gracias, lo encontré. Abrí la puerta y ¡ZAS! Me choqué con algo, haciendo que me cayese hacia atrás. Me toqué la frente, a la vez que hacía un gesto de dolor. Elevé la mirada y me encontré... Ag dios, lo que me faltaba. Era Abraham, que me miraba con los ojos entrecerrados, tocándose la frente al igual que yo.
-¿Qué coño quieres?-dijo calmado y soltando un suspiro, pero aguantando su enfado.
-Em...¿entrar al baño?-dije vacilándole.
-Buah, qué gilipollas.-dijo y salió.
-Me voy a callar...-dije.
Entré y cerré la puerta. Abrí el grifo y con mis manos me eché un poco de agua en la cara.
Una vez más o menos calmada, salí, cerrando la puerta. Bajé y vi a Abraham viendo la tele sentado en el sofá, y a mi padre y Susana en la cocina.
-¿Entonces os vendréis aquí?-reconocí la voz de Susana.
Me acerqué a la puerta de la cocina (que estaba cerrada) y me pegué a ella para escuchar.
-¿Qué cojones haces?-me dijo Mateo. Qué pesado.
-Shh.-le chisté.-Espera y calla.
-No lo sé, tengo que hablar con mi hija.-dijo mi padre con tono preocupado.
Abraham vino, y se puso a escuchar también. Le miré con una cara de asco impresionante.
-Yo también se lo tendré que comentar a Abraham.-dijo Susana.
-Yo voy a hablar con ella esta tarde. Me va a decir que no quiere, pero bueno, es lo que hay.-dijo mi padre.
-Claro, esta casa es muy grande para dos.-dijo Susana.
Otra vez la mandíbula hasta el suelo. Miré a Abraham y tenía los ojos como platos.
Escuché pasos, se dirigían hacia aquí.
Corrí al sofá y me tiré literalmente. En ese mismo instante se abrió la puerta. Uf, por los pelos.-Claudia, nos vamos.-me dijo mi padre.
-Por fin.-susurré
-Despídete.-me dijo.
-Adiós Susana.-le di dos besos.
-Adiós cielo.-me respondió.
-Venga, vamos.-le dije a mi padre.
-¿Y Abraham qué?
-¿Lo dices enserio?-le contesté a mi padre con cara de asco.
-Totalmente enserio.
Me giré y lo vi ahí... Buag. Me acerqué a él y le di dos besos, a lo que el me respondió
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Hermanastro
RandomÉl, con el prototipo de chico malo. Ella, prototipo de chica buena. ¿Pero será verdad eso, de que los polos opuestos se atraen?