Capítulo 95

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Llegamos al gran edificio de más de 20 pisos de mi papá, solía venir acá después de la escuela, me ponía a girar en todas las sillas y a correr por todos los escritorios. Luego me ponía hacer la tarea con la secretaria de mi papá Victoria, una señora de 38 años que tenía el cabello café y cuerpo voluptuoso, era muy agradable.

-Es lindo – dijo Mario caminando por todas partes, su gesto cambio y me miro serio cuando entramos al elevador – Por cierto...¿quién se hará cargo de la empresa?

-Mi mamá – dije rápido, fue lo primero que se me vino a la mente, el asintió

-Menos mal – sonrió aliviado – Por un momento pensé que serías tú...

-¿Y eso sería malo? – pregunte nerviosa

-Demasiado – dijo serio – Tu te quedarías aquí y yo en Colombia...eso es malo, sin mencionar que seríamos enemigos...no no

-Ah claro – dije tragando saliva

Salimos del elevador al piso que me trajo tantos buenos recuerdos.
Mi papá persiguiéndome por toda la oficina porque le quité el teléfono cuando tenía 4 años . Mi papá ocupado mientras yo intentaba ayudarle acomodar los papeles con unos 6 años apenas, haciéndome la grande. Sentada en la silla de mi papá con su saco y sus lentes, haciendo voz grave y fingiendo ser mi papá....ay.

Mi mamá estaba platicando con un señor que en cuanto me vio sonrió.

-¿Anna Brown? – preguntó sonriendo – Quiero decir futura due...

-¡Hola! – grité para interrumpirlo, todos me miraron raro, sonreí inocente - ¿Usted es...?

-Christopher Johnson – me extendió la mano la tomé – El abogado de tu padre, yo me encargaré del papeleo para que la empresa cambie de dueño a

-¡Mi mamá! – dije sonriendo mirando a Mario nerviosa – Oh mamá que bueno por fin- Mi mamá me miro extrañada, la mire triste y ella asintió.

-Si bueno pasemos – dijo mi mamá rápido –Mario..

-Si yo me quedó aquí no se preocupen – dijo el sonriendo y me beso dulcemente, un suspiro se me escapó, lo bese de nuevo...la culpa me invadía.

Mi mamá y el abogado salieron, dejándome en la silla de mi papá, en su oficina...
La empresa ya era mía, ya no era de William Brown, era de Anna Brown, su única hija, yo soy la jefa de todos los que están allá afuera trabajando. Yo soy la encargada y responsable de todo este maldito edificio. No tendré sueldo, seré millonaria. ¿Pero de qué sirve? En cuanto Mario se entere se va a enojar, nos vamos a tener que separar y todo esto va a terminar.
Tocaron la puerta y Mario entró lentamente, me miro y sonrió de lado.

-¿Todo bien?...te noto rara – dijo observando la oficina de mi papá

-Si...es solo que él lugar me trae recuerdos – dije triste y el asintió
Tosió falsamente y lo mire.

-Sabes...aún te debo esa cena especial – dijo con cierto nerviosismo, sonreí de lado

-No tienes que hacerlo... - dije tomando su mano, él la apretó y sonrió

-Yo quiero – se inclinó y me besó

-Mario...te amo mucho ¿lo sabes, verdad? – pregunté con la culpa carcomiéndome 

-Claro que lo sé – susurró besándome cortamente – Yo te amo demasiado

Derrame una lagrima, tenía que decírselo...no podíamos seguir así. No puedo. Pero tengo que.
Él la seco con su pulgar y sonrió.

-Vamos a olvidarnos de todo lo malo que pasa – me acarició los nudillos con sus suaves labios – Hoy iremos a cenar, tu conoces lugares, así que tu llevas, yo invito

-Claro – sonreí de lado

LA AMANTE| Mario Ruiz| EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora