Mi dolencia y alegría, tú.

Encontrarnos de nuevo, ¿para qué?

Tantas palabras que no salieron de mi boca.
Todas las miradas y las anécdotas cruzadas, ¿para qué? Ojalá que esto no sea algo más en la lista de dolencias provocadas entre los dos.

Alguien dice: sigue a tus impulsos, son los gritos desesperados del corazón. Ese alguien es un idiota. Por él y su frase te he llamado, hemos quedado y te he visto. Maldita sea, ¿dónde quedó el olvidarte por el daño que me has hecho?

Te volví a ver después de mucho tiempo, los sentimientos amargos se esfumaron, todo ese tiempo que nos separó desapareció en un suspiro. Como si no hubiera significado gran cosa las lágrimas que derrame y el dolor, la rabia que crecientes día en día en mi pecho, como si eso, como si todo hubiera sido un delirio mío.

Como si nada hubiera cambiado... Los nervios al vestirme, el pulso dudoso al delinear mis ojos, al colocarme el perfume adecuado... Esas cosas que eran propias de cuando sabía que iba a verte, cosas de antes.

¿Para que volví a buscarte? ¿No era yo la que quería borrarte?

Hablamos, nos pusimos al tanto... Tanto palabrerío para ver que la única atada aún a la relación era yo, para ver que tú habías re hecho tus días sin mí.

Mis labios aún tuyos, no se negaron a un roce más, pero las cosas ya no eran como antes.
Yo antes podía imaginar un futuro a tu lado, una rabieta por no lavar los trastos, antes yo podía imaginar todo pero a tu lado... Antes.
Ahora con estos encuentros llenos de confesiones sobre sentimientos insulsos qué aún siento por mi parte me llevan a un lugar aislado, darme cuenta de lo tonta que fui ¿cómo sigo pensando en un futuro para nosotros si sólo soy yo la que sigue amando?
Todos los besos que nos dimos y el hecho de extrañarnos no nos lleva a nada.
Que estupidez, ¿qué esperaba de todo esto? Nos vamos cada quien por su lado, sin quedar en nada, sin ser siquiera amigos, con algún detalle que daba curiosidad ahora saldado pero al final son las manos vacías y un corazón dolido con lo que me retiró de nuevo.